Vicenta Avendaño es una mujer humilde y analfabeta que fue noticia en 2006 por la lucha que emprendió por hacer valer los derechos de su hija que, por aquel entonces, tenía 19 años. La chica tenía un retraso madurativo y fue violada por un tío, quedando embarazada. Desde ese momento, Vicenta movió cielo y tierra parar lograr la interrupción del embarazo de su hija que la ley amparaba en ese tipo de casos. Sin embargo, se encontró con toda clase de dificultades luego del peregrinar por juzgados y fiscalías y de lidiar con jueces que no habilitaban el aborto. Incluso, el caso llegó a la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires. Finalmente, la chica pudo interrumpir el embarazo en una clínica privada, con el apoyo de organizaciones de mujeres que la acompañaron y ayudaron a juntar el dinero para pagar la intervención. Pero Vicenta no se olvidó del maltrato recibido, de las dilaciones, de las negaciones ni del martirio psicológico que implicó ese recorrido por la burocracia y la negligencia institucional. El caso llegó a los tribunales internacionales y el Comité de Derechos de la ONU dictaminó que las trabas ilegales al aborto no punible constituyeron una violación de los derechos de la joven y condenó al Estado argentino por vulnerar ese derecho.
Con esta historia, el realizador Darío Doria dirigió el film Vicenta, un documental no tradicional, sin entrevistas, hecho con muñecos de plastilina que no se mueven pero que representan los distintos personajes que tuvo esta tremenda historia. Y está narrado por la voz en off de la cantante Liliana Herrero, quien le otorga una carga dramática tan intensa que lo aleja de los testimonios a secas. El film se estrena mañana jueves en la plataforma Cine.ar Play y se podrá ver gratuitamente hasta el 10 de diciembre. Doria llegó a la historia de Vicenta y su hija por los medios. "Explotaba esta historia en los medios en el 2006. Fue tapa de Página/12 un montón de veces, los noticieros transmitían en directo. La verdad es que era imposible no seguir esta historia", admite el director en diálogo con Página/12.
-¿La película busca mostrar no sólo todas las trabas que hubo sino también el calvario de la madre? ¿Por eso la titulaste “Vicenta”?
-Sí, la idea era mostrar lo que le tocó a esta madre.
-Y su fortaleza.
-La historia que fue conocida por los medios fue muy dura y muy triste. Yo quería contar la segunda parte, la que no fue conocida. La segunda parte es la que vuelve maravillosa esta historia y la que pone a Vicenta de otra manera frente a todo esto que le pasó porque si era la primera parte, que es la conocida, era tristísimo y lo que quedó en el aire era terrible. Pero la segunda parte es la famosa "La lucha hay que darla hasta el final". Fue contar la historia entera, la fortaleza y el aguante de esta mujer que teóricamente no estaba preparada para enfrentar esto.
-¿Hablaste con Vicenta para la película?
-Sí, hablé antes de hacerla. Me reuní una sola vez con ella y con Estela Díaz, que era la secretaria de Género de la CTA y ahora es ministra en Provincia. Ella aceptó que yo hiciera la peli, que la peli llevara su nombre, pero le causa tanto dolor recordar lo que vivió que se le llenan los ojos de lágrimas y me pidió no participar.
-¿Por qué utilizaste el recurso de personajes con muñecos de plastilina para el documental?
-Fue una búsqueda. Yo sabía que no quería hacer un documental con material de archivo y entrevistas. Tampoco con una mezcla de cabezas parlantes. Recrear situaciones con actores, menos todavía. Prefería poner al espectador al lado de Vicenta y que el espectador la acompañara en este padecer. Empecé una búsqueda para ver de qué manera hacerlo y, de casualidad, me encontré con el trabajo de Mariana Ardanaz, que es la ilustradora y artista plástica que trabaja con plastilina. Ella tenía publicada una historia que era sobre una nenita que vivía encerrada en su cuarto. Yo la vi y para mí esa nenita era la hija de Vicenta y el encierro que tenía era su discapacidad. La contacté y empezamos a probar cosas. La otra cuestión es que la historia es muy dura, muy triste y la mayoría de la gente sale espantada con estos temas: pobreza, analfabetismo, aborto...Y era también un poco acercar al público de una manera más gentil, ofrecerle esta historia que es dura, pero de una manera estéticamente más abordable. Fue esa mezcla de cosas.
-¿Cómo surgió la idea de que Liliana Herrero narrara la voz en off?
-Desde que arranqué con el proyecto sabía que era ella. No sabíamos qué texto iba a decir. De hecho, lo escribimos al final. Pero sabíamos que el cuerpo de esas palabras era el de ella. La verdad es que no recuerdo el momento en que dije: "Es ella". No fue escuchando cuando ella canta sino cuando ella habla. Me gusta la tonada y esa calidez que tiene al hablar. Fue la primera y única opción que manejamos.
-La narración está en tercera persona pero, a su vez, refleja el proceso interno de Vicenta. Y la voz de Liliana Herrero le otorga una carga dramática muy importante para que eso se transmita no sólo como una lectura.
-Es una voz medio rara porque por momentos es de tercera persona, por momentos es de segunda. Es una voz que le habla a Vicenta, pero a veces le habla al público. Es una voz que escribió la escritora Florencia Gattari. Casualmente, Florencia Gattari y Mariana Ardanaz no vienen del palo del cine. Y son las que marcaron un poco la peli. Pero en cuanto a Liliana, la voz sostiene toda la película. Cuando la contactamos, ella nos decía: "Pero ustedes necesitan una actriz, yo soy cantante y no sé si puedo llevar el peso dramático de toda la película". Y al final lo llevó, lo hizo y está genial.
-¿Qué te sugiere que la película se estrene en un momento en el que está la posibilidad de que el derecho al aborto se convierta en ley?
-Es una casualidad enorme porque hace más de cinco años que estamos con la peli y justo se estrena la semana que arranca el debate. Nos guastaría haber llegado tarde y que ya fuera ley hace rato. Tenemos que ser muy medidos en esto porque la lucha de las mujeres viene desde hace mucho y es larga y fuerte. Y nosotros somos una cosita más que se suma. Ojalá que sume algún granito de arena a la discusión o al debate, pero somos medidos en entender que ocupamos un lugar chiquitito.
-Así y todo, ¿crees que esta película puede colaborar en el cambio que necesitan las instituciones en cuanto a lo retrógrado que tienen en algunos casos?
-Sí, ojalá. No la peli, pero la historia de Vicenta ya cambió las instituciones porque el protocolo para abortos no punibles que está en vigencia fue producto de la historia de Vicenta y de la denuncia que hizo la ONU. La ONU obligó al Estado argentino a establecer protocolos. Y es el que está vigente. Así que Vicenta ya cambió las instituciones.