“La intervención del Estado para la protección del trabajo no puede desaparecer el día en que estemos todos vacunados”, advierte el economista argentino Daniel Kostzer, miembro de la unidad regional de análisis económico y social de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Asia-Pacífico. El especialista subraya la importancia del salario mínimo como forma de apuntalar al resto de los salarios. En la Argentina, el salario mínimo fue muy castigado en los últimos años, al punto que en la actualidad no cubre ni la mitad de la canasta básica de un grupo familiar de cuatro miembros.

Kostzer fue representante argentino en el Banco Mundial y asesor económico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Es uno de los miembros del equipo que confecciona el informe sobre salarios de la OIT, cuya versión más actualizada fue publicada la semana pasada y marca que la acción de los Estados permitió que en forma global el impacto negativo de la pandemia se redujera en alrededor de un 40 por ciento sobre el mundo del trabajo.

Kostzer resalta el impacto positivo que tuvo la acción del Estado dirigida no sólo a sostener la demanda sino particularmente a sostener las fuentes de trabajo. “La idea del ingreso universal suena razonable en un contexto de crisis de demanda. Pero esta crisis es muy inédita porque inicialmente es una crisis de oferta, en la medida en que se cierra la posibilidad de vender, lo cual después genera una crisis de ingresos y problemas de demanda. Esta crisis requiere que a medida que se puede, porque afloja la pandemia, se restituya la capacidad de producción. Y para poder restituir la capacidad de producción se necesita mantener activos a los planteles de trabajadores de las empresas”, explica.

Kostzer plantea que si se le permite a las empresas despedir personal con la idea de que esa gente va a recibir un ingreso universal como compensación, el empresario tendría menos pruritos para echar personal y se generaría un grave problema a la hora de volver a producir. En cambio, si se mantiene el subsidio al salario con la prohibición de despedir y obligación de mantener a los planteles, el día que se levantan las restricciones se puede volver a producir.

Argentina y otras experiencias

“Las políticas aplicadas en el mundo para la protección del empleo van desde el apoyo al salario, ingreso para los sectores informales, créditos bancarios para las empresas atados a la nómina salarial y reducciones impositivas, como rebaja de cargas patronales. Argentina implementó casi todo ese menú, junto a la prohibición de los despidos, lo cual da un conjunto de medidas bastante interesante. Más allá de la dimensión de esas medidas en relación al PBI, es importante haber tenido el abanico de medidas para poder cubrir la complejidad del mercado de trabajo y la protección social”, analiza Kostzer.

Entre los casos destacados de medidas de apoyo al mundo del trabajo, el especialista de la OIT destaca a Nueva Zelanda y a Malasia, que aplicó medidas de segmentación por tamaño de empresa con subsidios en función del salario mínimo. “Otro país interesante fue Alemania, que tuvo un enfoque relativamente parecido a la Argentina, ya que más allá del subsidio de desempleo se implementaron políticas orientadas a la retención de trabajadores en su puesto de trabajo. En el caso de Inglaterra, si bien se trata de un gobierno pro-empresa, hubo políticas enérgicas dirigidas a sostener los puestos de trabajo. En cambio, Indonesia dio un paso atrás, ya que aplicó una reforma legislativa que reduce los incrementos futuros del salario mínimo”, detalla Kostzer.

El rol del salario mínimo

“Los sectores empresariales plantean que ahora se abre un período para olvidarse del salario mínimo y de las protecciones salariales, hasta volver a los niveles pre-pandemia. Desde la OIT decimos que, por el contrario, es un momento para consolidar y reafirmar las políticas de protección del trabajo. Abogamos por un salario mínimo fijado en condiciones mucho más objetivas con evidencia empírica y estadísticas”, dice Daniel Kostzer.

El especialista explica que “en los países donde hay negociación colectiva muy dinámica, como Alemania, Holanda y Francia, el salario mínimo tiene un carácter más correctivo, en la medida en que los trabajadores que no están bajo convenio pueden corregir su salario y estar relativamente en línea con los que sí están en el convenio. Sin embargo, en países del tercer mundo, en donde los convenios suelen son perezosos, el salario mínimo puede empujar la negociación paritaria”.

"En la Argentina y muchos otros países, el salario mínimo tiene un 'efecto señal', porque hay mucha informalidad y trabajadores que están por debajo del salario mínimo. Hay trabajadores no registrados que se desempeñan en empresas registradas, con lo cual seguramente no llegan al salario mínimo pero reciben ese aumento. También hay trabajadores por cuenta propia que no saben bien cuánto cobrar por sus tareas y para los cuales el salario mínimo es una base objetiva", agrega Kostzer.