Terminó tan pronto el ciclo de Edgardo Bauza al frente de la Selección que sólo pasará a la historia por lo breve: desde que Adolfo Pedernera dirigió en 1969 al equipo que en cuatro partidos se quedó afuera del Mundial de México, nadie estuvo tan poco tiempo al frente del llamado “equipo de todos”: apenas nueve meses y diez días y ocho encuentros contados desde el 1° de agosto del año pasado hasta ayer.

Nombrado por la Comisión Normalizadora de la AFA que encabezaba Armando Pérez y apuntalado por sectores de la patria futbolera que veían en su estilo de juego cauto y escasamente arriesgado, el camino más práctico y seguro para llegar al Mundial de Rusia del año pasado, Bauza se marcha sin haber sido lo que él es. Y acaso allí radique su derrota mayor: si Bauza tenía una idea, esa idea raramente bajó al campo de juego. Su selección fue un híbrido, un equipo chirle e inexpresivo. Muchas veces, ni siquiera eso. Tan sólo un amontonamiento de buenos, muy buenos y excelentes jugadores con un genio, Lionel Messi, incomprendido y demasiado librado a su suerte.

Si Bauza deja la selección en un inquietante quinto puesto en las Eliminatorias, si la clasificación hoy está encerrada entre dos gruesos signos de interrogación y el repechaje es una chance concreta de llegar a Rusia, es porque Bauza acertó muy poco y se equivocó demasiado. Los jugadores lo pusieron en evidencia. Porque los mismos que sufren y se frustran con la camiseta celeste y blanca en el pecho, en sus equipos de Europa la rompen partido a partido.

Messi, el indiscutible mejor jugador del mundo, Higuaín, uno de los grandes goleadores de la Liga italiana, Agüero, imparable en el Manchester City, Di María, desequilibrante cuando le toca actuar en el París Saint Germain, fueron obligados por Bauza a jugar fuera de los puestos que actualmente ocupan. O en funciones insólitas como Dybala (que contra Perú en Lima salió a correrlo al lateral izquierdo Trauco) o Banega (que ante Chile en el Monumental,  no entró para manejar la pelota en el medio sino para tapar las trepadas de Beausejour, el pujante lateral zurdo trasandino).

Bauza emitió todas las señales de un entrenador confundido, superado por el curso de los acontecimientos. Lo contrataron para asegurar resultados y para allanar el camino hacia Rusia. Como no pudo hacer aquello para lo que lo llevaron y encima cuando declaró, no dijo lo que debía en el momento que debía y como debía, su ciclo se apagó muy pronto. La luz de un fósforo fue. Pero esa llamita ínfima puede desatar un incendio si dentro de seis meses, Argentina se queda fuera del Mundial. O tiene que jugar un repechaje que muchos hoy firmarían con las dos manos al mismo tiempo.