Los grupos engalanados de verde fueron llegando de a poco a los alrededores del Congreso, en la tarde del miércoles. Mientras los diputados trabajaban en comisiones para emitir el dictamen sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), “la marea verde” comenzaba a moverse. Con carpas sobre Avenida Rivadavia y sobre Callao, hasta Corrientes, los grupos de apoyo al aborto legal, seguro y gratuito comenzaron instalarse para la vigilia que se proponen “hasta que sea ley”. En rigor, hasta que Diputados de la media sanción que se presume, podría ser el viernes en horas del mediodía.
“Estamos aquí para manifestar nuestra alegría” dice Alicia García Tuñón, integrante de La Campaña, en el sector de la plaza asignado para el “acampe verde”. “Vamos a traer sillas para las compañeras más grandes y vamos a tener agua, pero sobre todo vamos a mantener el espíritu que nos anima desde hace tantos años”, explica a Página/12. En ese sector, dejaron un espacio “para las compañeras docentes y profesionales de la salud”. Las docentes son parte fundamental en esta lucha, detalla, “porque hemos visto la necesidad en cada escuela donde trabajamos”.
Se refiere a la necesidad de "salir de la ilegalidad”. Habla de “niñas de 14 años embarazadas, abusadas o no, pero con la necesidad de decidir sobre sus cuerpos”. Y emocionada cuenta que uno de los logros de La Campaña, se plasma en el colectivo de Docentes por el derecho al aborto. “Este año, en pandemia realizamos encuentros virtuales para instruir a docentes, y en el último tuvimos ¡7.500 participantes!”, señala. La virtualidad hizo su aporte a la necesidad “ya instalada socialmente de sacar al aborto de la clandestinidad”. En CABA hubo 10 muertes por aborto durante la pandemia –detalla Alicia--, y en provincia de Buenos Aires se habla de 500 casos “de niñas, menores de 15 años”, lamenta. El interior del país tiene una gran deuda con las mujeres en este sentido: Chaco y Santiago del Estero son dos de las provincias más afectadas, le sigue Tucumán, indica.
“Vinimos a bancar los trapos y a festejar que salga” agrega Jésica, que vino de Córdoba y está sentada en el cordón de la vereda, cruzando Rivadavia. “Ya es el siglo XXI y contra todas las presiones políticas y religiosas que lo demoran, va a ser ley”, sostiene. Su cara se ilumina con una sonrisa, se quitó el barbijo para hablar. “Y van a llegar compañeras de distintos lugares para festejar, porque de una vez por todas se dará la ampliación de derechos que necesitamos”, aporta Malu, desde la carpa donde Mala Junta, el colectivo feminista de Patria Grande, prepara su vigilia. “Vamos a quedarnos toda la noche, no dejaremos la calle, porque esto se ganó en la calle y lo tenemos que bancar” sostiene su compañera, Lucía.
Bajo una gran bandera verde se prepara una carpa de ATE. Daniela Rodríguez, secretaria de Formación de la CTA Capital conversa animadamente con Adriana, una vecina de la zona. “Vecina, docente y feminista”, subraya Adriana que es especialista en ESI y trabaja en escuelas católicas. Este jueves es su cumpleaños. Y ya festejan: “será doble, por su cumpleaños y por la ley” señala Daniela, aunque agrega, cómplice: “te va a llegar el regalo el viernes”, cuando suponen se apruebe la media sanción. “Claro, un disfrute compartido, porque será un logro para todos, y sobre todo en las aulas donde los docentes no adoctrinamos chicos, como dice la ministra –Acuña, titular de educación en CABA— sino que les damos herramientas para que puedan mirar al mundo con ojos críticos”. Cuenta que ella fue “pañuelo celeste”, pero “esta marea verde me hizo entender, con amor y con prácticas colectivas que se pueden lograr mejores condiciones para todes, mas justicia, menos desigualdad”.
En esa vereda están las carpas de otras representaciones gremiales: CONADU Histórica, SUTEBA, Metrodelegados. La “marea verde” modificó las prácticas sindicales” explica Daniela Rodríguez. “Aquí estamos todas las trabajadoras, unidas, más allá de las alianzas o divergencias de nuestros dirigentes varones”, señala. “Somos el diputado de la calle –describe— y por eso tenemos que estar, protegiendo a quienes son grupos de riesgo, pero atentas, nos vamos a quedar hasta que sea ley, porque esto lo logró el movimiento feminista”. Ella tenía 24 años cuando comenzó a militar, y enfatiza: “A la historia ya la dimos vuelta, pero todavía la democracia tiene esta deuda con nosotras, esta es una posibilidad histórica, contra la desilusión de 2018”, recuerda.
En las cuadras siguientes, las carpas del Movimiento Evita, le siguen la de Nuevo Encuentro y del Partido Comunista. “Juntas para transformarlo todo”, dice la remera de Belén, una joven del Evita que sostiene: “Ya no discutimos si aborto sí o no, sino en qué condiciones se hace”. Sabrina, también del Evita reflexiona: “Será un sueño cumplido y en este año de tanta tragedia, es un premio que nos merecemos”. Camila, del centro de estudiantes de Filosofía y Letras de esa agrupación explica: “Es una cuestión de Estado y de salud, y es un camino, que salga es el primer paso, luego viene la implementación y que se aplique, y ponerle pilas a la ESI para que las próximas generaciones si deciden un aborto que puedan hacerlo legalmente y sin vergüenza”.