La Comisión de Estupefacientes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) quitó al cannabis de la Lista IV, donde la Convención Única de Estupefacientes en su tratado de 1961, enumeró a las “sustancias dañinas y con beneficios médicos limitados”. De esta forma, la ONU reconoció oficialmente las propiedades medicinales del cannabis. La Lista IV contiene a los narcóticos peligrosos para la salud y más estrictamente controlados a nivel mundial. La decisión se basó en un informe que la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó ante la Comisión, en el que le recomendó reclasificar el cannabis y reconocer su utilidad medicinal.
En la carta y el informe que envió a la Comisión de Estupefacientes en febrero de 2019, la OMS también había sugerido cambiar el dronabinol -componente activo del cannabis–, que actualmente está fiscalizado según la convención de 1971 sobre Sustancias Psicotrópicas, a la Lista I, para que esté legislada en la misma categoría que la planta, pero esta recomendación no obtuvo los votos suficientes para llevarse a cabo. La convención de 1971 incluye drogas como el LSD o el éxtasis, además de distintos componentes activos de la planta de cannabis.
La reunión de la Comisión debía realizarse en marzo de este año, pero por la pandemia del coronavirus se suspendió y finalmente se concretó este miércoles. “El sistema internacional de fiscalización de drogas no suele dar este tipo de noticias, así que en principio resulta una decisión positiva”, analizó Alejandro Corba, abogado e investigador de la asociación civil Intercambios, que se dedica a estudiar y revisar las políticas de drogas, y advirtió que, a pesar de ser una buena noticia, “no repara la injusticia que existe en el mundo respecto de la legislación del cannabis”. Si bien ya no estará dentro de la Lista IV, la planta seguirá en la Lista I, que incluye drogas peligrosas como la heroína o el opio.
Si bien la legislación de cada país depende de la normativa local, Corba afirmó que “es posible que tenga algún tipo de impacto en reinterpretar ciertas conductas dentro del país”. Según el especialista, si bien “la clasificación mejoró porque estaba en el nivel más alto de restricciones”, la modificación “podría haber apuntado a clasificar el cannabis dentro de las drogas de menos riesgos, que es la Lista II”.
En la votación, 25 países -los latinoamericanos Chile y Perú, además de Rusia, China, Japón y Egipto, entre otros- se manifestaron en contra de la reclasificación del cannabis, mientras que otros como Francia, que en otras ocasiones se había expresado en contra de la iniciativa, cambiaron su postura y votaron a favor. Finalmente, con 27 votos favorables y la abstención de Ucrania, la Comisión aprobó la modificación recomendada por la OMS.
“Las agencias reguladoras internacionales inciden mucho en las regulaciones locales”, opinó Albertina Moglioni, doctora en bioquímica e investigadora del Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA), de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Moglioni lidera, junto a Catalina Van Baren, un grupo de estudios sobre la composición del aceite de cannabis de uso terapéutico, con el objetivo de mejorar su calidad de producción nacional. Para Moglioni, el aval desde Instituciones internacionales y de salud "va a tener impacto sobre la cantidad de investigaciones que se inicien el año que viene. Si se investiga más, la aplicación y la producción avanzan más rápido”.
En noviembre de este año, el Poder Ejecutivo nacional aprobó por decreto la nueva reglamentación de la Ley de uso medicinal del cannabis, que facilita e impulsa la investigación de los usos terapéuticos de la planta, y establece que el sistema de salud debe garantizar el acceso al aceite de cannabis a los pacientes para los cuales los profesionales de la salud indiquen el tratamiento. “El hecho de que a nivel mundial el cannabis fue sometido a una persecución histórica tiene efecto sobre el uso y el acceso al aceite”, señaló Moglioni, y remarcó que “este año hay un montón de circunstancias que convergen hacia el mismo lado”.
“Este lunes nos avisaron que podemos empezar formalmente con el análisis de los aceites y con las encuestas a los médicos que los prescriben”, relató a este diario la especialista y advirtió que “es muy difícil trabajar en la marginalidad”. En este sentido, Van Baren alertó que "sacarla de la lista IV significa que se la reconoce de utilidad medicinal, pero al quedar en lista I sigue estando controlada", y remarcó que "para la investigación es un gran paso porque no quedamos tan en off-side".
Informe: Lorena Bermejo