En la búsqueda de entender la vida y la condición humana, hoy enarbolamos algunas verdades endebles. La palabra construye el Universo. Todo es texto y no hay nada por fuera de él. Matamos a Dios, que creó el Cielo y la Tierra y todas las cosas con sólo nombrarlas, pero todavía creemos en la gramática. El Lenguaje, o la Lengua, nos permiten crear nuestro pequeño Orbe individual, a la vez que nos obliga a decir cosas que no queremos y nos impide decir otras, que sí queremos. Y así estamos, siendo hablados por nuestro lenguaje. Limitando nuestro horizonte a nuestras palabras.

En esta prisión que somos, aparece alguna vez un ventanuco, o una fisura que deja entrever la posibilidad de un más allá. Un territorio aún inalcanzable por innombrado, por estar afuera del territorio de las palabras. Esta luz ceniza, esta ilusión brumosa es la poesía. Una excepcionalidad en nuestra relación con el lenguaje. Un otro lado del espejo.

La poesía, entonces, es una oportunidad para decir lo que no puede ser dicho, lo que no ha sido dicho aún. Es la piedra floja de ese muro, el momento para torcer la sintaxis y la gramática. Todas las grandes ideas de la humanidad han sido dichas, primero, por la poesía. Llevar las palabras al límite y entredecir lo que hay más allá.

Para esto, el poeta se vale de recursos casi siempre tramposos. Que requieren un conocimiento particular. No importa si sabemos qué es un oxímoron, una sinalefa, una aliteración o una anáfora. Al fin y al cabo, desde cierta distancia, la poesía parece magia y la magia es la anulación de la racionalidad.

No obstante, el poeta debe conocer la disciplina, debe hacer una profesión de le aventura emocional.  Debe implotar contra sí mismo.

Entonces, y voy al punto, la subversión del lenguaje es la manera que tiene el hablante de conocerse, de conocer el universo, de crearlo. De crearse.

Si la realidad tiene estructura de ficción, si la historia es un relato, cabe preguntarnos por qué parece que la palabra relato está denigrada. El fin de la historia es una falacia, el posmodernismo un falso profeta.

Fogwil escribió un poema llamando a los malos poetas. Gente capaz de introducirse en el intersticio de la realidad. Buenas personas, pero malos poetas. ¿Se puede ser buena persona y mal poeta? ¿Y lo opuesto? Tengo para mí que el poema es una sombra o reflejo del autor. Una visión sesgada de quien habla. Nadie más expuesto que el poeta que lee sus poemas en voz alta frente a un auditorio.

Todo es texto. No solo lo que se dice. Los silencios y las acciones también responden a las leyes de la gramática. Hay silencios poéticos, acciones poéticas, que nos revelan la naturaleza íntima del silencio, de la acción, del poeta silencioso o activo.

La poesía requiere artificios, versos, rimas.

Contravención rima con represión. Quince meses de mala poesía.