La defensa del armador de autos truchos Carlos Telleldín arrancó este miércoles con su alegato y adelantó que pedirá el sobreseimiento de El Enano, como le decían a Telleldín. La defensora oficial continuará con su alegato la semana próxima, pero hasta ahora sostuvo que a Telleldín ya se lo juzgó en 2004 y no se puede juzgar dos veces a una persona por los mismos hechos, que el caso está prescripto, que no todo acto de terrorismo es un crimen de lesa humanidad y que las maniobras de los jueces y fiscales al principio de la causa --operaciones de servicios de inteligencia, detención de toda la familia de Telleldín-- hacen nula la prueba en la que se basa la acusación.
La audiencia de este miércoles, como todas las anteriores, se realizó de manera remota y el alegato de la defensora oficial, Verónica Carzolio, fue seguido por los jueces y cada una de las partes desde sus oficinas o domicilios. Incluso Telleldín, que ahora es abogado, apareció como siempre delante de gruesos tomos de publicaciones de derecho.
Como era de esperar, Carzolio anticipó su conclusión: que Telleldín debe ser absuelto. Pero todavía no se refirió a los hechos concretos. El armador de autos está acusado de haber preparado la camioneta Trafic sabiendo que se iba a utilizar para una explosión, es decir que debió imaginarse que iba a provocar una tragedia con la posibilidad de muertes. Es muy probable que la semana próxima, la defensora analice que no existe ninguna evidencia de que Telleldín sabía, que él tomó los 14 mil dólares que le pagaron y que eso fue lo único que le importó y, luego, cuando se dio cuenta de que el documento de identidad del comprador era falso, primero temió que se usara en una operación de narcotráfico y, al producirse el atentado, vislumbró que el ataque se perpetró con la camioneta que él había vendido.
Sin embargo, en la primera mitad de su alegato, Carzolio no se refirió a los hechos, sino que transitó temas que tienen que ver más bien con las normas del derecho:
* Afirmó que a Telleldín ya lo juzgaron y que es inconstitucional este nuevo juicio. Lo que sucede es que la Corte anuló el fallo de 2004, por lo tanto no hubo un fallo firme. Aún así, Carzolio sostuvo que este segundo juicio viola los pactos internacionales y corresponde la absolución.
* También la abogada argumentó que los hechos ocurrieron hace 26 años y que el fallo fue anulado por la Corte hace nueve. Por lo tanto --señaló Carzolio-- corresponde la prescripción. La defensora oficial sostuvo que internacionalmente no es evidente ni directo que un atentado sea considerado un delito de lesa humanidad y que Telleldín nunca fue indagado por un delito de esa naturaleza.
* Finalmente, Carzolio recorrió las irregularidades cometidas por el juez original, ya destituido, Juan José Galeano. Recordó por ejemplo, que a Telleldín lo fue a ver a la cárcel el capitán Héctor Vergéz, agente de la entonces SIDE; que el magistrado detuvo a toda la familia de Telleldín como apriete y que también entró al penal la fallecida camarista María Luis Aramayo, también de manera irregular. En base a esos elementos, la defensora consideró que son nulas todas las pruebas recogidas al principio del expediente.
El miércoles próximo, Carzolio prometió terminar con su alegato y luego vendrá seguramente otra jornada de réplicas. Significa que a partir del 16, los jueces Javier Ríos, Andrés Basso y Fernando Canero estarán en condiciones de dictar sentencia. No está claro si será antes de fin de año, pero hay alguna posibilidad.
Nada es fácil en esta causa, la que verdaderamente investiga el atentado contra la AMIA. Es que lo que se sabe es muy poco: 26 años después se desconoce de dónde salieron los explosivos, quién se llevó la Trafic de la casa de Telleldín el 10 de julio de 1994, dónde estuvo el vehículo desde ese día hasta el sábado 16 en que se estacionó frente a la Facultad de Medicina, quién armó el coche bomba, quién lo condujo hasta la sede de la calle Pasteur el 18 de julio ni cómo ese terrorista entró al país. El fracaso de la investigación del Estado en todas esas cuestiones elementales tiñe el juicio actual y explica el resultado más crudo: a 26 años no se identificó ni un solo responsable del ataque a la mutual judía.