Egipto vivió ayer un domingo sangriento. Dos atentados suicidas sacudieron a las catedrales cristianas de la localidad de Tanta, al norte de El Cairo, y de la ciudad mediterránea de Alejandría, donde murieron al menos 45 personas y 78 resultaron heridas, y cuya autoría fue reivindicada por el Estado Islámico (EI). Los ataques tuvieron lugar a menos de tres semanas de la llegada del papa Francisco a Egipto. La agencia de noticias Amaq, vinculada a la milicia que nació en Irak y creció al calor de la guerra en Siria, informó que la acción fue lanzada por un “grupo de seguridad perteneciente al Estado Islámico” para “que sepan todos los infieles y apóstatas de Egipto y de todas partes que nuestra guerra contra los idólatras continúa”.
En el texto, Amaq identificó a los dos atacantes como ciudadanos egipcios y se refirió a ellos por sus nombres de guerra: Abu al Baraa al Masri y Abu Isaac al Masri. Aunque el Cairo no confirmó ni la identidad de los suicidas ni la autoría del EI, el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, anunció el establecimiento del estado de emergencia en el país.
El primer atentado sacudió el templo de Mar Guergues (San Jorge, en árabe) en la ciudad de Tanta, a 120 kilómetros al norte de El Cairo, cerca de las 10 de la mañana hora local. El ataque coincidió con las celebraciones del Domingo de Ramos, que marca el comienzo de la Semana Santa. Según el vocero del Ministerio de Salud, Jaled Mugahed, al menos 27 personas fallecieron allí y decenas resultaron heridas. Los principales actores políticos y religiosos del país salieron a condenar inmediatamente el sangriento atentado.
“Se trata de un acto terrorista impío, pero erradicaremos el terrorismo de Egipto y tenemos la determinación para acabar con los grupos terroristas”, sentenció el primer ministro Sherif Ismael. Dos horas después, las condenas y los repudios seguían acumulándose cuando otro atacante suicida detonó una bomba que sacudió las puertas de la catedral copta de San Marcos, en la ciudad costera de Alejandría, y mató al menos a 18 personas, entre ellos los tres policías que le impidieron el ingreso a la iglesia, e hirió a otras 40, según el conteo provisorio del Ministerio de Salud.
Al momento del ataque, el propio Teodoro II, Patriarca de Alejandría y de toda África de la Iglesia ortodoxa de Alejandría, se encontraba dentro de la catedral encabezando el servicio religioso. Su secretario, Angelious Izhaq, informó que resultó ileso. Más tarde, el ministro de Salud de Egipto, Ahmed Emad, informó a medios locales que en total 45 personas habían muerto y otras 78 resultaron heridas en los dos atentados, según el diario Al Ahram.
Horas después del ataque, cientos de personas se concentraron frente al templo atacado en Tanta, para mostrar su solidaridad con las víctimas del atentado. Varios fieles golpearon las puertas cerradas del templo, que los responsables entreabren en alguna ocasión, dejando salir un intenso e irrespirable olor a sangre. Ashraf Ramzi, copto de 26 años, contó que él y su padre se salvaron gracias a un pilar de la iglesia que detuvo la onda expansiva de la explosión que, según Ramzi, ocurrió en las primeras filas de la iglesia, donde se sientan los hombres y cerca de los diáconos.
Ramzi relató que la sala de oración estaba repleta, que en cada banco había sentadas al menos 7 personas, y que al escapar llegó a ver en torno a medio centenar de cadáveres. “Aquí no es seguro para nosotros y nuestros niños, no hay seguridad y protección de parte de la policía”, se quejó Suna William, otra de los miembros de la comunidad copta que se acercó a la iglesia atacada. “La culpa es de la policía, no controla”, repitió un hombre que la acompañaba. El gobierno egipcio pareció escuchar los reclamos de la minoría copta de Tanta ya que poco después el Ministerio del Interior nacional destituyó a los jefes de Seguridad y de Investigación Criminal de la provincia de Al Garbiya, donde se encuentra la primera iglesia golpeada.
No obstante, el castigo no fue muy duro. La agencia de noticias oficial MENA informó que los dos funcionarios fueron reubicados en otros puestos públicos.
Cuando se empezaba a conocer la magnitud de los atentados, el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, declaró tres días de duelo nacional, decretó que las Fuerzas Armadas ayuden a la Policía a garantizar la seguridad de las instalaciones y los edificios vitales para el país, y difundió un comunicado en el que expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y consideró que los atentados fueron un “ultrajante acto terrorista que tuvo como objetivo tanto a coptos como a musulmanes”.
El Egipto de Al Sisi es aliado de Estados Unidos en la lucha mundial contra el EI y otras milicias islamistas en Medio Oriente. Al igual que las principales potencias del mundo, el Vaticano se solidarizó con Egipto, pero Francisco envió sus condolencias especialmente a su par copto.
“A mi querido hermano Su Santidad Teodoro II, a la Iglesia copta y a toda la querida nación egipcia, expreso mi profundo dolor y rezo por los difuntos y heridos”, afirmó el papa, antes de que el segundo atentado suicida de la jornada golpeara la catedral de esa religión cristiana en Alejandría.
Pese a la incertidumbre y las palabras incendiarias del EI, el vocero del Papa, Greg Burke, adelantó que el viaje del Papa sigue en pie como estaba planeado, el próximo 28 de abril. Se trata de una visita histórica ya que será la primera de la máxima autoridad católica después de 27 años. Francisco visitará la Catedral Copta de San Marcos, blanco en diciembre de un atentado reivindicado por el EI y la principal iglesia católica de la capital egipcia, y se reunirá con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Copta, Teodoro II, el líder de la confesión golpeada ayer, y con el gran imán de Al Azhar, Ahmed el Tayeb. Al Azhar es la principal representación del islam sunnita en el país y una voz autorizada para esa rama musulmana en todo el mundo islámico. Ayer fue una de las primeras en condenar los ataques, que, consideró, representan un crimen horrible contra todos los egipcios.