El viernes 27 de noviembre Benito Cerati estrenó Lapsus, nuevo disco de su laboratorio sonoro: Zero Kill. Esto sucedió un día después de su cumpleaños 27, número significativo para la cultura pop debido a que a esa edad fallecieron un puñado de figuras emblemáticas. Además, en el clímax de sus carreras. Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin, Kurt Cobain, Pete Ham, Amy Winehouse y hasta Rodrigo Bueno son algunos de los que forman parte del llamado “Club de los 27”, lúgubre ateneo por el que el músico argentino no guarda ningún tipo de fascinación. “Estoy tranquilo porque cada vez me siento mejor. No me drogo, así que no voy a morir de sobredosis”, bromea el hijo de Gustavo Cerati, el ex líder de Soda Stereo. “Eso significa que formo parte de la cultura pop, que me tiene un poco ambivalente. Prefiero mantenerme vivo. Me gusta el 27, es un número bonito. Me siento de esa edad. Llegué bien. Tuve un muy lindo cumpleaños y un muy lindo fin de semana”.

A pesar del estado de bienestar y del fulgor que irradia en este momento, Benito llevó su cuarto álbum de estudio a la antípoda de la euforia que lo arropó en Unisex (2018), su disco anterior, donde ahondó en la sexualidad desde una perspectiva post milénica. “Unisex y Lapsus se planearon juntos”, confiesa el artista, que tornó a cada uno de sus trabajos en una experiencia conceptual. “Mientras hice Unisex, me encontraba en una etapa medio guerrera en la que no importaba nada. Pero en el fondo sabía que quería hurgar en lo que estaba debajo de eso. Inconscientemente, se dio que mi vida se fue despejando. Ese periodo me sacó más energía de lo que imaginé, y vino el bajón post euforia. Este es el resultado de eso, la contracara de la hiperquinesia. Mi parte más vulnerable. La euforia la podés manifestar con otros, el tema es cuando estás solo. Ahí nos enfrentamos a lo que nos gusta y nos atormenta, a la crisis y a la pérdida del sentido. A veces sentís que luchar por lo que uno tiene no significa nada”.

-Es un disco oscuro y hasta claustrofóbico no sólo en sus letras, sino también en su música y ambientaciones. ¿Salió espontáneamente así o necesitabas hacer catarsis con estas canciones?

-No relaciono lo oscuro con algo malo. El disco apunta a que la oscuridad es necesaria para ver las cosas como son, tanto los momentos tristes como las cachetadas. Hay cosas malas en el mundo, pero uno tiene que construir y armarse su vida y su sentido.

-¿Cuándo te diste cuenta de que éste era el estado de ánimo que envolvería a Lapsus?

-Puede sonar muy loco, pero a veces uno siente lo que va a suceder o para dónde va a ir emocionalmente. Podés estar pasándola re bien, y de pronto se te resquebraja algo. Poco luego de que salió Unisex, estaba con otra actitud. Me di cuenta de que pronto iba a pasar a una nueva etapa. Por eso me costó seguir promocionándolo, porque me encontraba en otra sintonía. Ahí me puse a componer, y salió todo esto. Me metí en muchos lugares que nunca imaginé que serían tan graves, en cuanto a exposición. Eso me trajo ataques de ansiedad, algo que no había experimentado antes. Con eso vino la reflexión, el ostracismo. Soy extrovertido hasta que algo me toca una fibra, y me escabullo. El año pasado fue difícil. Hacer este disco me hizo sellar el monstruo, y ponerle palabras al aprendizaje. Fue como haber ido a terapia.

-Tu sensibilidad siempre está a flor de piel. ¿Cómo la manejás?

-La sensibilidad te permite estar en mayor contacto con los sentimientos, empatizar con un montón de cosas, y generar calidez en las personas que tenés alrededor. Es una lucha de vida que está buena. No la cambiaría por nada. Pero si no tenés controlado el bienestar emocional, te juega en contra porque sentís que te atacan constantemente.

-Parece un disco hecho en cuarentena.

-Compuse las canciones el año pasado. Así que tenía una noción de cuarentena. Las escucho y miro los títulos, y es lo que representa estar encerrados. Es el de más comentario social, el más combativo. Te van a seguir pasando cosas horribles, y no por eso se va a paralizar tu vida. El ser humano es terrible, y la cuarentena lo demostró porque la gente al estar encerrada se volcó más a las redes. Internet no olvida nunca. Nadie sale limpio. En el caso de Maradona, hay gente que saca conclusiones a partir de sus relaciones domésticas, algunos se fijan en lo maravilloso de sus ideales, y otros sólo ven que fue el mejor jugador de fútbol. Una persona no es una sola cosa.

-A propósito de Maradona, están desapareciendo los iconos pop argentinos. Al menos los que tienen un impacto mundial. ¿Qué opinión te merece esto?

-Existe un recambió y al mismo tiempo un cuestionamiento de qué es un icono pop. Estoy a favor de humanizarlo, y no de condenarlo. Hay que aprender a ver a la gente como gente. Existe mucha dicotomía entre los buenos y los malos. Argentina es un país de antagonismos, y ésa es una visión infantil de la que hay que correrse. Hay que ver el mundo de una forma más amplia que eso.

-Después de mantenerte muy activo en las redes sociales, bajaste un cambio. ¿Ahora cuidás más lo que decís?

-Me pasó un poco el “fenómeno Dogville”. Con mis dos primeros discos, no hice casi notas ni me expuse tanto. Pero en Unisex estaba listo para mostrar quién soy. Te abrís a la carnicería, al igual que en la película, y uno termina sometiéndose a la gente. No es lo que uno planea. La opinión pública es muy potente, y al final uno se termina mareando. Apoyé al movimiento feminista porque me parecía importante. Me leía mucha gente, y quería expandir su voz. Al principio, parecía bueno. Pero luego me empezaron a decir que era un pesado. Cambió el switch, y era un machito más. A partir de ahí, me callé. Por más que tengas buenas intenciones, siempre te encuentran algo para ser basureado.

-¿Esto fue cincelando el perfil oscuro que refleja tu nuevo disco?

-Creo que sí. Me metí en ciertos lugares con una sensación idealizada de que había encontrado lo bueno. Y me di cuenta de que ahí también hay gente horrible. Entonces me desilusioné. Se fue quebrando mi sensación de comunidad, y uno vuelve a esta solo con eso. Esa sensación de soledad te llega. Fue lo que me llevó a ese sentimiento de melancolía de Lapsus, que permea mucho a un tema como “¿Cuánto más aguantarás?”. Esa letra se refiere al posicionamiento moral que tienen algunos altaneros. Todos parecieran ser los más correctos, y eso nos trae problemas.

-¿Por eso elegiste el blanco y negro para ilustrar la tapa y el resto de la estética de este ciclo?

-Quería hablar de todo lo que no hablé en Unisex. Mi disco anterior viene a anunciar que uno es uno mismo, y Lapsus demuestra que es sólo la máscara. El verdadero “uno” siempre se está buscando. La euforia y el exitismo no nos llevan a ningún lado. Acompañado de eso, llega una especie de desilusión. Y la única forma de contrastar todo eso era en blanco y negro. Es un momento más dark de uno. Fue todo un desafío hacer cosas sólo en blanco y negro porque estamos en una época hi-fi, en la que todo está en colores. A pesar de que parezca medio retro, a mí me gusta artísticamente.

Aunque igualmente le hubiera sentado bien “Crisis”, Benito tituló Lapsus a su flamante disco por una razón puntual: “Soy fan de los términos psicoanalíticos”, revela. “Además, al igual que Unisex, es una palabra universal. Estoy como Björk con los nombres. Intenté reflejar ese momento en el que desaparecés un poco del mundo. Me imagino esa cosa medio de paréntesis, de un plan en el que no sabés de nadie y nadie sabe de vos”. No obstante, pese a que haya nacido a la par de Unisex, este cuarto álbum guarda una estrecha relación temática con el debut de Zero Kill, Trip tour (2013), a raíz del existencialismo que lo embarga. “Es como una vuelta al principio, pero maduro”, reconoce. “De hecho, me siento así un poco. No es como regresar al punto cero porque recorriste todo el círculo. Quise volver a mi esencia. Las letras difieren de Trip tour porque son más directas. Dejan correr lo que venga, y trabajan mucho con el error. No había la fórmula, sino la no fórmula”.

-Tu nuevo repertorio revisita el trip hop, el drum and bass, el ambient, el rock alternativo y la música industrial, estilos musicales que sirvieron de soporte sonoro para Trip tour. ¿Por qué los retomaste?

-Estoy más grande, más claro, y más seguro. Me parece que esta vez puedo comunicar mejor este clima. Puedo hacer un tema mejor. Todo lo que genuinamente me gusta, me sigue gustando. “Cerca” es quizá mi canción favorita, y tiene mucho del Charly de los ochenta. Si bien me propuse hacer de Unisex mi disco más rockero, creo que éste es aún más afilado.

-Acá hay guiños a tu padre en canciones como “Dame má$”, que alude a “Río Babel”.

-En “Dame má$” lo decís por las cuerdas… Hay varias otras cosas. En “La razón” buscamos intencionalmente un drum and bass parecido al de “Tabú”, “Noche oscura del alma” arranca con el mismo sample del comienzo de “Camuflaje”. Hay muchos guiños y referencias ocultas. Más que referencias, nos gustan las mismas cosas. Para mí es una linda obra que queda ahí subrayada.

Otro de los rasgos que atraviesa el más reciente álbum de Zero Kill es la gran cantidad de colaboraciones. Salvo por Richard Coleman, quién prestó su guitarra para el tema “Aurora”, el resto de las participaciones son femeninas. Lucy Patané puso a disposición su viola en “La razón”, Hilda Lizarazu le inyecta su encanto a “Noche oscura del alma”, Paula García (frontwoman de Sobrenadar) cointerpreta “Cerca”, Marina Fages es la cómplice de “Dame má$”, Victoria Maurette está en “¿Cuánto más soportás?”, Marilina Bertoldi deslumbra en “Santa Fe”, y Paula Maffía se sumó para la única canción en inglés: “ZHW”. “El disco anterior no tenía invitados, con excepción de Leo (García)”, explica Benito, quien estrenará Lapsus por streaming el domingo 13 de diciembre, a las 21 hs, desde Niceto Club. “Si bien está la banda tocando, es una cosa más mía. Nunca les mostré los temas a los músicos hasta que llegamos al estudio. Por eso se relaciona tanto con Trip tour”.

-¿Por qué casi todas las invitaciones se las extendiste a mujeres?

-No fue planeado. Simplemente, los músicos con los que mejor conecto y mejor me llevo son mujeres. Me pasa mucho que me gusta la sensibilidad en la música, y siento que la mujer se permite ser más sensible que el hombre. Tampoco sé bien por qué ellas fueron las invitadas. Supongo que te baja la información.

-¿De dónde las conocés?

-Con Hilda habíamos cantado “Siempre puedes olvidar, de Charly, en un evento que organizó Lito Vitale. Y “Noche oscura del alma” se me asemejaba a esa canción. Vino, la cantó, y quedó increíble. Paula Maffía es mi profesora de canto, y siempre hablamos de lo fanático que somos de algunas cosas de los ochenta. “ZHW”, el tema que canta, tiene ese sentimiento. Llamé a Paula, de Sobrenadar, porque “Cerca” va en esa sintonía con su dream pop. Cuando escuché el demo de “Santa Fe,”, me dije: “Aquí tiene que estar Marilina”. Si bien ya habíamos colaborado en varias cosas, y nos cruzamos en el backstage de algunos shows en los que participamos, al verla cantar en el estudio me entendí.

-¿Marilina Bertoldi también tiene algo que ver con la letra de “Santa Fe”?

-Fue una coincidencia. No pensé en ningún momento que Marilina fuera santafesina. Me lo hicieron notar después. Mi novio es de allá, y estuve yendo mucho. Gran parte de Lapsus lo escribí en Santa Fe. Sentí necesario que hubiera un tema que tuviera ese nombre. Por eso termina siendo el más romántico.

-Luego de lanzarlo, ¿volviste a escuchar Lapsus?

-Cuando salió, lo escuché como si fuera de otro. Me di cuenta de que me gusta más de lo que me encantaba. Me parece que es el mejor que hemos hecho, con las canciones más lindas, y el más producido. La estética y el mundo que se arma son sólidos. La verdad es que estoy re contento.

-Al momento de encarar una producción, ¿sos muy exigente?

-Me pasa que tengo un sonido y una realidad en la cabeza. Hasta que no las plasmo, me cuesta avanzar. Hoy en día, y me parece que la cuarentena facilitó mucho esto, somos menos personas trabajando y menos ideas disparando de un lado para otro. Nadie se desligó tampoco. Así que no sé si esta vez es que estuve más focalizado. Pero suelo ser exigente porque no me gusta que el mundo que propuse quede sugerido. Si bien en algunos discos lo logré mejor que en otros, en Lapsus salió bastante bien.

-¿Dónde termina Benito Cerati y dónde comienza Zero Kill?

-Si hay algo de los artistas a los que admiro, que tienen álter egos, es que no pudieron dividir bien quiénes son de sus personajes. Gente como Bowie, por momentos, está perdido en su personaje. Yo quise delimitar eso desde el principio. Tengo claro quién soy, si estoy hablando como Zero Kill o si lo hago como yo. Es una cuestión medio actoral porque uno es uno todo el tiempo. Cuando tenés la posibilidad de crear otra persona, está bueno y me divierte. Pero eso y mi vida personal son muy distintas. Podrías saber quién es quién porque uno anda re producido, y el otro anda con jean y zapatos. Uno súper glam, y el otro súper desaliñado.

-Pareciera que la gente y también la industria musical comenzaron a entender que vos no sos tu padre. ¿O sentís que las expectativas acerca de lo que representa tu apellido y los símiles entre ambos sigue estando a la orden del día?

 

-Muy poca gente me ha podido oír limpiamente. Hay mucha cosa detrás, mucho preconcepto, mucha idea de lo que debería hacer y no. Al ser una banda un poco más experimental, es más difícil porque si hiciese hits o temas que pegan tendría lógica. Mi viejo tenía ese gancho pop, mientras que nosotros somos otra cosa. Cuando hago música, no estoy buscando algo. Nosotros hacemos música para gente que no busca nada. A veces uno busca un poco de reconocimiento, aunque es difícil de encontrar. De todas formas, seguimos.