La novela de los cambios en el negocio del entretenimiento generados por la pandemia entrega en estos días una situación cuyo desenlace está lejos de vislumbrarse. Con las salas funcionando a media máquina, cuando no directamente cerradas, los principales estudios de Hollywood miran cada vez con más cariño al streaming, acelerando un proceso de migración de contenidos impensado nueve meses atrás. Así como Disney ya lanzó en su flamante plataforma Mulán y Universal incursionó en el VOD con Trolls 2: World Tour, Warner salió con los tapones de punta anunciando, la semana pasada, que las películas que estrene desde el 25 de diciembre en adelante podrán verse en simultáneo en salas y la plataforma HBO Max, una trompada en la cara para la lógica tradicional de “ventanas de exhibición” que rige (¿rigió?) la industria audiovisual. El tema, parece, es que se cortaron solos: la empresa Legendary Entertainment, habitual coproductora de los proyectos más taquilleros y afectada directamente en sus intereses, ya está barajando la posibilidad de empezar una batalla judicial si Warner no retrotrae la medida.
La noticia se veía venir. A mediados de noviembre, la compañía confirmó que Mujer Maravilla 1984, el único tanque comercial que aún tenía fecha de lanzamiento en 2020 -a la Argentina llegaría el 31/12, siempre y cuando abran los cines antes-, se verá en Estados Unidos simultáneamente en salas y HBO Max desde Navidad y durante un mes, para luego de ese periodo volver a la senda de las “ventanas tradicionales” tanto allí como en el resto del mundo. El objetivo es potenciar el flamante servicio de HBO, que por su falta de expansión internacional (aquí recién desembarcaría en el segundo semestre de 2021), su elevado costo mensual (15 dólares) y un catálogo interesante aunque con pocas novedades marcha unos cuantos cuerpos atrás de Netflix, Amazon y Disney. Si bien suma unos 30 millones de suscritores (12 de ellos en EEUU), aun no consigue una masa crítica sólida: apenas el 30 por ciento de ese total son suscripciones directas, mientras que el 70 restante pertenece a cuentas gratuitas y de prueba, ya sean de clientes de HBO o de algunas operadoras asociadas.
Una pregunta, sin embargo, quedó flotando: ¿qué ocurrirá en esa incógnita absoluta que es el año que viene? Las dudas sobre si la simultaneidad era una excepción o una nueva regla se despejaron la semana pasada, cuando Warner anunció que las 17 películas en carpeta para 2021 tendrán una metodología de exhibición similar, esto es, un mes en streaming y salas y luego su recorrido habitual. Y no se trata precisamente de películas “indies”: una nueva entrega de la saga El conjuro, Matrix 4, el regreso de Space Jam (con LeBron James en reemplazo de Michael Jordan) y superproducciones como Godzilla vs. Kong y Duna, entre otras, integran la lista. “Estamos viviendo un tiempo sin precedentes que requiere soluciones creativas, incluyendo esta iniciativa”, dijo la CEO de la empresa, Ann Sarnoff, antes de abrir el paraguas ante la inevitable lluvia de quejas de los exhibidores: “Nadie quiere que las películas vuelvan a las salas más que nosotros, y sabemos que estos contenidos son vitales para ellas, pero tenemos que equilibrar esto con la realidad de que la mayoría de los cines de los Estados Unidos probablemente operarán con capacidad reducida durante 2021”.
Pero no hubo forma de calmarlos. Horas después, Adam Aron, cabeza de la cadena AMC, que cuenta con once mil pantallas en Estados Unidos, Europa y Medio Oriente, recordó que habían negociado la simultaneidad solo para Mujer Maravilla 1984 porque “llega en Navidad, cuando la pandemia parece que estará en su apogeo”. Luego disparó: “Claramente, Warner Media tiene la intención de sacrificar una parte considerable de la rentabilidad de la división de su estudio de cine, y los intereses de sus socios de producción y cineastas, para subsidiar la puesta en marcha de HBO Max. En cuanto a AMC, haremos todo lo que esté en nuestro alcance para asegurarnos que esto no suceda a costa nuestra. Buscaremos agresivamente términos económicos que preserven nuestro negocio".
Casi al pasar, en esa advertencia adelantó cuáles serían los próximos frentes de guerra que se le abrirían a Warner: los coproductores y los cineastas. Según una nota del portal especializado Variety, la empresa Legendary Entertainment, que financió la mayor parte de los 175 y 160 millones de dólares del presupuesto de Duna y Godzilla vs. Kong, respectivamente, tiene pensado tomar acciones legales para frenar una medida que considera inconsulta, siempre y cuando no lleguen a buen puerto las charlas entre ejecutivos de alto rango que se llevan adelante en estos días. Si bien han sido socios en proyectos de gran performance en taquilla como ¿Qué pasó ayer? y la trilogía de Batman de Christopher Nolan, en Legendary se quejan de la escasa participación en las decisiones de la etapa del lanzamiento y diagnostican “falta de transparencia” en la otra parte, una sensación que viene in crescendo desde que Warner “bloqueó” la venta de los derechos de Godzilla vs. Kong por 250 millones a Netflix.
La noticia tampoco cayó bien entre los guionistas y directores. Nolan, ferviente defensor de la salas de cine al que Warner le concedió el deseo de estrenar en pantalla grande Tenet en plena pandemia, catalogó la jornada del anuncio como “un día de infamia”. “Muchos de los mejores directores y actores de nuestra industria se fueron a dormir pensando que trabajaban para el mejor estudio, y cuando se despertaron trabajaban para el peor servicio de streaming (por HBO Max)”, dijo al portal The Hollywood Reporter el británico, quien trabaja con Warner desde 2002, y agregó: “La empresa tenía una maquinaría increíble para estrenar nuestros trabajos en todos lados, tanto en cines como en formatos hogareños, pero la están desmantelando mientras hablamos. Ni siquiera entienden lo que están perdiendo. No tiene sentido económico alguno, y hasta el inversor de Wall Street más novato puede ver la diferencia entre disrupción y disfunción”.
Mientras el estudio mantiene un silencio sepulcral, el que habló fue John Stankey, CEO del conglomerado AT&T, del cual dependen, entre otros, HBO y Warner. El ejecutivo dijo estar consciente del “ruido” de una decisión que fue tomada con los “clientes en la cabeza”, y que la compañía “ajustará y trabajará el modelo de manera diferente” si el público vuelve a las salas en la etapa final de la pandemia, aunque pronosticó una “recuperación prolongada”. “La pregunta es cómo lidiar con esto de la mejor manera posible, y esto es una situación de ganar-ganar-ganar: ganamos nosotros, ganan los consumidores y ganan nuestros socios”, remató. La novela está lejos de terminar. El desenlace, mientras tanto, sigue siendo una incógnita.