El fuego es uno de los elementos cardinales de la naturaleza, y además de arder, puede alumbrar. Exactamente así funcionó para un grupo de artistas, encabezados por el poeta salteño Leopoldo “Teuco” Castilla. Luego de que numerosos incendios azotaran a nuestro territorio, se unieron para promover en distintos pueblos y ciudades la creación de los bosques de la poesía “como una primera acción -real y simbólica- destinada a incentivar la participación activa de otros sectores en defensa de la naturaleza”.
La iniciativa, con una clara impronta plural, ha recibido el apoyo de un sinnúmero de instituciones, como la Academia Nacional del Folklore, la Sociedad Argentina de Escritores, la Fundación Manuel Castilla, Fundación El Abra, la Fundación Mempo Giardinelli y PEN Argentina, entre otras.
La cristalización de los bosques implica, por otra parte, la interacción con organismos del Estado. “Para su concreción los poetas y artistas solicitarán a la municipalidad que determine un predio donde sembrar el bosque y la donación por parte de los viveros municipales de especies naturales del lugar (el número no está determinado pero pueden ser -para empezar- unos 40 o 50 ejemplares como mínimo), los que serán plantados por los creadores en el transcurso de un acto artístico cultural con amplia difusión en los medios provinciales y nacionales”, se lee en el instructivo redactado por los impulsores del proyecto.
Así, y multiplicándose a medida que pasan los días, a menos de dos meses de lanzada la propuesta, se concretó la cesión de predios para la plantación de especies nativas en más de diez provincias argentinas. Y Salta, por supuesto, no es la excepción.
En ese contexto, del otro lado del teléfono, espera el Teuco, dispuesto a la conversación sobre las arboledas que vendrán, desde el NOA hasta Ecuador, desde Chubut a España. La voz de Castilla sale, casi literalmente, de las entrañas de la tierra o se parece a ella, con una cadencia inconfundible. La voz de Castilla es también el eco de sus compañeros que siembran palabras y canciones, pero también semillas, que retoman la figura del artista comprometido más allá de la metáfora y la hacen cierta.
-¿Cómo se gesta el proyecto de los bosques de poesía?
-Nació mirando las llamas en las Sierras de Córdoba y ante la barbarie de estos incendios provocados. Estaba yo con dos grandes, maravillosos poetas de allí: Pedro Solanz y Aldo Parfeniuk, y les dije que sería hermoso hacer un bosque de la poesía. Yo ya había creado algunos, años antes, en Venezuela y Perú. Y bueno, jugando, empezó esta historia que nos va maravillando a medida que pasa el tiempo. Porque vemos cómo la gente se da cuenta que es necesario ayudarlo al planeta, salvarlo de tanta codicia irresponsable. El día 15 se inaugurará, en un predio magnífico que tiene Carlos Paz, el primer bosque de la poesía y tenemos ya en carrera algo así como 40 bosques más en distintos puntos del país.
Además, hay grandes movilizadores de esta propuesta: Pancho Cabral, músico riojano, o el poeta Antonio Tello, que tramitó ocho predios para otros tantos bosques -en distintos pueblos cordobeses- o Roberto Espinoza, que convocó a muchos poetas para hacerlo en San Miguel de Tucumán. La lista excedería los límites de este reportaje.
-Puntualmente, en Salta ¿en qué lugares se han destinado terrenos para este fin y qué poetas o artistas intervienen?
-En Salta tenemos unos fundadores maravillosos. Habrá bosques de la poesía en La Caldera, que ya está próximo a inaugurarse gracias a la gestión de los poetas Cristián Adet y Rolando Vargas, y del cineasta José Issa. También, en enero vamos a inaugurar el bosque de San Lorenzo -que se consiguió a través de Marcelo Sutti, Nicolás Lupión, Marcelo López Arias y Martín Plaza-. Además, Sutti ya hizo las gestiones en Campo Quijano y La Silleta para que se creen allí dos bosques de la poesía y estamos viendo los trámites en San Pedro de Atacama. Por otro lado, Juan García Bes -hijo de José García Bes, el poeta-, ingeniero, está planeándolo en la Colonia Santa Rosa. Y esto es solo la apertura, porque también estamos tratando de hacer los bosques en otros puntos de la provincia cuya gestión está todavía en ciernes.
-Hace años, también por su iniciativa, se llevaron a cabo experiencias similares en Nueva Esparta y Arizmendi, en Venezuela y en Huánuco, Perú, ¿Es posible que, en la actualidad, esta propuesta se extienda más allá de las fronteras nacionales?
-Pues ocurre que esta propuesta está encarnando en Bolivia a través de los poetas Gabriel Chávez Casazola y Gary Daher. También en Uruguay, a través de Rafael Courtuosie. En Perú, impulsada por el poeta Harold Alva. Habrá bosques en Ecuador, por Margarita Mayorga y los poetas Javier Oquendo Troncoso e Iván Oñate. También en Colombia. Y más allá de América Latina, en Europa: puntualmente en España, con el poeta Carlos Grassa Toro.
En fin, la idea no sé qué poder tiene, pero la gente se da cuenta de que es maravilloso poder ser uno de los fundadores de una emoción tan hermosa del planeta, como puede ser un bosque. Eso está atrayendo el interés de mucha gente. Incluso en Huelva, España, estamos trabajando con una agrupación de poetas por la paz.
-Como complemento del proyecto, se planea declarar a la naturaleza como sujeto de derecho ¿qué puede adelantarnos al respecto?
-Hemos visto, con la lupa de esta pandemia, cómo ha reaccionado el planeta cuando nos hemos encerrado y hemos mermado el daño sobre el medio ambiente: hemos observado cómo han vuelto los animales, cómo se han multiplicado los peces, cómo se ha limpiado la atmósfera. Pero ocurre que los grandes poderes, que por supuesto, no tienen tripa ni corazón, sino una venalidad absoluta por sus intereses, van a imponer su acción que solo trae desolación, devastación y exterminio sobre la voluntad de todos nosotros. Y para contrarrestar eso no solamente estamos haciendo los bosques -que es un pequeño gesto simbólico, pero necesario, porque además se van a llevar centros culturales al aire libre, en cada pueblo-, sino que además estamos trabajando para que se declare a la naturaleza sujeto de derecho con una ley aquí en el país.
-¿Por qué es importante legar no solo arte, sino también verde?
-Creo, creemos -porque no soy yo, sino todo este colectivo de fundadores, como en el Paraguay, donde ya hay también gente interesada en que se extiendan los bosques-, todos creemos que es maravilloso poder hacer algo que esté al alcance de la mano. Y además con gran facilidad, porque tardan dos o tres días en hacer el bosque, nada más. Y es algo que queda para siempre. Al mismo tiempo, es un gesto solidario, desinteresado.
Hay que dar, hay que dar en el mundo para que el mundo te dé. Y eso es lo que pide la tierra: que le des para que ella te dé. Y podemos hacerlo con un pequeño aporte como es éste, que no es tan pequeño porque queda para los siglos. Estos bosques crecen y son para generaciones y generaciones. Por lo menos, tendremos la alegría de ver que no nos hemos quedado impávidos frente esta destrucción, sino que hemos dado un paso adelante, que hemos hecho un futuro y que esto lo hemos hecho también para las generaciones que vienen.
La tierra manda, como dice la copla: “el tiempo y el monte tienen su condena y su perdón, al árbol que hachó mi abuelo lo tengo que regar yo”.
El grabador se apaga, pero la voz de Castilla queda guardada en la memoria del aire. Él -como su padre, don Manuel- se deja estar en la tierra, gozante. Y la puebla de letras y de verde, para los hombres y mujeres que vendrán, junto a hombres y mujeres que hoy hacen historia. Con algo tan pequeño, tan grande, tan simple y revolucionario como una semilla.