CHE, MEMORIAS DE UN AÑO SECRETO 7 PUNTOS

Brasil/Argentina, 2019

Dirección y guion: Margarita Hernández Pascual

Duración: 79 minutos

Estreno en Cine.Ar

Se llama Ramón Benítez. En abril de 1965 el hombre de negocios uruguayo desembarca en el aeropuerto de Dar es Salaam, en Tanzania. Viste de impecable traje gris, lleva la barba bien rasurada, sombrero Fedora de tono oscuro y anteojos de marco negro. A comienzos del año siguiente pasa unos meses en un departamento de Praga, más tarde en una casa apartada. Mata las horas jugando al ajedrez y escribiendo. En noviembre de 1966, casi calvo y con cabello canoso a los costados, Benítez bajará del avión que lo trasladó desde Cuba en el aeropuerto internacional de El Alto, Bolivia, y ya no se lo volverá a ver. Benítez es el Che Guevara, a quien un odontólogo cubano aplicó una prótesis dental y un arnés en la espalda, para que luciera encorvado. Dirigida por la realizadora de origen cubano Margarita Hernández Pascual, radicada en Brasil, Che, memorias de un año secreto narra el período en el que Ernesto Guevara vivió clandestino, tras haber renunciado al Ministerio de Industria en Cuba, con la intención de desarrollar una guerra de guerrillas en el Congo. Empeño en el que él y sus hombres fracasaron estrepitosamente.

“Que sean negros, bien negros”, pide el Che en Cuba, con la intención de armar un grupo guerrillero que no despierte sospechas en pleno centro de África. Hay un problema: él es blanco, bien blanco, y eso va a ser un obstáculo a la hora de que los combatientes congoleños obedezcan sus órdenes. Por otra parte, esos combatientes perdían tiempo haciendo brujerías antes de una acción bélica, no tenían mucha voluntad de combatir y su líder apareció una sola vez por el campamento, corriendo carreras en lancha y acompañado por dos beldades. Pero Che, memorias de un año secreto no empieza en ese punto sino a comienzos de la década, cuando Fidel visita Moscú, refrendando definitivamente los lazos políticos y comerciales de la isla con el régimen soviético. Guevara hace lo propio poco más tarde en China, donde mantiene varias reuniones con Mao Tsé Tung. El Politburó sospecha: el Che sería demasiado prochino. En 1965 da un discurso en Argelia, donde acusa a los países del bloque soviético de “complicidad implícita con el imperialismo”. El lazo está roto, y Guevara lo asume casi enseguida, partiendo de Cuba para siempre para abocarse a internacionalizar la revolución.

Hernández Pascual reconstruye ese lapso, uno de los menos conocidos de la historia del Che (sobre todo la estadía en Praga), apelando a los recursos más difundidos del documental: entrevistas a los sobrevivientes de aquella experiencia, filmaciones de época, fotos fijas cuando no las hay en movimiento, incluso el clásico mapita que describe recorridos de un punto a otro. Todos ellos nonagenarios, prestan su inapreciable testimonio a cámara ex comandantes de las fuerzas armadas cubanas y ex agentes de inteligencia, partícipes de la aventura africana. A ellos se suma el periodista estadounidense John Lee Anderson, conocido especialista en temas latinoamericanos. Se deja constancia del entrenamiento en Cuba, del carácter secreto de la misión (“la compartimentación es sagrada”, dice uno de ellos), del fracaso congoleño, del viaje a Checoeslovaquia, que Guevara prefirió antes que Moscú. Se insinúan objeciones a Fidel, que difundió la carta de despedida de su amigo, cerrando el camino a cualquier intento de regreso oficial a Cuba. Se omite un dato: la derrota comenzó cuando no se les hizo saber con anterioridad a los partidarios del asesinado Lumumba que Guevara iba a conducirlos en la selva. Lo cual originó lógicos resquemores. La película de Hernández no construye un Che épico, sino uno fracasado.

La fallida aventura africana se difundió oficialmente en Cuba recién dos décadas después de sucedida, en 1985.