"Somos hijas de nuestros hijos", repite siempre Hebe de Bonafini, aun este 4 de diciembre cuando la cofundadora de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo cumple 92 años en el contexto impensado de la pandemia.
Y ese segundo y doloroso nacimiento se produjo el 9 de febrero de 1977, cuando fue secuestrado su hijo Jorge, estudiante de física en la Universidad de La Plata. O cuando en diciembre de ese mismo año desapareció Raúl, su segundo hijo, estudiante de Ciencias Naturales, que había pasado a la clandestinidad con el secuestro de su hermano.
Esa segunda Hebe tendría hoy 43 años, de los cuales pasó los últimos 41 al frente de esas Madres que cada jueves realizan su marcha alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo. Porque "son marchas y no rondas", como se encarga de explicar la propia Hebe. "Rondar es volver siempre sobre lo mismo" y marchar "es ir hacia algo y eso es lo que nosotras siempre hicimos: marchar y transformar", asegura.
Sobreviviente de miles de batallas, el coronavirus planteó nuevos desafíos. En diálogo con Página/12, la luchadora contó cómo, por la pandemia, las Madres tuvieron que “convertir sus cocinas en plaza” y hacer virtuales las marchas de los jueves y resaltó su emoción por el regreso de Evo Morales a Bolivia". También su dolor por la partida de Diego Maradona, siempre tan cercano a las Madres.
“Con el tema de la pandemia las Madres nos reinventamos. Desde marzo convertí mi cocina en la plaza y, si bien no es lo mismo hacer los discursos con olor a sopa, hubo que hacerlo para cuidarnos y cuidar a los demás”, reflexiona Hebe. En su caso particular, cuenta que aprovechó mucho para pintar, leer y cocinar: “me gusta comer con mantel y con flores en la mesa. No como así no más”, aclara. Luego comenta que lo que más tiempo le insume es la preparación de sus tres programas de radio y la organización de los “Mateando con Hebe”, que se publican todos los lunes con invitados de lujo.
Las marchas de los jueves, aún en su versión remota, mantienen el ritual, su espíritu. "Hay Madres que ponen el pañuelo en la ventana a la hora exacta, otras me llaman unos minutos antes y hacemos que vamos como si se tratara de un teleteatro. Visitación me llama y me dice: ‘vamos a la marcha eh, agarrame que si no me voy a caer porque está feo el terreno’. Hay cosas que la gente tal vez no entienda, pero que para nosotras son parte de nuestra vida", asegura.
“Nuestros hijos no están muertos porque nadie nos dijo qué pasó. Por eso fuimos a una plaza a encontrarnos con ellos y no a un cementerio. Una plaza es un lugar que tiene vida. La Plaza de Mayo es la plaza de la libertad”, sostuvo hace poco Hebe y remarcó: “Somos hijas de nuestros hijos. Aprendimos de su lucha”. A los 92 años, o a los 43, o para siempre, como el lugar que las Madres ganaron en el corazón y la historia argentinos.