A contramano de la cultura popular norteamericana que ha educado sentimentalmente a generaciones —y que entiende la adolescencia como ese lugar ensoñado, lleno de nostalgia y, por lo tanto, de merchandising— el objetivo de los amigos y guionistas Nick Kroll y Andrew Goldberg fue poner a la pubertad y todo su despertar explosivo en el lugar donde ellos realmente sienten que pertenece: en una usina de horrores.
Heredera de la insolencia de South Park, su gran alma mater, y también de Los Simpsons y de Animaniacs, Big Mouth nació en 2017 de la mano de estos dos comediantes, efectivamente amigos desde la primaria, y se convirtió rápido en uno de esos objetos a los que los usuarios de Netflix rinden veneración. Tanto, que cuando el año pasado la cadena tuvo que confirmar una tercera temporada de la serie, no solo anunció eso, sino que la extenderían hasta una sexta y que además habría un spin-off.
Big Mouth, que acaba de estrenar su cuarta entrega en la plataforma de streaming y que este año se hizo del Emmy, es una serie sobre las viscosidades de la pubertad y los monstruos hormonales —que en este universo son monstruos literales, a la manera de las tiernas bestias infantiles de Maurice Sendak, pero en versión de criaturas peludas e hipersexuales— que la gobiernan y la dirigen. Una comedia, anti coming of age, en clave escatológica, en la que Nick Kroll, Andrew Goldberg, y un montón de amigos que ya conocemos de la comedia norteamericana actual, con flamantes cameos en todos los episodios, quisieron rememorar los horrores y las asquerosidades de su preadolescencia en los años noventa y encarnarlos en las aventuras de un grupo de chicos suburbanos en plena ebullición.
“Yo realmente eyaculé por accidente en mis pantalones en el baile de graduación, y a Nick realmente lo levantaron de los calzones en frente de la chica que le gustaba”, dice Goldberg. Ambos se conocieron en la niñez y forjaron amistad a través de su inusual sentido del humor, el mismo que curiosamente los llevó también a trabajar en televisión en su vida adulta. Después de que Goldberg fuese guionista de Family Guy y de que Kroll hiciese lo suyo con su propio late show en Comedy Central, los dos amigos se reunieron para hacer un postergado proyecto conjunto. “La comedia es un arte colaborativo. En la vida también, cuando encuentras a la gente con tu mismo sentido del humor, no te deberías separar nunca más”, dice Nick Kroll, de 42 años, quien sorprendentemente vivió dos veces en Buenos Aires.
Al menos, esta dupla se tomó la consigna bastante en serio: su equipo creativo no solo está compuesto por celebridades, sino por algunos amigos que conocieron a los seis y a los 11 años, en la secundaria y en los primeros años de universidad. "Cuando imaginamos el show, lo pensamos como algo que a nosotros y a nuestros amigos nos encantaría ver en televisión, y de hecho, está muy basado en nuestras infancias. Luego nos dimos cuenta de que había muchos chicos viéndolo, cosa que no era nuestro objetivo inicial, pero que nos parece genial porque logra que varios chicos se sientan menos solos”, asegura Kroll.
A pesar de su muy disponible ubicación en Netflix, parece que por su tipo de humor, siempre a punto del desborde, con una negrura e incorrección casi, casi imposible en la TV actual, Big Mouth es la nueva serie para adultos que los chicos ven a escondidas de los padres, y que los padres ven a escondidos de los chicos, aunque en este caso, dicen algunos espectadores, parece haber habilitado una serie de conversaciones familiares más descontracturadas a las que la generación South Park nunca pudo acceder.
En cada temporada, además de la viscosidad, el líquido seminal y escenas tan asquerosas como las de todo un verano en un campamento adolescente, también hay un serie de temas contemporáneos abordados desde el humor: la identidad racial en un Estados Unidos multicultural, la depresión adolescente, el abuso sexual o la transexualidad en la infancia.
“Creemos que esto verdaderamente funciona en la serie, sobre todo para los chicos, porque sabemos que cuando el chiste se convierte en una idea muy declamatoria y deja de ser graciosa, hay que revisarlo, hay que sacarlo inmediatamente de ahí. Mientras más gracioso es el chiste, más posible es la identificación. Tenemos un equipo creativo diverso porque creemos que es necesario que las ideas sean lo más específicas posibles”, dice Kroll, y agrega: "Creo que las primeras temporadas fueron una mirada mucho más nostálgica a nuestras propias infancias pero ahora nos reinventamos. Nos dimos cuenta de que los chicos de esta generación también están mirando este show, y entonces ahora nos preocupa mucho más investigar sobre cómo es ser un chico hoy y qué está viviendo un adolescente en el mundo moderno mientras crece”.
Para contar sus desventuras adolescentes, Kroll y Goldberg también se las arreglaron para generar un despliegue de lujo en esta primera serie conjunta. Las voces estables de los personajes de Big Mouth son gigantes del medio como las comediantes de Saturday Night Live Maya Rudolph y Jenny Slate, el director de terror ganador del Oscar Jordan Peele o el comediante Jason Matzoukas, acaso el mejor personaje de Parks and Recreation y Brooklyn 99.
En esta cuarta temporada, los cameos prometen también a Seth Rogen, Paul Giamatti y John Oliver. Pero quizás, lo que causa más expectativa por el momento es el paso siguiente para la serie, es decir, Human Resources, el spin-off que les prometió Netflix a los fanáticos. El nuevo emprendimiento ya fue anunciado para el próximo año y se sabe que será otro tipo de comedia: un documental falso a la manera de The Office que se enfoca ya no en los chicos sino en el universo de sus monstruos hormonales, y en cómo esos monstruos manejan el deseo de las personas mucho después de la pubertad, por el resto de sus vidas. “Estamos muy emocionados de poder contar otro tipo de historias con nuestro estilo, no solo sobre la pubertad, sino extender estos horrores a varias otras historias de vida”, aseguró Goldberg.