El cimbronazo que dejó el ataque de Estados Unidos a una base militar siria continuó sintiéndose ayer a ambos lados del conflicto que atraviesa la República árabe. El equipo del presidente estadounidense, Donald Trump, intentó explicar cómo el inesperado bombardeo al régimen sirio se traducirá en una postura clara en política exterior. La embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley, aseguró ayer que es imposible una Siria en paz con Al Assad en el poder en Damasco y consideró que su salida es inevitable. Hace dos semanas ella y el secretario de Estado, Rex Tillerson, no ponían como prioridad la salida de Al Assad del poder. En tanto Moscú y Teherán, aliados de Damasco, advirtieron a Estados Unidos que responderán con fuerza si vuelve a atacar a Siria.
Ayer, tanto Al Assad como el jefe del Estado Mayor sirio, general Ali Abdalá Ayub, recibieron llamados de sus homólogos iraníes. Durante su conversación con el mandatario iraní, Hasan Rohani, Al Assad opinó que Washington fracasó en su objetivo de elevar la moral de “las bandas terroristas a las que apoya tras las victorias conseguidas por el Ejército Árabe Sirio”, según un comunicado de la presidencia siria.
“Lo que Estados Unidos cometió es una agresión contra Siria que cruza las líneas rojas. A partir de ahora responderemos con fuerza a cualquier agresor o cualquier violación de las líneas rojas de quien quiera que sea, y Estados Unidos conoce nuestra capacidad de responder bien”, alertó el comunicado de la entente conformada por las fuerzas de Rusia, Irán y las milicias que apoyan a Al Assad, difundido por el medio de comunicación Ilam al Harbi. Siria reinició las operaciones en la base aérea de la provincia de Homs atacada por los misiles estadounidenses, según observadores.
En su balance sobre la situación en la República árabe, Haley aseguró ayer que es imposible una Siria en paz con Al Assad en el poder en Damasco. “Si se observan sus acciones, si miramos a la situación, va a ser muy difícil ver un gobierno pacífico y estable con Assad”, dijo la funcionaria norteamericana en una entrevista concedida a la cadena de televisión CNN, donde matizó que el cambio de régimen no es la única prioridad, sino también acabar con los jihadistas del Estado Islámico (EI) y con la influencia iraní en Siria.
Por su parte, el canciller Tillerson –quien no habló abiertamente de un cambio de gobierno en Siria– iniciará hoy una gira internacional que lo llevará a participar en una cumbre ministerial del G7 en Italia y el miércoles visitará Moscú, donde mantendrá la que se espera será una reunión oficial del más alto nivel hasta la fecha con el gobierno del ruso Vladimir Putin. Todo indica que Tillerson llegará con la tranquilidad de haber podido despejar la suspicacias sobre su cercanía a Putin –quien lo llegó a condecorar cuando era consejero de la petrolera Exxon– con sus críticas a la falta de control de Moscú sobre su aliado sirio. “El resultado del fallo (ruso) ha llevado a la muerte de más niños e inocentes”, aseguró Tillerson ayer en una entrevista con CBS, donde afirmó que la muerte de 80 personas el martes no habría pasado si Rusia se hubiera asegurado en 2013 que Al Assad le entregaba, en efecto, todo su arsenal químico.
Rusia estuvo a cargo de mediar en el acuerdo de la administración del ex presidente Barack Obama para no atacar al gobierno sirio por un ataque en 2013 con armamento químico contra población civil, en vez de destruir el arsenal de esas armas prohibidas por las leyes internacionales. Tillerson aseguró que sigue confiando en que Rusia elegirá un rol constructivo para asegurar un alto el fuego estable en Siria y el reinicio de negociaciones de paz que pongan en marcha un proceso de transición política.
Washington y las principales potencias occidentales apoyaron a milicias opositoras desde el principio del conflicto, hace más de seis años, pese a lo cual estos insurgentes han perdido terreno dentro de Siria a manos no sólo del Ejército, sino también de grupos armados islamistas más radicales.
Estados Unidos atacó el viernes pasado con 59 misiles de crucero Tomahawk la base siria de Shayrat desde donde se lanzaron supuestamente los ataques aéreos con armas químicas del martes contra la localidad de Jan Shijún. Al menos 87 personas murieron en ese ataque químico, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización pro opositora con sede en Londres