Las inmediaciones de Congreso irradiaban calor en sentido estricto y figurado. En el recinto, sin aire acondicionado, les diputades presentes sudaban lo suyo. Esas sesiones tienen que semi eternizarse: terminar de madrugada, tradición del siglo XXI. Se las sigue por tevé, de cabo a rabo, alto rating. El brillante colega Periodistán, trotamundos él, tuitea: “No conozco ningún otro país en el mundo en que la gente no duerma esperando las decisiones importantes del Parlamento. No existe, realmente, otra nación en que la política se viva con la intensidad que la vivimos nosotro/as. Tal vez sea lo más apasionante de Argentina”.

La marea verde es hegemónica en calles y plazas de todo el país, ni qué hablar en Congreso. Quedan dinosaurios simplistas que afirman que el aborto es una preocupación de progres, de porteños, exótica en “la Argentina profunda”. No obstante, el verde se enseñoreó en varias ciudades de provincias. Y quienes abortan ilegalmente, castigadas por la sociedad patriarcal, son mayormente mujeres jóvenes, pobres, a menudo abusadas de hecho. Población abundante allende la avenida General Paz o los conversatorios de la progresía.

La Cámara de Diputados aprobó la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) con mayoría más holgada que dos años atrás. Se votó también, de modo casi unánime, la “ley de los 100 días” que procura ayuda estatal a personas gestantes en situación vulnerable. Existen normas similares en algunas provincias. Originariamente fue un pedido de la Jerarquía de la Iglesia Católica (“la Jerarquía”) susurrado en El Vaticano al presidente Alberto Fernández. No importa, para nada. Se trata de una norma protectoria, justa y respetuosa. Las leyes se autonomizan rápido de su origen coyuntural, se integran a la realidad, la modifican. Simplota la actitud de quienes las controvierten desde miras estrechas, efímeras, a menudo falsas: “el oportunismo” de Eva Perón con el voto femenino. O “la cortina de humo” de Alberto Fernández para que la opinión pública se olvide la crisis. Suponen que la gente es (usted perdone) pelotuda y olvida donde come, trabaja y cómo la está pasando.

Una imagen de 2018 que se repitió esta semana frente al Congreso para una vez más conseguir la media sanción de la IVE en Diputados.   Foto: Laura Reyes

No es momento de votar esto, en plena pandemia, claman voces celestes. Alguna agrega: una falta de respeto cuando se avecina la Navidad. La muchedumbre responde saltando sobre el pavimento: “ Ya se acerca Nochebuena/ya se acerca Navidad”/para toda la Argentina/que el aborto sea legal”.

Juntos por el Cambio (JpC) interpreta también que los momentos de crisis son impropios para pedir un aporte especial a los 12.000 o 15.000 multimillonarios más multimillonarios de la patria. Las crisis, perseveran, deben combatirse bajando los impuestos, relajando las leyes laborales, achicando el gasto social. Paradójico el mensaje de la derecha; compren la vacuna para millones de personas (esa sí es labor estatal), que sea gratuita y bajen la inversión pública.

El CEO y dueño de la multinacional Techint, Paolo Rocca, catequiza y reprende en público al ministro de Economía Martín Guzmán quien lo refuta con calma y garbo. Queda para discutir si es deseable que el funcionario conceda tanta eminencia y charlas a los capos de la Asociación Empresaria Argentina (AEA)… mucha más que a organizaciones populares, sindicatos, clubes de barrio, laburantes de actividades todavía paralizadas.

Volvamos al eje de la columna, que está bueno.

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Sacar cuentas, darse cuenta: Las diputadas votaron “Sí” en proporción muy superior al resultado general.

Si se discierne por edad, legisladoras y legisladores más jóvenes acompañaron más que el promedio.

El 70 por ciento del bloque del Frente de Todos apoyó la iniciativa del Ejecutivo. En JxC el PRO y la Coalición Cívica votaron como derecha dura: celeste, con excepciones. Las correligionarias y correligionarios radicales se diferenciaron virtuosamente, en esta ocasión; más verdes que celestes. Los dos diputados del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) acompañaron al proyecto.

El mapeo sobre las provincias arroja resultados interesantes. Repasemos algunas. Córdoba con representantes del pueblo muy celestes. ¡Todos los cordobesistas que responden al gobernador Juan Schiaretti! Divisiones en JxC. Aval pleno al proyecto del FdT. Las navegaciones de los congresistas de Schiaretti “terciando” todo lo que pueda, arrimándose o alejándose de AF serán comidilla en los próximos meses.

La totalidad de los diputados de Formosa votaron en contra. Los de Santiago del Estero, en mayoría. Los de Río Negro, en cambio, unánimemente eligieron verde.

Repasar los distritos esclarece aunque es factible que las representaciones no expresen de modo cabal la idiosincrasia de las sociedades civiles. Se ubican un cachito más a la derecha, intuye este cronista mientras viaja a pispear al Senado.

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Demandas, lobby, patotas: De cualquier modo, en buena dosis gracias a la representación proporcional, Diputados es la cámara multicolor, pluripartidaria, pluralista.

El Senado combina la representación institucional de solo dos fuerzas por distrito con el dato sociológico de la preeminencia del bipartidismo en provincias. Conservadores populares saben ser, en el mejor de los casos, los gobernadores. La Cámara Alta refugia a expresidentes o gobernadores. La longevidad es más elevada que en Diputados. Todo tira a derecha y gravita el recuerdo del rechazo al IVE en 2018.

Ahora el Ejecutivo impulsa al proyecto, Alberto se diferencia del manejo dual del expresidente Mauricio Macri. El oficialismo tiene recursos políticos lícitos para persuadir, dentro de su bancada, a quienes dudan o se inclinan por el “no”. Convencerlos para que cambien o se abstengan. Néstor Kirchner, siendo diputado, poroteó el padrón propio para la ley de Matrimonio Igualitario con minucia y fervor, sumó voluntades. Son precedentes que cuentan, las ampliaciones de derechos son costosas, se construyen militando en distintos frentes: el Ágora, las Plazas, los medios, la Academia, el sistema político.

La Jerarquía --acompañada en menor número por dignatarios de otros credos-- conforma la principal oposición estructurada, potente, con frecuencia brutal en su vocabulario y sórdida en su prédica. Reclama, ejerciendo sus derechos. Hace lobby subterráneo, emite mensajes a través de sus voceros mediáticos en Clarín y La Nación. Un colectivo de varones célibes invade la esfera del César y busca imponer reglas a quienes no componen su grey. Por mecanismos opacos hace pressing sobre legisladores sueltos, a los que amenaza de modo surtido.

De modo simultáneo, grupúsculos celestes patoteros amenazan sin maquillaje, agreden, la emprenden con las familias de los parlamentarios. Algunos lo denunciaron en el recinto, un diputado jujeño cambió su voto… Los aprietes recrudecerán, con diferentes métodos y actores: anónimos o purpurados.

Serviría al sistema democrático que la Jerarquía condenara esos hechos de violencia, aún sin asumir que provienen de su fuerza propia. Valdría como aporte a la paz, a sofrenar los espíritus. No decimos a poner la otra mejilla… apenas a no abofetear las del prójimo.

Un gesto, unas palabras del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Oscar Ojea, un dignatario por lo general dialoguista, demostraría un espíritu constructivo, diferenciándose de los violentos. ¿Ocurrirá? Este cronista tiene pálpitos pero no certezas.

Que se vote pronto ayudará a mantener el viento verde fresco, la victoria por goleada en las polémicas, la fuerza del movimiento feminista que viene de allá lejos y hace tiempo. Crece, crece, contagia, canta, baila.

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“Yo aborté”: “Yo aborté” en esta columna tiene que ir encomillado por razones obvias y poderosas. Los hombres no se embarazan, no gestan, no paren, no abortan.

Desde hace bastante este escriba propone revisar el dicho “uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice”. En la vida personal, en las sociedades, en los procesos colectivos, suele ser al revés. En este caso: “una es dueña de lo que dice y esclava de lo que calla”. O de lo que la obligan a callar. La lucha por la ampliación de derechos comprende terminar con los silencios, romper con siglos de estar acalladas.

Un aporte rotundo de la controversia pública son los testimonios en primera persona. Vivencias, sufrimientos silenciados o compartidos con otras mujeres. Quienes ahora hacen uso de la palabra reviven embarazos deseados o producto de violaciones, abortos no queridos o provocados. Cantidades de recuerdos en los que prevalecen la soledad, el dolor, el miedo, las agresiones, la incomprensión.

Los varones deberíamos usar las dos orejas, el corazón y el cerebro. Escuchar, recapacitar, releer las propias conductas (por caso no desayunarse de lo evidente, dejar escapar tortugas), comprender. Acompañar lo mejor que se pueda, aprendiendo.

Los gritos de las manifestantes ayudan, ganan el espacio público, interpelan. Quien quiera oír, que oiga. Son millones, van por más.

Tienen la razón de su lado contra fiscales, jueces, vigilantes de todo tipo, autoridades necias y autoritarias. Y, por cierto, dictadores de oficinas, empresas, escuelas, fuerzas de seguridad, de familias habituados a imponerse bestialmente, a sojuzgar.

Toda ampliación de derechos es una conquista, lo que significa que se consigue a expensas de algo o alguien. Personas de carne y hueso, regímenes, “sistemas”, “órdenes”. Las resistencias son fuertes, la marea verde crece y las desafía.

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Generaciones que se amuchan marchando: Calcular generaciones en un grupo familiar resulta sencillo. Menos diáfano, en una sociedad. ¿Cuántas generaciones se hermanaron en estas jornadas? ¿O durante el 8 M, “Ni una menos”, el tratamiento parlamentario anterior?… Por lo pronto, mediaban décadas (sesenta, setenta años) entre las pioneras que arrancaron en minoría u ostracismo y las pibas habituadas a amucharse, a ser multitudes, a expresarse a voz en cuello.

Las precursoras de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se vieron reflejadas y honradas. Sobrevivieron y se reprodujeron. Se recomienda la entrevista-homenaje a Martha Rosenberg publicada en el suplemento Las 12. De paso, se aplaude a las compañeras periodistas de Página/12 comprometidas con estas luchas desde hace añares, militantes y profesionales.

El clamor por la igualdad se expande, congrega adhesiones, consigue explicarse, difundir, empatizar.

Las disputas en democracia mejoran al sistema, de alguna manera capacitan a quienes participan. Antes y después de la sesión, lúcidamente ubicada el 10 de diciembre, el discurso verde prevaleció, en buena lid, contra las diatribas celestes. La rabia, el pseudo cientificismo de personas o entidades usualmente oscurantistas, la intolerancia a flor de piel, saliendo por los poros. 

Repitamos lo evidente. La legalización del divorcio vincular no indujo a romper hogares sino a regularizar situaciones, reconocer realidades preexistentes, con el tiempo a conformar nuevas familias. El matrimonio igualitario no derivó en miles de uniones exóticas ni en adopciones decididas a la bartola.

Pero todos los ejercicios para visibilizar y sincerar ayudan a expresarse, asumir identidades, elegir cómo vivir dentro de leyes tolerantes e inclusivas. La ley IVE es necesaria para promover la igualdad y la justicia social, por motivos de salud pública, para ampliar derechos.

La disputa en el Senado pinta pareja y ardua. En el resto de los escenarios, desde hace rato, la marea verde viene ganando. Falta esa disputa esencial. Tiene que ser ley, de una buena vez.

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