La columna vertebral del Consejo Económico y Social (CES) estará conformada por dirigentes de organizaciones obreras y cámaras empresarias. El binomio trabajador-empresario da pie al fenómeno capitalista que, con la articulación del Estado, desemboca en la generación de riqueza nacional, otorga su impronta a las regiones y da arraigo a sus poblaciones en el territorio.

Ambas expresiones se reunieron con los ministros de Desarrollo Productivo y de Trabajo el lunes 19 de octubre para dar inicio formal a lo que se denominó el Acuerdo Económico y Social, convocado “en el marco del CES”, tal como rezaban las invitaciones y según fue interpretado por los propios asistentes.

La creación de la nueva agencia va adquiriendo cuerpo, por lo que es oportuno preguntarse si los partidos políticos tendrán representación en el CES.

Consagrados en el artículo 38 de la Constitución Nacional como “instituciones fundamentales del sistema democrático”, los partidos políticos no exigen antecedentes, linaje, estatus, identidades ni balances para que, quien quiera afiliarse, lo haga. Son las organizaciones más horizontales y abiertas de la comunidad

Los poderes ejecutivos y las legislaturas se eligen a partir de ofertas partidarias. Con semejantes títulos, no habría motivo para que estén ausentes del CES, donde las referencias de la comunidad organizada participarán directamente en esa vía del proceso de adopción de las políticas públicas.

Soberanía popular

Sin embargo, las disposiciones del CES no deberían estar sometidas a la aprobación o el rechazo de los delegados partidarios que concurran a las mesas de discusión, sino que provendrán de la voluntad de los consejeros sectoriales en interacción con las autoridades gubernamentales. Sujeta a esa condición, la presencia en los debates dentro del CES de representantes de las fuerzas políticas será propiciada y alentada.

El componente partidario no opera como obstáculo sino como canal de viabilidad en una república con ejercicio democrático de alta intensidad. En el ideal del CES será la comunidad la que discuta, en todo caso junto con sus partidos políticos, pero será esa comunidad -su correlato expuesto a través de sus organizaciones- la que dictamine y traslade sus inquietudes a los mandatarios surgidos de la soberanía popular.

Será la pura voz colectiva que peticiona aquella que el Gobierno tendrá que escuchar y la que tendrá que sopesar junto con todos los elementos que constituyen el menú de la toma de decisiones.

La concurrencia de delegados en nombre de los partidos habilitará un flujo de información directa, sistematizada, ordenada y constante en dos sentidos. En uno, hacia los políticos, que no pocas veces carecen de diagnósticos de fuentes calificadas y, en ese desconocimiento, prefieren opinar sin justificar sus posturas. En el otro sentido, hacia los referentes sectoriales, que tendrán que abrir el ángulo de su entendimiento y atravesar las fronteras de sus corporaciones o las de sus intereses de clase o actividad y entrenarse en la comprensión de las complejidades del conjunto.

Facilitar que los consejeros exterioricen con máxima autonomía sus posiciones será, por otra parte, saludable en términos de institucionalidad. Porque la opaca costumbre del lobby debería tener una terminal tan lógica como definitiva en el CES, lo que permitiría que las resoluciones del Gobierno respecto de sus recomendaciones sean nada más que el fruto del análisis libremente elaborado por los poderes investidos de la exclusividad de representación de la soberanía popular.

Oposición

Es pertinente mencionar que así como se exigirá al oficialismo que el CES sea el resultante de una amplia convocatoria y que impulse y garantice una actividad vigorosa del organismo, también pesará sobre la oposición la responsabilidad de participar, y de hacerlo lealmente. Lo primero va encaminándose; lo segundo, no. 

El ex presidente Mauricio Macri subordina el diálogo político a la supresión de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner del escenario de gobierno y remarca, a coro con el jefe radical Alfredo Cornejo, que el peronismo es el partido de los parásitos, de los que no trabajan, entre muchas otras invectivas en contra de la presidencia de Alberto Fernández. Parece ser una estipulación irreductible de la conducción opositora el no dialogar con el adversario.

Representatividad, participación, diversidad, deliberación, síntesis, decisión, permanencia y compromiso serán las características del CES, instrumento de una república moderna en la que se exige el esfuerzo útil y mancomunado de quienes han elegido el papel de dirigentes.

* Ingeniero y abogado. Fue directivo de la CGE.