Hubo un tiempo –años piazzolleros- en que Rodolfo Mederos fue moderno. Transitaba entonces la tradición entre los veinte y los treinta años, y parecía un rockero, medio hippie, de jeans anchos y sandalias, incrustado mágicamente en orquestas de tango. O en formaciones afines. No solo en una de Astor Piazzolla sino también en otra de las buenas: la de Osvaldo Pugliese. Pero quería ir por más, o al menos por la suya. Por la bien suya. Lo había intentado con el iniciático Octeto Guardia Blanca en su Córdoba natal. Se había fogueado luego, en busca del mismo fin, claro, bien cerquita de otros bandoneonistas de su especie. Juan José Mosalini y Daniel Binelli, entre ellos, pero su mundo sonoro, personal, se le reveló entero y clarito cuando cumplió treinta y seis -en 1976- y fundó una agrupación que reflejó -a través de seis discos y trece años- el sonido de aquella Buenos Aires en tensión: Generación Cero.
No solo era tango. También había un poco de fusión con el jazz, con la canción ciudadana, con algunas rémoras del rock progresivo anterior. Pero fundamentalmente era decir con música que el tango había crecido, había dado casi todo de sí, y que tenía que pegar un volantazo en curva peligrosa para poder seguir. Generación Cero era, en rigor, una paradojal vanguardia cuidando la tradición. Así sonaba en el debut (Fuera de broma 8) y así de irreverente, también, en el recordado Todo hoy, publicado dos años después que aquel. La sorpresa de hoy –porque de sorpresas está hecho el mundo Mederos- es que tres décadas después de aquel hito, el bandoneonista, maestro y director de orquesta, volverá hacia allí. Tal como lo hizo hace poco más de un año en el Centro Cultural Kirchner, pondrá nuevamente en órbita aquella agrupación, aunque con otros músicos y a la usanza pandémica: por streaming.
“Claro que hay diferencias entre el Generación Cero de los setenta y éste”, introduce el músico, marcando la diferencia musical y epocal. “En la formación de hoy hay una recuperación del sonido clásico del tango en los timbres del bandoneón y del violoncello, cuando allá no lo había, si recordamos al sintetizador o, poco antes en el tiempo, al saxofón ¿Será esta una 'ruptura'?, tal vez”, deja picando el maestro que a los ochenta años le sigue sobrando paño para el lado del hacer. “Lo que sí permanece es la sonoridad relacionada al rock, quiero decir guitarra eléctrica, bajo eléctrico y batería, en relación al tipo de instrumentación”.
-¿Y musicalmente?
-Respecto a la música, en la formación actual se incluye algún que otro compositor como Luis Alberto Spinetta (con quien Mederos tocó en épocas de Almendra) además de algunos ajenos al rock como Osvaldo Pugliese y Atahualpa Yupanqui, más allá de la presencia ocasional de guitarra acústica y el contrabajo.
En efecto, la formación de GC que Mederos presentará este viernes 11 a las 22 a través de la plataforma #ciclotassovirtual, será con Armando de la Vega, en guitarras eléctrica y criolla; Guido Martínez, en bajo eléctrico y contrabajo; Jacqueline Oroc en violoncello; y Facundo Amaya, en batería. “La verdad es que no creo ser ni vanguardista ni innovador, más bien creo que soy un buscador, un eterno buscador. Por lo tanto, no he decidido retomar Generación Cero, sino más bien continuarla”, aclara el músico cuyas intenciones estéticas, entre fines del siglo pasado y comienzos de este, estuvieron impregnadas por una búsqueda precisamente vinculada al tango de corte más tradicional. Así se escucha en el disco Carlos Gardel, en la bandas de sonido del documental Quereme así (Piantao), del film Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, y fundamentalmente a través de la tríada de tango tradicional que conformaron Comunidad, Intimidad y Soledad. “Del pasado del tango nadie tiene dudas”, sentencia el ex profesor "Elementos técnicos del lenguaje del tango" en la Escuela de Música Popular de Avellaneda. “¿El futuro?... y, habrá que construirlo”, enfatiza.
--¿Vas a apelar a algunas piezas del Generación Cero original o son todas nuevas?
--Los dos únicos títulos de la época anterior que voy a tocar esta vez son "Cada día, cada noche" y "Nuestros hijos". La primera composición se refiere al esfuerzo permanente que hacemos para lograr una música genuina… cuando se logra, claro. La segunda, en cambio, es un homenaje a todos los músicos que continuarán el camino.
El concierto de GC será una especie de réplica on line
del que se dio en septiembre de 2019, cuando Mederos y su troupe maravillaron,
incomodaron, interpelaron y cautivaron a propios y extraños mediante un singular
recital en el Centro Cultural Kirchner. “Respecto de aquel concierto, ahora habrá
tres composiciones que no toqué, que son nuevas: "Humo Negro", "Un
Dios hecho cenizas" y "El enigma"”, informa el bandoneonista
sobre estas piezas, alguna seguramente originada en este tiempo covideano que el
músico atravesó estudiando, investigando, cocinando y “resistiendo, como todos”,
según afirma este tanguero inquieto que, por supuesto, continúa con su Orquesta
Típica, con su trío, y con el programa pedagógico de dúo de bandoneones cuyo
fin en contar la historia y el lenguaje del tango, además de sus proyectos
solista de bandoneón para orquesta de arcos, sinfónica y cuarteto de cuerdas con
el que publicó el reciente disco Tango Sacro,
nominado a los Grammy