La historia, en su cronología, dirá que este 8 de diciembre murió, a los 91 años, Abraham Leonardo Gak, fundador y principal impulsor del Plan Fenix, ex rector del Colegio Carlos Pellegrini y Defensor del Pueblo del partido de Morón, en sus últimos años. Quienes lo conocieron podrán decir algo más: se apagó un faro del pensamiento económico nacional, pero su luz sigue encendida. Así lo podrán compartir quienes no lo conocieron, pero ahora lo lean.

No es poco decir de alguien que dedicó su vida profesional, prácticamente hasta sus últimos días, a la educación, a la divulgación, a la discusión de las ideas y de un proyecto de país que no llegó a ver completado pero nunca dejó de soñarlo. Recién en las ultimas semanas, su salud flaqueó y lo sacó del combate. 

La pasión y el entusiasmo contagioso era un sello de su personalidad. Así forjó la idea de lanzar un foro de debate entre economistas, en el marco de la Facultad de Ciencas Económicas de la Universidad de Buenos Aires, que llamó Plan Fénix. Consciente de la necesidad de dar batalla contra un modelo neoliberal que parecía instalado en las venas del pensamiento económico.

Para entonces, ya bordeaba los 70 años, pero con el mismo ímpetu y convicciónn se convirtió en el sostén principal del Plan Fenix durante veinte años. Unos de sus más laboriosos acompañante en aquellos años, Alejandro Vanoli, lo recuerda como "muy afable, con una voluntad que no flaqueaba nunca; era el que imponía disciplina en el trabajo, convocando a profesionales de distintas vertientes para sumarse y aportar. Lo recuerdo, ya con más de setenta años, subiendo a los micros para viajar al interior y participar de encuentros o charlas para explicar qué era el Plan Fenix, ante audiencias de mil personas entre estudiantes y público en general, o en encuentros con grupos de no más de cuatro o cinco participantes. Y siempre con el mismo entusiasmo". 

En una de esas giras, en los primeros años de los 2000, frente a cientos de personas en un encuentro en la provincia de Entre Ríos, surgió entre el público el personaje que entonces se hacía llamar Comandante Chelo. Vestido de fajina y enarbolando consignas revolucionarias, desafió a Gak a responder a su llamado a levantarse en armas contra el poder constituido para iniciar la revolución. El viejo profesor lo escuchó y a su turno le respondió con un meduloso discurso dándole fundamento a los propios reclamos del "revolucionario", pero explicándole que "no son tiempos" para métodos violentos, sino que esos mismos objetivos había que perseguirlos y hacerlos realidad con la acción política, generando conciencia y demostrando que hay caminos posibles con la acción pública. El supuesto Comandante no debe haber salido convencido de lo que escuchó, pero el resto de los presentes sí. A ellos le hablaba el genial Abraham Gak.  

La anécdota, contada por Vanoli en su libro Patria o Dólar, volvió a ser recordada ayer por su autor, quien la relacionó con una inquietud permanente en Abraham. "Siempre defendía sus argumentos con mucha pasión, pero siempre estaba preocupado por las desviaciones que traen las crisis, los atajos de los que se aprovechan los discursos libertarios de una derecha que hace el juego de echarle la culpa a la política, y enfoncar la bronca de la gente hacia la política en general y descreer de esa forma de construcción. Siempre lo señalaba, y siempre repetía que es por eso quye hay que insistir tanto en los valores de la acción pública, el rol del Estado, la construcción colectiva,los derechos comunitarios, la integración latinoamericana, y una sociedad que se involucre". 

Quizás no haya mejor síntesis para contar quién fue, quién es, Abraham Leonardo Gak.