La SIDE estaba preocupada por las gestiones de los organismos de derechos humanos para llevar a Alfredo Astiz ante la justicia y quería cuidarle las espaldas al “ángel de la muerte”. El marino, que se había infiltrado entre las Madres y familiares que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, fue identificado con nombre y apellido el 26 de abril de 1982, cuando apareció su foto firmando la rendición en Puerto Leith. Astiz pasó más de un mes detenido en el Reino Unido, pero Margaret Thatcher no cedió a los pedidos de Francia y Suecia que lo reclamaban por las desapariciones de las monjas y de Dagmar Hagelin respectivamente y lo devolvió para el 10 de junio a la Argentina vía Río de Janeiro.
La búsqueda de estrategia de los organismos para llevarlo ante la justicia fue constante. Veinte días después del regreso de Astiz, un parte de la SIDE del 1 de julio de ese año recogía informaciones sobre posibles presentaciones judiciales que estaban evaluando los organismos. “Abogados de organizaciones de solidaridad -- como aparecen nombrados los organismos en los documentos de la SIDE -- tienen previsto presentar en relación con el “Caso Astiz” sendos habeas corpus en tres juzgados. Uno de los juzgados en el que harían la presentación sería el N° 6 del Dr. Fernando María Zavalía, Secretaría N°16 del Dr. Diego T. Nicholson”, escribieron los espías, interesados por la suerte de Astiz.
Para el 5 de agosto de 1982, la SIDE se había enterado de que Familiares estaba distribuyendo un folleto en el país y en el exterior sobre el llamado Caso Astiz. “En el mismo incluyen testimonios de supuestos detenidos-desaparecidos en los que se alude la participación del Capitán de Fragata Alfredo Astiz”. Entre otros sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) aparecían mencionados Norma Susana Burgos, Alberto Girondo, Martín Gras, Graciela Daleo, Andrés Castillo, Ana María Martí, Alicia Milia de Pirles y Sara Solarz de Osatinsky. También estaba el testimonio de Ana María Careaga, sobreviviente del Atlético e hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de las tres Madres secuestradas en el operativo de la Santa Cruz de diciembre de 1977.
Los servicios también tenían registros de que Hebe de Bonafini se había presentado el 25 de noviembre de ese año para declarar sobre el rol de Astiz en el secuestro de Azucena Villaflor de Devincenti en La Plata -- del que hoy se cumplen 43 años y por el Presidente Alberto Fernández visitó la exESMA -- o que, en enero de 1983, los organismos tenían la intención de formular denuncias contra el propio Astiz o contra Emilio Eduardo Massera, que había conducido la Armada hasta septiembre de 1978 y, para entonces, buscaba afianzar un proyecto político propio. Cada parte que tenía a uno de los represores de la Marina mencionados terminaba en manos del Estado Mayor General de la Armada como las reglas de la “comunidad informativa” lo indicaban.