Dos ex jugadores de la selección inglesa de rugby y otro ex jugador de la selección galesa serán los primeros, de un grupo de más de un centenar de ex rugbiers, en llevar a la justicia a la federación World Rugby y a las asociaciones nacionales para demandarlas por el fracaso en sus políticas de protección respecto de las lesiones cerebrales ocasionadas por la práctica del deporte.
Steve Thompson, de 42 años y campeón con la selección de Inglaterra en 2003, fue diagnosticado en diciembre por demencia y una posible Encefalopatía Traumática Crónica.
El mismo diagnóstico obtuvieron el también inglés Michael Lipman, de 41 años, y el galés Alix Popham, de 40 años. Los tres llevarán sus casos ante la justicia representados por el estudio de abogados Rylands, que adelantó que tiene preparadas nuevas demandas de un centenar de jugadores, de entre 20 y 50 años.
El estudio de abogados advirtió que el problema de los traumatismos craneales por la práctica del rugby es conocido desde 1975, pero advierte que en la era profesional --los mundiales comenzaron a jugarse en 1987-- los cuidados se redujeron. Por ejemplo, la World Rugby obligaba a los clubes a hacer descansar hasta tres semanas a los jugadores que recibieran contunsiones cerebrales hasta 2011, cuando lo redujo a solo seis días.
"No tengo recuerdos de la victoria en la Copa del Mundo de 2003 o de haber estado en Australia durante el campeonato", declaró Thompson para describir las secuelas que le dejó el rugby y agregó: "Desearía no haber sido nunca profesional", añadió el antiguo jugador.
"A veces, me desmayaba"
La demanda se presentará contra la federación internacional (World Rugby), la inglesa (Rugby Football Union) y la galesa (Welsh Rugby Union) por su "fracaso en proteger (a los demandantes) de los riesgos provocados por los traumatismos en la cabeza".
La demanda contra la federación internacional de rugby y las asociaciones de ambos países contará con la exigencia de 15 "mandamientos" que World Rugby debería aceptar para hacer la práctica del deporte sea más segura.
"El primer paso es obviamente que World Rugby, la RFU y la WRU dejen de negarlo y admitan que existe un problema", declaró Richard Boardman, del bufete Rylands, que considera esta demanda como el primer paso de otras que llegarán en cadena.
Thompson señaló que durante su carrera profesional llegó a realizar prácticas de contacto dos veces por día "utilizando una máquina de scrum y yo estaba en el medio recibiendo toda la presión".
"No era raro que me quedara aturdido, viendo manchas blancas y perdiendo la memoria durante unos segundos --describió Thompson--. A veces incluso me desmayaba. Se aceptaba como parte del entrenamiento".
El antecedente del fútbol americano
"El rugby profesional se ha convertido en un juego con cada vez más colisiones, en la medida en que los jugadores son más pesados, más fuertes y más rápidos", argumentó Boardman.
Existe un antencedente cercano respecto del cambio de reglas para proteger a los jugadores y es, nada menos, que en la NFL, la liga de fútbol americano, el deporte más popular de Estados Unidos y que motoriza una economía millonaria. El cambio se dio luego de que más de 90 ex jugadores alzaran su voz tras sufrir la misma enfermedad por la que ahora irán a la justicia los rugbiers: Encefalopatía Traumática Crónica.
Ante las pruebas científicas, la liga se vio forzada a reconocer la relación entre la práctica del deporte y las afecciones en la salud. A diferencia del rugby, el fútbol americano se juega con una equipo de protección que incluye un casco para la protección frente a los choques bruscos que ocasiona el juego. Sin embargo, se modificaron las reglas del juego, se sumaron penalidades para evitar los choques directo con el casco y se ajustó el seguimiento médico a un protocolo de conmosiones cerebrales.