Una idea del despojo. La del gaucho Martín Fierro, aquel personaje de José Hernández de fines del siglo XIX, que es obligado a dejar su casa, su familia y marcharse a la frontera. A ese espacio marginado, en tensión. Una idea similar se le representó a Manuel Ablín y sus compañeros de El Choque Urbano en el transcurso de 2018, en pleno macrismo y sus políticas regresivas y liberales. La compañía de percusión, teatro y danza sentía en esos días la necesidad de construir una obra nueva y el texto poético de Hernández les vino como anillo al dedo para contar una historia que trazara puntos de contacto entre el pasado y el presente. Así nació Fierro, una obra que en 2019 recorrió todo el país y ahora se puede ver por streaming en el marco de la temporada de teatro del Paseo La Plaza.
“Lo comenzamos a trabajar en 2018 en pleno macrismo, un año muy difícil a nivel laboral. Y teníamos ganas de hacer una nueva obra, por una cuestión de impulso crítico a lo que habíamos vivido”, contextualiza Manuel Ablín, director general de El Choque Urbano. “El tener laburo te acomoda en un lugar donde la necesidad de crear o buscar nuevas alternativas disminuye; entonces hacía varios años que no estrenábamos una obra. Pero el 2018 nos encontró con esa necesidad de buscar a partir de un punto de partida, que en este caso fue el libro El Gaucho Martín Fierro”, cuenta Ablín. La obra está basada en la primera parte del libro de Hernández (La ida).
El espectáculo fue grabado antes de la pandemia en El Galpón de Guevara, con público en la sala, y el material editado estará disponible por streaming el viernes 4 y sábado 5 de diciembre, a las 21, a través de la plataforma Plateanet. “Para nosotros siempre es un desafío buscar algo nuevo dentro de nuestra propuesta y el público valora eso. Tratamos de reinventarnos en cada situación creativa para no quedarnos en el lugar cómodo”, dice el director sobre esta puesta que pone el acento en la palabra. En esta obra, combinan la música electrónica, el hip hop, el folklore, la cumbia y la música clásica; con coreografías de danza contemporánea, house, afro, tango y folklore. “No interesaba recuperar un poco el sentido de la palabra y fusionarla con la potencia musical y coreográfica de El Choque”, resumen Ablín.
-¿Y por qué la palabra ocupa un lugar central?
-Porque es un complemento muy rico, que nutre al movimiento y a la música. Le da sentido literal: la palabra sirve para afirmar. No deja al libre albedrío del espectador, como puede ser una coreografía, por ejemplo. La palabra es concisa, transmite una idea concreta. Y al releer el Martín Fierro nos situó en una situación bien contemporánea sobre el despojo de las personas, sobre la grieta. Sentimos que había un paralelismo entre lo que cuenta el Martín Fierro en la primera parte y lo que estábamos viviendo en 2018. Veíamos muchos Martín Fierro en la calle dando vueltas. Este libro trasciende todas las épocas, por eso es un clásico y sigue vigente.
-¿Y es la primera vez que trabajan tanto con la palabra, no?
-Es la primera vez que trabajamos sobre un texto concreto, algo poético y tradicional. Fue un gran desafío. Tanto en Fabricando sonidos como en La nave no existía la palabra, sino que era un lenguaje gutural, inventado. Y en Baila! aparece la canción con letra, fue un paso adelante en la narrativa de la obra. En Fierro agarramos los textos y en base a eso empezamos a componer encima, tanto musical como coreográficamente. Hay canciones y situaciones donde se narra la poesía.
-La primera escena transcurre en un basural, ¿Por qué ese escenario?
-Usamos la bolsa de basura como objeto madre, que permanece en todo el transcurrir de la obra. La bolsa de basura nos genera un montón de preguntas: qué hacemos nosotros con nuestros residuos. Ahí depositamos todo lo que no queremos y queremos tirar. Y los llevamos afuera para que se los lleven otros y esos otros también les genera una utilidad. Entonces, El Choque Urbano trabaja con la filosofía de resignificar el uso de los objetos para transformarlos en instrumentos. Todo lo que puede contener una bolsa de basura: lo que no le sirve a una persona le puede servir a otra. Una de las cosas que encuentra uno de los personajes adentro de la bolsa es un ejemplar del Martín Fierro. Y eso es un punto de partida de todo lo que sucede después: cómo un libro viejo puede despertar un sin fin de mundos a otras personas. También nos invita a preguntarnos qué hacemos con nuestros desechos, cómo podemos mejorar la vida de los otros ordenando la vida de uno también. Hay muchas cosas que se tiran en vano que podrían ser útiles, como la comida.
-¿Cómo se imaginan la recepción de esta obra por streaming? Lo de ustedes es muy corporal y de contacto fuerte con el público...
-Es raro, sí. A mí me cuesta mucho pensarnos en esta nueva modalidad. Y más teniendo en cuenta que la propuesta no fue concebida para eso. Está buenísimo como disparador, porque la multimedia está en un nivel expresivo muy complejo. Y muy dispar también: ¿Qué le llama la atención a la gente en su teléfono? Es interesante el lenguaje nuevo, lo que hizo la pandemia es enfocar a toda la gente de una en eso. Entonces, la propuesta de Fierro la tenés que pensar en cómo se veía en el teatro, porque no fue pensada para el streaming. El streaming es controversial, pero es la realidad que nos toca. Ya volveremos al vivo. Estas compañías se nutren de lo presencial.
-Ya están sucediendo espectáculos en vivo, con protocolos rigurosos, ¿Están analizando la posibilidad de la vuelta al vivo a corto plazo o no es algo que estén planeando?
-Estamos con algunos proyectos para llevar adelante en plazas. Es importante la idea de volver a las fuentes, porque nosotros arrancamos así: tocando en plazas. Entonces, es un buen momento para poder vivenciar esas instancias y recuperar eso que quizás se había perdido. No estamos pensando en teatros aún, porque es difícil a nivel producción actuar en un teatro ahora, con un treinta por ciento de público en la sala. Además, es una compañía grande, con veinte personas.