Las veredas que se recuerdan, las que se caminan, las que esperan, entre tantos rasgos como canciones capaces de delinearlas. Por allí se adentra Madreselva, el quinteto de tango y música litoraleña que presenta su primer disco, Veredas, hoy a las 20 en Distrito 7 (Lagos 790) con capacidad limitada por protocolo Covid 19.

“Le hemos puesto mucho trabajo, fueron pasando años, y como todo lo que lleva tiempo y esfuerzo cuando uno ve el resultado es como un premio”, dice Victoria Aiello, pianista, compositora y encargada de los arreglos del grupo que integra junto a Dani Lesté (guitarra, voz y composición), Cecilia Zabala (contrabajo), Lucía Coggiola (bandoneón) y Milena De Giorgio (viola). “Yo venía tocando en otra orquesta, en El Mejunje, pero tenía la inquietud de armar un grupo nuevo. Surgió un poco a partir de la idea de conformar un grupo de mujeres. Con Dani Lesté ya teníamos un dúo, de piano y voz; luego se sumaron, un poco por cercanía y amistad, las integrantes. Convoqué a Milena De Giorgio para tocar el violín, pero estaba haciendo el pasaje a la viola, lo que hizo que el grupo tenga una conformación bastante particular en la instrumentación, cuando los cuartetos y quintetos siempre tienen violín. A Lucía (Coggiola) la conocía de haber tocado con ella, y sabía que era una música increíble; y si bien con Ceci Zabala nos conocimos bailando tango (risas), ya la había escuchado en otros grupos. Madreselva se conformó por calidad musical pero también por calidad humana, con la idea de armar un equipo de trabajo con el que sabía que íbamos a compartir muchas cosas, pensando en a dónde se quiere llegar con la música que se elige”, continúa Aiello.

--El repertorio incluye temas propios y también de otros autores, como Leonel Capitano, Joel Tortul, Raúl Barboza y Jaime Roos. ¿Cómo lo fueron decidiendo?

--Se fue construyendo pieza sobre pieza, un poco al elegir qué tocar pero también descartando. El tango tiene un abanico muy grande, de períodos muy largos de tiempo. Si bien la idea original era hacer solamente tango, cuando me reúno con Lucía –que también toca el acordéon- me dice que sería bueno tocar chamamé. Ahí apareció el deseo de la parte más litoraleña, que está en el espíritu de los fuelles. Fue algo que se construyó colectivamente. Los temas surgieron entre todas y de parte de todas. Alguna cosas se fueron filtrando, también por las letras, ahí estuvo siempre la discusión. El tango viene de una época muy lejana y los discursos y la poesía han ido cambiando. Por más que hay poesías increíbles y de una belleza muy profunda, también hay letras que han quedado anacrónicas. Teniendo en cuenta que las letras han sido escritas por hombres, la mujer queda en un lugar no demasiado bueno: “ella me dejó, ella la maldita”, no queríamos cantar eso.

--O el amor a la madre.

--Si no se es la santa se es la diabla. El año pasado estuvimos en un Encuentro de Mujeres y Disidencias en el Tango, en Montevideo, y en una de las charlas, una investigadora lo señalaba. La mujer como la santa madre, la que se queda en casa, la del amor incondicional, como en La casita de mis viejos, un tango hermosísimo, que me encanta, pero te pones a analizar la letra y no está bueno (risas). Al momento de cantar una se empieza a preguntar si lo que se quiere es seguir reproduciendo eso. Ahí surgieron los temas propios, un poco también desde la búsqueda de poder decir con nuestra propia voz.

--Justamente, el primer tango del disco –“Ojos de río”- es una historia de amor contada desde la mujer.

--Cuando nos convocaron en MuTaR (Músicxs Tanguerxs Rosarinxs) para compartir la partitura de “Ojos de río”, tuvimos que presentar el tema. Yo hablé desde la música y Dani desde la letra, que es de su autoría. Habló sobre cambiar un poco la concepción de cómo la mujer habla del amor; en el tema, ella habla del cuerpo del otro, del deseo, con una cuestión muy fuerte sobre las palabras que usa. Es una manera distinta de abordar el discurso de la mujer enamorada, ya no desde la cenicienta sumisa.

--¿Cómo deciden incorporar “Nunca lo hubiera pensado (It Never Entered my Mind)”, de Rodgers & Hart?

--Fue muy especial cómo surgió. Es como un estándar de jazz, que tenía muy escuchado en una versión de Miles Davis, que me voló la cabeza. Lo que hice fue un arreglo adaptado a nuestra instrumentación y estilo, como una milonga lenta. Arranca con una intro del piano que es la misma que hice yo, textual. Es una balada de jazz increíblemente hermosa. Pareciera que no tiene nada que ver con el disco, pero lo cierto es que estamos atravesadas por muchas influencias, y lo que nos importa es adaptarlas al estilo y la música que nos gusta hacer.