La defensa de Carlos Telleldín siguió fundamentando que el armador de camionetas truchas debe ser absuelto en la causa de la AMIA. El alegato y el propio juicio terminarán la semana que viene por lo que habrá que ver si hay fallo antes de fin de año. El centro de los argumentos de la defensa es que Telleldín no sabía que el vehículo, armado por él con partes robadas, se iba a usar en el atentado. "Nosotros cometíamos delitos comunes, un atentado es otra cosa", sintetizó un testigo. Desde ese ángulo se fundamentó que Telleldín no fue cómplice del ataque, pero además la defensora oficial sostuvo que no está probada la existencia del vehículo-bomba y menos todavía que la camioneta usada haya sido la que supuestamente Telleldín vendió o entregó la semana anterior al atentado.
Alejandra Carzolio, defensora oficial, se explayó a lo largo de tres horas durante la mañana de este miércoles en otra audiencia concretada en forma remota, con los tres jueces, Andrés Basso, Javier Ríos y Fernando Canero, desde sus oficinas y el propio Telleldín siguiendo el alegato en una tablet. Leyendo de manera monótona, Carzolio fue abordando cada uno de los aspectos de la acusación:
*El punto de mayor sustento que reiteró la letrada es que no hay ninguna evidencia ni audio ni testimonio ni escucha de que Telleldín supiera que la camioneta iba a ser usada para un ataque terrorista. “Nunca tuvo conocimiento del fin para el que iba a ser utilizada la camioneta”, dijo Carzolio.
*A lo largo de casi una hora, la defensora oficial detalló las camionetas y autos que vendió El Enano, como le decían a Telleldín: compraba autos quemados, usaba los documentos y por lo general montaba los motores en carrocerías de otros vehículos robados. Después publicaba en el diario Clarín un aviso y entregaba el auto o camioneta, incluso floja de papeles, al comprador. Carzolio insistió en que la camioneta vendida o entregada el 9 o 10 de julio siguió exactamente el mismo modus operandi.
*También sostuvo que está probado que Telleldín cobró 11.500 dólares y que destinó ese dinero, entre otras cosas, a saldar deudas que tenía por los alquileres que debía y por otros vehículos que compró. No es que le entregó la Trafic a los terroristas como parte de la organización.
*Frente a la acusación de que Telleldín reforzó la Trafic para que pudiera cargar los 300 kilos de explosivos, la defensora repitió los testimonios de expertos que sostuvieron en el juicio que para cambiar o reforzar los amortiguadores y elásticos se requerían herramientas y conocimientos que Telleldín no tenía.
*Los acusadores afirmaron que El Enano, sabiendo que su camioneta se usó para el atentado, huyó primero a Córdoba y luego a Misiones. La defensora esgrimió que eso no es prueba de nada ya que Telleldín se entregó ni bien fue requerido, aunque también podría interpretarse que empezó una huida y terminó desistiendo.
*El otro argumento difícil de rebatir lo resumió Carzolio en una frase dicha por un compinche de Telleldín: “Nosotros, delitos comunes, sí. Atentados es otra cosa”. Es una de las cuestiones que surgió en el juicio: que El Enano percibió que el misterioso comprador de la Trafic podría usarla para transportar drogas o algún otro delito, no un atentado.
*Tal vez lo más llamativo es que la defensora volvió a argumentar que es dudosa la existencia de la Trafic, algo que se debatió hace 16 años en el primer juicio. Cuestionó el testimonio de Nicolasa Romero, que es la única que vio el vehículo doblando la esquina y encarando hacia el predio de Pasteur. De verdad se trata de un testimonio dudoso. También es poco sólida el acta de secuestro del motor entre los escombros, hallazgo que estuvo a cargo de un equipo israelí. Sin embargo, no pudo refutar las pruebas que lograron los fiscales que asumieron tras la muerte de Alberto Nisman. Usando tecnología de última generación, microscopios de barrido electrónico, demostraron que los restos metálicos que se encontraron en algunas de las víctimas provenían de una camioneta Trafic, que esos restos eran producto de una explosión y que se correspondían con modelos como el que vendió Telleldín. Se analizaron decenas de restos e incluso un amortiguador que atravesó el cuerpo de una víctima, perforando el pulmón.
Aunque el alegato terminará el miércoles 16, Carzolio deslizó un estiletazo: “como no tienen culpables, van contra Telleldín”. Y de alguna manera adelantó el tramo final de sus argumentos: que no existe ninguna prueba sobre lo que ocurrió con la camioneta entre el 10 de julio de 1994, cuando Telleldín entregó o vendió la camioneta y el 18 de julio cuando se incrustó en la AMIA. Es decir que no aparece ningún vínculo del armador de autos truchos con los terroristas ni con los explosivos ni con las maniobras finales que, por lo que se determinó en la investigación, concluyeron con un suicida al volante, que condujo la Trafic hasta Pasteur 633 y asesinó a 85 personas. En el expediente nunca se pudo determinar quién fue ese suicida ni cómo entró al país.