La pandemia modificó la vida de todos. Incluso, la de Cecilia Carranza Saroli, que en julio de este año cambió de hogar y cruzó el océano para soñar con su próximo Juego Olímpico. Partió desde el aeropuerto de Ezeiza, bajó en Madrid y la policía la detuvo dos horas. No estaba habilitada para ingresar al país, así que la mandó de regreso en el mismo vuelo de Aerolíneas Argentinas. Pero insistió. Salió de nuevo desde Buenos Aires, esta vez en un vuelo de Alitalia rumbo a la ciudad del amor: Roma la esperaba con los brazos abiertos. La anécdota es reciente pero podría haber pasado incluso en sus inicios, pues no es más que un reflejo de ese impulso que tienen los deportistas de alto rendimiento por siempre ser mejores. Sorteando obstáculos y aceptando desafíos. Ella, una de las mejores regatistas del mundo, ganadora de la medalla de oro en Nacra 17 en Río 2016, lo sabe muy bien. Hoy, instalada en Sicilia junto a su compañero Santiago Lange y su entrenador, Juan de la Fuente, se prepara para repetir la hazaña. “Acá pudimos tener dos torneos, que fue algo súper especial en los tiempos que vivimos, y ahora sólo quedan entrenamientos. Lo más importante es lo que hacés previo a la competencia. Después, es sólo ir a rendir el examen”, repite y agradece por la oportunidad de vivirlo una vez más.
--Tokio es tu cuarto Juego Olímpico. ¿En dónde estás parada hoy?
–Me siento más experimentada. Claramente, la campaña que hice con 'Santi' (Santiago Lange) para Río 2016 fue la que más me hizo crecer en términos técnicos, y al final creo que eso te genera más responsabilidad, porque ya sabés cuál es el camino correcto. Igualmente, eso no implica que sienta algún tipo de presión por el resultado final; lo que siento es la responsabilidad de trabajar cada día al máximo para llegar bien preparada.
--¿No pensás en el resultado?
--Creo que el resultado va a ser anecdótico. Obviamente, va a ser triste si no logramos lo que queremos, y va a ser súper alegre si alcanzamos el resultado que deseamos. Pero lo importante es que sigamos trabajando como lo estamos haciendo, dejándolo todo. Siento esa madurez que me dieron todas las campañas olímpicas.
--¿En qué aspectos lo sentís?
--Hoy estoy alejada de casa, y esas cosas, a mi edad, pesan más que antes. Cuando sos más chica, quizás sos más inconsciente, pero lo que cambié en mi mentalidad fue aceptarlo y no mentirme a mí misma. Antes, yo decía que no me importaba: “Si no estoy en el casamiento de mi hermano, no pasa nada”, “si no estoy en el nacimiento de mi sobrino, tampoco es tan importante”. Y ahora me di cuenta de que hacer eso, era negar algo. Hoy acepto que me encantaría estar pero no puedo, porque tengo un compromiso. En el alto rendimiento hay que dejar muchas cosas de lado, pero este deporte es lo que elegimos y lo hacemos con mucha alegría y pasión.
--Sos compañera de Santiago Lange, que tiene 59 años. ¿Te imaginás con este ritmo de vida hasta esa edad?
--Creo que no, porque me gustaría ser una madre presente y tengo muy claro que, para lograr los objetivos que busco en términos deportivos, es muy difícil compaginar las cosas como a mí me gustaría hacerlas. Podría ser madre y no estar presente, o seguir siendo deportista y no tener objetivos tan altos como ahora, pero tengo que cambiar algo de las dos cosas que deseo. También tengo claro que este deporte me apasiona; tengo que encontrar la manera de seguir con mi profesión y también formar mi familia. Siento tal vez un compromiso, que creo que hoy en día sentimos todas las mujeres, de poder dedicarnos a lo que deseamos, elegir en libertad y tener una vida profesional plena. En nuestro deporte es complejo.
--¿Creés que habría que cambiar el sistema de algún modo para que las deportistas puedan ser madres y continuar con sus carreras?
--Hoy hay mujeres que hacen campañas olímpicas y son madres, empieza a haber ejemplos. Pero tenemos que seguir empujando y tratar de ayudar para que el sistema sea más amigable e inclusivo en ese sentido, para que las mujeres podamos elegir con libertad qué hacer y podamos seguir con nuestra vida personal en caso de que queramos ser madres. Hay mujeres que no quieren serlo pero a mí me motiva eso.
--Mucha gente de tu entorno destaca tu fortaleza a la hora de competir. ¿Cómo te definís vos como atleta?
--En términos profesionales, una de mis fortalezas es mi gran dedicación, mi entrega absoluta, mi dificultad para bajar los brazos y levantar la bandera blanca. Yo no soy ni la más talentosa ni a la que le salen las cosas más fácil, pero sí voy a trabajar siempre para alcanzar mis objetivos. Hoy en día creo que eso es lo más importante en el deporte. Quizás antes con talento se podía llegar más fácil, pero hoy hay tanta metodología y se trabaja de manera tan interdisciplinaria que, al final, es la perseverancia y el trabajo lo que paga.
--Ya conseguiste una medalla de oro. ¿Con qué soñás ahora?
--En términos personales, sueño con agrandar la familia y hacer las cosas con alegría. Cuesta, porque te come la presión o el estrés del reloj de las cosas que querés lograr y no te salen. Sueño con seguir preparándome con ilusión para las cosas que quiero hacer. El alto rendimiento a veces puede ser dañino, porque por ahí hacés el 98 por ciento de las cosas bien y te empezás a comparar con otros deportistas, mirás el detalle de lo que te sale mal y eso genera mal humor. Muchas veces vuelvo del agua frustrada y me digo a mí misma que estoy dentro de las cinco mejores del mundo, que tengo que estar contenta y agradecida por hacer lo que me gusta. Ese también es un sueño: poder pararme siempre del lado de la alegría, por la oportunidad que tengo de hacer las cosas que hago. Parece muy estúpido, pero es fundamental. Tenemos que acordarnos de vivir con alegría por el simple hecho de estar acá.
* Ornella Sersale, Sofía Martínez, Florencia Pereiro.