El último adiós a Alejandro Sabella estuvo reservado para el lugar en el mundo que había elegido el ex director técnico del seleccionado argentino: La Plata. Un conmovedor recorrido de su cortejo fúnebre atravesó la ciudad que lo adoptó, lo cobijó y lo disfrutó como exitoso futbolista y entrenador de Estudiantes, pero que fundamentalmente, al igual que todo el ambiente del fútbol, lo valoró por sus excepcionales condiciones humanas.

El cortejo que salió desde Ezeiza cerca de las 11 llegó a la ciudad de las diagonales pasado el mediodía y en las cercanías del Estadio Uno se encontró con miles de hinchas de Estudiantes que aplaudieron, lloraron y gritaron para despedir a quien dejara gloriosa huella como futbolista y como entrenador.

Estuvieron presentes dirigentes y se vio a Leandro Desábato, actual entrenador de la Primera División masculina, visiblemente quebrado. La gente le arrojó flores, banderas y camisetas y entonó distintos cánticos, entre los que sobresalió el "Somos soldados de Sabella", un grito de guerra que nació para defenderlo de las críticas en el Mundial Brasil 2014.

La comitiva fúnebre recorrió toda la avenida 1 por el frente del estadio de Estudiantes hasta calle 57, donde terminó el circuito con una suerte de abrazo simbólico. Después de 40 minutos, la formación siguió su curso hasta el barrio de Tolosa para recibir la despedida de cientos de vecinos en la puerta de la casa del ex entrenador, vereda que en estas horas se transformó en un santuario.

Luego de recorrer la plaza del barrio, el auto con el féretro de Sabella se dirigió al cementerio Parque Campanario, en Florencio Varela, para una ceremonia de sepultura íntima. La Plata y la gente de Estudiantes pudo despedirlo a lo grande, aunque al Profesor Sabella -como escribieron desde el club platense- se lo recordará eternamente.