Desde Caracas
El próximo domingo, 6 de diciembre, tendrán lugar las elecciones legislativas en Venezuela, unas de las más importantes del país dentro del actual conflicto político. Ese día serán dispuestas más de 30 mil mesas de votación en más de 14.200 centros electorales, según anunció el Consejo Nacional Electoral este domingo durante una nueva jornada de auditoría de las máquinas de votación.
Las implicancias de los resultados serán varias. Estará en juego una nueva mayoría dentro de la Asamblea Nacional disputada entre el chavismo, a través del Partido Socialista Unido de Venezuela, y la alianza del Gran Polo Patriótico, la denominada Alianza Popular Revolucionaria, y una oposición heterogénea compuesta por diferentes fuerzas, como Avanza Progresista, Soluciones para Venezuela, El Cambio, Primero Venezuela, Movimiento al Socialismo, y una parte de Acción Democrática.
Por otro parte, se tratará de la renovación de uno de los poderes que estuvo en el centro del conflicto y la desestabilización política. Fue desde la Asamblea que la oposición intentó declarar el “abandono de cargo” de Nicolás Maduro en 2016, que abrió las puertas a la escalada que siguió en 2017. Fue también desde allí donde se construyó la “presidencia interina” de Juan Guaidó en enero de 2019.
A diferencia de 2016, 2017 y 2019, cuando existía un espacio unificado de la mayoría de la oposición, las actuales elecciones legislativas muestran una foto de una oposición dividida entre quienes participarán el 6 de diciembre y quienes no, subdivididos a su vez entre quienes aún se nuclean alrededor de la figura de Guaidó, y los partidos y dirigentes que se han distanciado críticamente.
El sector encabezado por Guaidó se encuentra en campaña para llevar adelante lo que ha denominado una “consulta popular”, anunciada para el 12 de diciembre. La consulta tendrá tres preguntas: ¿exige usted el cese de la usurpación de la presidencia por parte de Nicolás Maduro y convoca la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables? ¿Rechaza usted el evento del 6 de diciembre y solicita a la comunidad internacional su desconocimiento? ¿Ordena usted adelantar las gestiones necesarias ante la comunidad internacional para activar la cooperación, acompañamiento y asistencia que permitan rescatar nuestra democracia?
Cada bloque tendrá mucho en juego con los resultados. El de Guaidó deberá demostrar que aún mantiene un apoyo social luego de casi dos años de un marcado proceso de pérdida de fuerzas. El éxito o fracaso de la consulta será central de cara a lo que seguirá en 2021, en particular porque al no estar más en la Asamblea su “presidencia interina” no tendrá el respaldo sobre el cual fue fabricada su ficción.
El sector de la oposición que optó por participar deberá por su parte mostrar que se trata efectivamente de un actor con capital político y respaldo en votos, para poder así ocupar el espacio de nueva oposición venezolana luego del derrotero de quienes se mantienen con Guaidó y la estrategia golpista.
En cuanto al chavismo, tendrá como objetivo no solamente lograr la mayoría legislativa y refrendar su apoyo social, sino que también haya una participación elevada para otorgarle mayor legitimidad a la contienda tanto en lo interno, como en lo internacional, donde tendrá el reconocimiento de varios gobiernos, como los de México, Bolivia, Argentina, Rusia y China, pero no tendrá el de otros, como Estados Unidos (EEUU) -que buscó impedir la contienda- la Unión Europea y varios gobiernos de derecha en América Latina.
Diciembre dejará una fotografía de las correlaciones de fuerzas políticas, incluida la variable de la abstención, a partir de la cual cada actor podrá pararse, con mayor o menor capacidad, de cara a un 2021 que seguramente tendrá cambios en algunas claves del conflicto. Uno de esos cambios estará dado por la nueva administración estadounidense, bajo la presidencia de Joe Biden, que asumirá en enero.
La novedad Biden
Aún resulta temprano asegurar cuáles serán las políticas que tome el nuevo gobierno que tendrá al frente del departamento de Estado a Antony Blinken, quien fue parte de la política exterior bajo Barack Obama. Sin embargo, parece probable que habrá cambios, en vista, por ejemplo, de diferentes análisis publicados en medios de comunicación y tanques de pensamiento demócratas, que sostienen que la estrategia -o falta de la misma- desplegada por Donald Trump para derrocar a Maduro no logró su objetivo.
Si bien el reconocimiento de Guaidó ha sido bipartidista en EEUU desde el inicio, es probable que la situación tenga modificaciones y, en ese marco, una pobre actuación en el marco de la “consulta popular” alejaría aún más a Guaidó de una centralidad en la próxima arquitectura construida desde Washington.
Un punto principal en debate sobre posibles cambios estará centrado en el bloqueo económico, criticado al interno de Venezuela por actores políticos, empresariales, sociales, y cuestionado desde EEUU por su falta de eficacia. ¿La administración de Biden podría flexibilizarlo para negociar puntos intermedios que no sean la inmediata salida de Maduro del poder político? Existe una pregunta anterior a esa: ¿cuál será la prioridad que tendrá Venezuela dentro de la política exterior estadounidense post Trump?
Las elecciones legislativas cargan con la posibilidad de ser un parteaguas en un conflicto que parece por momentos repetirse en superficie, pero tiene modificaciones profundas fuera de cámara, en un país acechado por la situación económica que nuevamente se ha visto golpeada por un alza del dólar que pasó de cerca de 700 mil bolívares a 1 millón 200 mil en pocos días, acercándose a los números del 2018, cuando tuvo lugar la reconversión del signo monetario.