La defensa del expresidente francés Nicolas Sarkozy denunció "la vacuidad" de las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias contra su cliente y pidió que sea absuelto en el juicio que se celebra en París. La abogada Jacqueline Laffont buscó desmontar los cargos que el martes había presentado la Fiscalía para pedir una pena de dos años de prisión contra el exmandatario y el resto de los imputados, más otros dos exentos de cumplimiento.
Sarkozy, a quien el miércoles se lo vio acompañado por su esposa Carla Bruni, está siendo juzgado en un tribunal parisino desde el pasado 23 de noviembre. Al expresidente se lo acusa de haberle prometido en 2014 una promoción a Gilbert Azibert, por entonces magistrado del Supremo, a cambio de obtener información confidencial sobre otra investigación en la que estaba implicado, el llamado "Caso Bettencourt". Azibert también está acusado al igual que el abogado de confianza de Sarkozy, Thierry Herzog, a quien la Fiscalía señala como intermediario de la maniobra.
Para Jacqueline Laffont, defensora del expresidente francés, la acusación se sustenta en hipótesis no probadas y la vista oral sirvió para demostrar que ninguna prueba apunta al pacto de corrupción que llevó a su cliente a ser uno de los acusados. "Me temo que son las antiguas responsabilidades de mi cliente las que han generado este caso", aseguró la letrada, que denunció las "derivas judiciales" que llevaron a Sarkozy al tribunal.
La abogada recordó que debe ser la acusación la que aporte las pruebas del delito y no la defensa quien pruebe su inocencia. Laffont aseguró que el caso comenzó con unas escuchas telefónicas dudosas, porque la defensa considera que no se pueden intervenir las conversaciones entre un abogado y su cliente. Más allá de eso, Laffont cree que no se aportó ni una prueba ni un testimonio que lo apoye.
"Creo que no se pueden condenar esas charlas y no creo que este tribunal lo haga", indicó. Luego del alegato de Laffont se suspendió la sesión, antes de que el jueves hablen los letrados de los otros dos acusados y el caso quede visto para sentencia. En Francia los cargos de corrupción y tráfico de influencias conllevan una pena máxima de diez años y una multa de un millón de euros (alrededor de 1,2 millones de dólares).
Este juicio es inédito ya que Sarkozy es el primer expresidente de Francia, desde la instauración de la Quinta República en 1958, en sentarse físicamente en el banquillo de los acusados. Antes de él solo Jacques Chirac, su antecesor y mentor político, fue juzgado y condenado por la malversación de fondos públicos cometida cuando era alcalde de París. Pero debido a problemas de salud nunca compareció ante la Corte.
Sarkozy enfrenta otras causas en la justicia, como la que en marzo próximo lo llevará de nuevo a declarar por las irregularidades en la financiación de su campaña de 2012. Siguen en proceso de instrucción las causas abiertas por la financiación de su campaña de 2007 con dinero libio.
El nombre del exmandatario francés aparece también en las pesquisas sobre la indemnización pagada al exministro y empresario Bernard Tapie, el encargo de encuestas sin concurso público en su etapa en el Elíseo o las ventas de helicópteros a Kazajistán y de armamento a Pakistán.