Entre 1943 y 1945 se produjo una inesperada alianza a escala planetaria entre el comunismo y el capitalismo. El espanto que los unió era el nazismo. El 2 de septiembre de 1945, cuando culminó la Segunda Guerra mundial fue el momento en que comenzó otra conflagración, conocida como Guerra fría. Este enfrentamiento en los ámbitos políticos, sociales, económicos, militares y culturales entre los Estados Unidos y la Unión Soviética también se dirimió en partidas de ajedrez. Según la caracterización brindada por el historiador británico Eric Hobsbawm, el lapso en el que la futura campeona de ajedrez, protagonista de Gambito de Dama, desarrolla su vida, es aquel conocido como edad de oro del capitalismo. Se trata de los años transcurridos entre 1945 y 1973, que en Argentina coinciden, de forma nada casual, con el surgimiento, apogeo, destitución, exilio y retorno de Juan Domingo Perón.
El acceso a la vivienda, a la salud, a la educación y al trabajo fueron realidades palpables en el mundo occidental, pero también pueden entenderse como concesiones del capitalismo ante los éxitos que el comunismo ostentaba entre los trabajadores. Estas mejoras sociales convivieron con modelos represivos característicos del siglo XIX.
Los colegios internados fueron uno de esos ejemplos adonde la crueldad y el maltrato eran moneda corriente. Es en uno de esos sitios adonde se desarrolla la trama inicial de esta exitosa serie. Y es en base a esta tragedia personal que forja su personalidad la niña conocida como Beth Harmon. En el orfanato, la imposición de la disciplina es férrea y se encuentra mediada por dos píldoras que son suministradas de manera diaria a todas las internas del establecimiento. Pronto, Beth se hace amiga de una niña afroamericana quien la aconseja que deje una de esas píldoras para la noche. Puede verificarse que aun en los lugares más despóticos siempre hay algún resquicio para la libertad y para soñar en un mundo mejor. La protagonista tuvo acceso a esa otra realidad de la mano del bedel, quien solía pasar horas jugando al ajedrez en el sótano del establecimiento. Allí aprendió a dominar sus secretos, a la par que convivía subrepticiamente la disciplina con la libertad. El estilo de juego de la niña comenzó a desarrollarse en un altísimo nivel que alcanza su climax cuando Beth es adoptada. Si bien su madre adoptiva le pone trabas para que siga jugando, pronto aprecia los réditos económicos que le otorga tener una hija campeona. La niña, aunque se da cuenta del interés meramente pecuniario de la madre, deja pasar esa mezquina actitud, porque desde que nació se encuentra sola y necesita compañía para atenuar esa soledad.
En la argumentación, la Unión Soviética aparece recurrentemente como el destino a conquistar por parte de los jugadores de ajedrez estadounidenses. En esa lejana región las personas son retratadas como seres extraños y fríos adonde la libertad no ha llegado aún, oprimidos por el sistema comunista. Empero, se reconoce que juegan en equipo en detrimento de la individualidad característica de los norteamericanos. En síntesis, Gambito de Dama, refleja de un modo atractivo las vicisitudes de una campeona de ajedrez en tiempos de Guerra fría, por lo que puede afirmarse que el tablero de ajedrez fue otro de los lugares en los cuales se dirimió esa pugna entre las superpotencias del siglo XX.
* Doctor
en Educación. Instituto de Educación. Universidad Nacional de Hurlingham