Pese a que decenas de diputados conservadores se rebelaron contra el primer ministro británico Boris Johnson, la Cámara de los Comunes aprobó las nuevas medidas propuestas por el gobierno para contener el coronavirus. Desde este miércoles el confinamiento deja paso a una versión más estricta del sistema de restricciones que pone al 99 por ciento de la población de Inglaterra en situación de alerta alta o muy alta, y fuerza al cierre parcial o total de pubs y restaurantes, dependiendo de la región. Las medidas fueron aprobadas por 291 votos a favor frente a 78 en contra luego de un acalorado debate de casi siete horas.
Presente durante la sesión, Johnson le pidió al Parlamento su colaboración y dijo que el Reino Unido debe "mantener la calma" hasta que las vacunas contra la covid-19 sean aprobadas y distribuidas. El voto en contra de 55 tories demuestra el grado de descontento ante medidas que consideran que coartan las libertades individuales de los británicos. Se trata de la mayor revuelta contra el gobierno desde el triunfo de Johnson por mayoría absoluta en las elecciones generales del 12 de diciembre de 2019.
La defensa de Johnson
El primer ministro británico justificó su plan de restricciones de tres niveles al afirmar que Reino Unido "no puede relajarse" a la espera de que llegue la vacuna. Johnson abrió el debate en la Cámara de los Comunes antes de que los diputados votaran las distintas restricciones que se aplicarán en Inglaterra a partir de este miércoles. El líder conservador aseguró que los argumentos científicos para las nuevas restricciones son "convincentes" y le pidió el apoyo a su mayoría de 364 diputados, ante la abstención anunciada de antemano por la oposición laborista.
"Con una propagación variada de la epidemia en todo el país, hay razones para aplicar los niveles por área", puntualizó el primer ministro. En base al mencionado plan de tres niveles (medio, alto y muy alto), el 99 por ciento de Inglaterra estará sujeto a los dos máximos grados de alerta. Se verán sometidos a estrictas restricciones como la prohibición de ver a familiares y amigos en lugares cerrados. Comercios y gimnasios abrirán en todo el país, pero los 23 millones de personas en el nivel de alerta más elevado verán bares, cines y teatros cerrados.
"Acepto que esto no es un retorno a la normalidad pero está mucho más cerca" de ella que la orden de solo salir de casa para trabajar, ir a la escuela o visitar al médico, vigente durante el segundo confinamiento culminado este dos de diciembre, defendió Johnson. Gracias a este esfuerzo "se ha contenido el virus pero no se ha erradicado", insistió frente a los diputados en la apertura de un debate que se anticipaba tenso.
Voces en contra
El exsecretario de Estado y miembro de la Cámara de los Comunes, Jeremy Wright, dijo que votaba en contra del gobierno "por primera vez en diez años". Aseguró que las restricciones deben ser "tan locales como sea posible, de acuerdo con datos del virus que sean precisos y confiables".
Por su parte el también conservador Steve Baker advirtió: "Aquí nos encontramos en un momento profundamente peligroso, dirigiéndonos a infracciones de nuestras libertades en torno a la vacunación y las pruebas que normalmente nunca toleraríamos. Por lo tanto, con gran desgano voy a tener que votar negativamente esta noche para enviarle un mensaje al gobierno".
El primer ministro Johnson trató de frenar la rebelión en sus filas ofreciendo una ayuda económica adicional a los pubs y restaurantes. Sin embargo, las mil libras (1.341 dólares) de apoyo dirigidas a esos establecimientos fueron consideradas insuficientes.
Primera fuerza de la oposición, los laboristas que hasta ahora siempre habían apoyado las restricciones contra el coronavirus, se abstuvieron. Algunos diputados laboristas decidieron sumarse sin embargo al voto en contra debido al impacto económico de las medidas en el norte de Inglaterra, donde unos 23 millones de británicos tendrán que soportar las máximas restricciones al menos hasta principios de febrero.
Matt Hancock, secretario de Salud británico, fue el encargado del cierre de la sesión. Aseguró conocer en primera persona el "costo del coronavirus" ya que su abuelo Derek murió a causa del virus el mes pasado. Hancock reconoció que los parlamentarios tenían que "tomar una decisión difícil", aunque "no deben pensar en lo que les traerá popularidad a corto plazo, sino en lo que es correcto".
Reino Unido continúa siendo el país más castigado de Europa por el coronavirus. Las autoridades sanitarias constataron el martes 603 muertes por covid-19, una cifra significativamente superior a las 205 víctimas del lunes. Con este número, las víctimas mortales ya ascienden a 59.051.