Este lunes, una investigación publicada en la prestigiosa revista Nature Neuroscience planteó que el Sars CoV-2 podría ingresar en el cerebro de los infectados a partir de la nariz. El trabajo fue desarrollado por un equipo de investigadores del Charité, uno de los hospitales universitarios más grandes de Europa, que forma parte de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Berlín y de la Universidad Humboldt de la misma ciudad. Para arribar a tal resultado, realizaron autopsias a 33 pacientes fallecidos por covid-19 y hallaron ARN viral y otras proteínas alojadas en sus cerebros y nasofaringes. Si en el corto plazo se sumaran más trabajos que comprobasen esta hipótesis, el avance podría explicar los síntomas neurológicos que algunos pacientes evidenciaron, así como también, ser fundamental para el diagnóstico y la aplicación de nuevas medidas de prevención. Pues el principio es sencillo y vale para todas las disciplinas: a mayor conocimiento básico de estructura y funcionamiento, mayores serán las chances de diseñar mejores estrategias de mitigación y control del patógeno.
“A partir de las autopsias descubrieron proteínas virales en el cerebro pero hasta ahora no se explica en detalle cómo llegaron allí. Para eso deberían ver cómo el virus se propaga de una célula a otra y los pacientes explorados ya fallecieron. Sin embargo, tienen una hipótesis: puede ser que el Sars CoV-2 infecte a las células nerviosas (sensoriales) a través del sistema olfativo”, describe el biólogo e Investigador del Conicet en el Instituto de Neurociencia cognitiva y traslacional, Pedro Bekinschtein. Luego, continúa con el detalle y advierte: “De todas maneras, para poder infectar de forma amplia al sistema nervioso, el Sars CoV-2 debería poder dividirse y producir partículas virales en esa región. En efecto, tendría que poder llegar al núcleo de las neuronas. Que hayan encontrado ARN del virus no implica necesariamente que pueda replicarse en el cerebro”.
La covid-19 es una enfermedad muy compleja porque, de acuerdo a lo que se ha descubierto --en estos meses de avances científicos a un ritmo frenético-- no solo afecta al sistema respiratorio sino también al sistema nervioso central. Por este motivo, al dolor de garganta, la fiebre y otros síntomas característicos, también suelen sumarse la pérdida del olfato y del gusto, la fatiga y las náuseas. Hasta la fecha, algunos estudios habían advertido la presencia de ARN mensajero del patógeno en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo. No obstante, no estaba muy en claro cómo es que el virus colonizaba estas regiones del organismo. La presente investigación suma su granito de arena.
Cómo investigaron
Los investigadores e investigadoras a cargo del proyecto exploraron, a partir de autopsias, los cerebros de 22 hombres y 11 mujeres, que tenían --en promedio-- 71,6 años y habían estado internados 31 días aproximadamente. También concentraron su atención en la nasofaringe de los fallecidos (parte superior de la garganta detrás de la nariz), porque creían que podría ser un foco de contagio y de replicación del Sars CoV-2. De acuerdo al análisis, localizaron ARN viral y de varias proteínas en el cerebro y la nasofaringe, así como también partículas de virus intactas en esta última. Los niveles más altos de carga del virus se relacionaron, a su vez, con la membrana mucosa olfativa, sitio en el que se hallan las células nerviosas que habilitan el olfato, uno de los sentidos que se ve obstruido en algunos pacientes con la enfermedad.
“Existen muchos patógenos que ingresan a través de diferentes canales --como las terminales nerviosas-- y llegan al cerebro. Los virus como el herpes o la rabia constituyen ejemplos al respecto. Viajan a través del nervio y pueden arribar a las neuronas, de lo contrario no habría manera de que infectasen al sistema nervioso central”, señala el especialista. “Tendrían que inyectarte el virus adentro del cerebro para que ello ocurriera”, bromea con una hipótesis de ficción el divulgador científico y reciente ganador del Premio Estímulo, que otorga la Fundación Bunge y Born.
Los autores también identificaron proteínas virales (que funcionan como puerta de acceso para liberar el genoma viral en el interior de la célula humana) en ciertos tipos de células de la capa mucosa olfatoria. En este caso, el virus podría aprovechar la proximidad respecto del tejido endotelial y nervioso para ingresar al cerebro. Por otra parte, reportaron la presencia de Sars-CoV-2 en otras áreas del sistema nervioso, incluida la médula oblonga, es decir, el principal centro de control de las funciones respiratorias y cardiovasculares del cerebro.
Otras lupas sobre el cerebro
El Sars CoV-2 no solo complica a los pulmones sino también a las neuronas. El virus afecta en términos primarios al sistema nervioso y causa trastornos mentales, la perturbación de la memoria, cansancio y confusiones recurrentes. A principios de octubre, un preprint en bioRxiv (la investigación no fue chequeada por pares aún) afirmaba que el Sars CoV-2 podría ocasionar una obnubilación denominada “niebla mental”. Dicho estado podría perjudicar las rutinas personales y laborales de aquellos individuos que sobrevivieron a la enfermedad e, incluso, en muchos casos, la atravesaron sin la presencia de síntomas evidentes. Igor Koralnik, director de enfermedades neuroinfecciosas en el centro médico de Northwestern Medicine en Chicago, fue uno de los expertos que colocaron el tema en la superficie al señalar que “hay miles de personas que la padecen” --aludiendo a la “niebla mental”-- y puso sobre la mesa la necesidad de concentrarse en las secuelas neurológicas que deja la covid.
“Faltan más evidencias para poder comprobar que los problemas neurológicos que afrontan los pacientes son por consecuencia de la infección viral. Algunos trabajos han trazado los vínculos entre la exacerbación de los trastornos psiquiátricos y la infección por covid, más allá de las secuelas de depresión y ansiedad que por razones obvias dejó el confinamiento”, plantea Bekinschtein.