¡Por fin! Luego de dos años de espera, nuestra sociedad se ha vuelto a enfrentar en este debate que despierta tanta pasión y el clima de toda la semana estuvo muy acalorado entre los pañuelos verdes y celestes. Está claro que lo que buscamos (casi) todes es una sociedad mucho más justa y hay que intentar encontrarnos, a pesar de pensar de manera diferente y aspirar a construir una sociedad más empática, pero para que esto ocurra tenemos que terminar con la mirada personal y poner el acento en lo importante de esta discusión y no perdernos en enfrentamientos vacíos que no nos llevan a ningún lugar.
Sentí mucha indignación al escuchar ciertas oratorias que daban vergüenza por venir de quienes nos representan. Una de las frases más usadas de la jornada fue «no es el momento, hay otras urgencias» ¡Hola! ¡Chocolate por la noticia! Siempre hay urgencias: vivimos en Argentina, un país con muchas premuras. La Argentina siempre tiene temas pendientes y la mayoría muy importantes. Hoy es momento de esta ley, pero no nos olvidamos de la pobreza que sigue creciendo, ni de la situación por la que atraviesa gran parte de la educación ni de las falencias que existen en el sistema de salud.
Ahora, bien, les hago una pregunta: que una mujer se muera, ¿no es urgente? Porque las que mueren son las mujeres, si la historia fuera al revés, seguro sería diferente. ¿Cuándo es el momento, entonces? Dejar el derecho de las mujeres en manos del pensamiento retrógrado es continuar fortaleciendo esta estructura patriarcal y desigual a la que seguimos siendo sometidas desde hace siglos. Da impotencia ver que muches de los que hoy nos representan no están bien informades, o no tienen las agallas de votar con convicción por el miedo de volver a sus provincias. Algunes no puedan ver más allá de sus propias narices, en lugar de pensar en ampliar derechos para una sociedad más justa, anteponiendo sus principios religiosos que, al parecer, les nublan la posibilidad de razonar y generan mucha confusión; y esta, por supuesto, se extiende a una parte de la sociedad.
Votar a favor no es estar en contra de la vida, de les niñes o de la maternidad: ¡por favor, gente! No es una ley que promueve abortar, solo reconoce un problema que existe hace muchos años en la clandestinidad. Es fundamental un estado presente que acompañe a las mujeres que hace décadas están solas siendo condenadas por esta situación. Por eso, es importante todo lo que puede lograr esta ley para las nuevas generaciones de pibas, con más información, ojalá con más educación sexual para no tener que abortar y que esta palabra deje de ser un tabú para nuestra sociedad. Nos aguarda otra larga jornada en la Cámara de Senadores que espero con mucho entusiasmo: hay que seguir trabajando desde todas las organizaciones y con la campaña para que todes les senadores puedan comprender que no es una ley que promueve el aborto, sino que intenta regularizar, acompañar y mostrar una realidad que existe (y que a mí me tocó vivir muy de cerca).
Todas las leyes que se votaron para ampliar derechos generaron estos debates intensos y dividieron a la sociedad. Hoy debemos recordar las diferentes profecías de apocalipsis que se vaticinaban con la ley de divorcio, o aquella que anunciaba el fin de la familia cuando se legalizó el matrimonio igualitario. Nada de todo eso sucedió: solo adquirimos más derechos. Así que sería importante que se dejara de utilizar como argumento que somos asesinas y que el aborto se utilizará livianamente, como si se tratara de un método anticonceptivo más. Es momento de aceptar que una mujer debe tener esa potestad sobre su propio cuerpo sin que ninguna persona se arrogue el derecho a opinar por sus acciones.
Todes formamos parte de esta sociedad y lo único que buscamos es la igualdad que nos viene siendo negada desde hace siglos.