“Se lo relegó al lugar de ‘figura simpática’...", polemiza el artista conceptual y escritor Juan Carlos Capurro, en referencia al inolvidable Federico Manuel Peralta Ramos. “Su obra, inclasificable, rindió cuentas, de manera extraordinaria, de las contradicciones de su época”, sostiene Capurro, artista conceptual y escritor. Quienes vivieron los bullentes años 60 y 70 seguramente recordarán a Federico por sus impensables intervenciones de dadaísmo semanal en el programa de Tato Bores. O por haber comprado un toro Charolais en la Rural sin tener ni medio peso para pagarlo. O por haberse “patinado” una beca de la Fundación Guggenheim en cenas, trajes, deudas y cuadros. O por su versión de “El gusanito”, la canción provocadoramente naïf de Jorge de la Vega. O por su interpretación de “La hora de los magos”, bellísimo poema de De la Vega que FMPR recitaba con ojos desorbitados, la vista clavada en el infinito. Del Infinito al bife lleva justamente por título un libro publicado el año pasado, en el que a partir de cientos de testimonios de quienes lo conocieron y admiraron Esteban Feune de Colombi arma la figura de ese porteño “psicodiferente”, como le gustaba llamarse. Pero esa es harina de otro costal.
Capurro trae al presente al “otro” Federico. El artista plástico, el vanguardista, el pop, el heredero de Duchamp. El político incluso. Mal de Plata se llama el corto, que dura media hora y al que puede accederse gratuitamente en la página online del Museo Nacional de Bellas Artes. El nombre del corto --el segundo que filma Capurro, después de Angelus: Variaciones sobre un sueño, 2018-- es, por supuesto, creación de FMDP. Como todas (o casi todas) sus ocurrencias, el juego de palabras no es gratuito: su tatarabuelo fue el fundador de la ciudad balnearia, y FMPR lo adaptó a una realidad (los 80) en la que todo el mundo andaba mal del bolsillo. “Lo que procuro con mi film es subrayar que lo que fue calificado como 'ocurrencias' de un personaje pintoresco, debe ser revalorizado como la obra de un gran artista que modificó la manera de hacer arte, en la Argentina y en el mundo“, señala Capurro, miembro fundador del colectivo artístico-performático-patafísico “La Estrella de Oriente”, que tiene a FMPR por miembro honorario.
-¿Qué te hace pensar en Federico como un artista político?
-Todo verdadero artista lo es, en la medida que la poesía que produce surge de su disconformidad con la realidad. Esta no necesariamente es consciente. La acción artística siempre es un misterio. Esa es su fuerza, contra la estolidez del panfleto político que se pretende "realista". De la misma manera, Leonardo Favio realiza un alegato definitivo contra la violencia política en su obra maestra Juan Moreira. Allí todo se condensa en una sola frase, plena, cuando Moreira está muriendo y dice: "¡Con este sol!". La belleza conmovedora de la vida. Es bajo el gobierno de Onganía que Federico inaugura su recorrido artístico. Un gobierno que es el comienzo preciso de la decadencia de la burguesía nacional, con el fracaso de los planes económicos de Krieger Vasena y la presencia de Alsogaray como Ministro de Economía. Allí pinta su cuadro "Misterio de Economía". Nos convoca a reírnos, para no llorar.
-En el corto puede oírse una entrevista radial de fines de los años 80, recientemente reencontrada en el archivo de Radio Nacional. En ella Federico dice haber fundado Mal de Plata en 1981, “porque todos los argentinos estamos mal de plata”. Y apunta que ese nombre “cada día tiene más actualidad”. 1981, plenos tiempos de dictadura militar.
-Federico realiza su crítica inventando un estilo, desde un humor a la vez amable y corrosivo. Nos recuerda que su tatarabuelo fundó Mar del Plata, ciudad del esplendor agropecuario de la Argentina. Él entonces funda, en 1981, ante la caída del plan de Martínez de Hoz, en plena dictadura, la ciudad de Mal de Plata. Y agrega "el país pasó de Guido di Tella a Minguito Tinguitela". Describe así la caída del sueño desarrollista de los sesenta, con el famoso Instituto Di Tella, hasta llegar a las ocurrencias del cómico Juan Carlos Altavista, creador de Minguito. Lo hace en medio del autocierre del Instituto Di Tella, donde se reunía una vanguardia artística. El lugar se clausuró por presión eclesiástico y militar. En esa entrevista retoma la frase de Lennon, "el sueño acabó".
-En otro momento Federico se define como “emergente”, la persona en la que se concentra la neurosis familiar, y que funciona a la vez como chivo expiatorio. Para tratarse de un presunto “loquito”, allí Federico parece tener un alto nivel de consciencia de sí, ¿no?
-Es por eso que realicé esta película, en plena cuarentena, quizá reproduciendo esa asfixia que inspiró a Federico. Trato de mostrar que detrás del "loco lindo" en donde se lo quiso instalar, habitaba un poeta profundo.
-Reproducís dos intervenciones en el programa de Tato. Ambas son de tiempos del desguace menemista. En una de ellas, hace una referencia a la bicicleta financiera. En la otra recita un poema extraordinario, en el que dice que todo crece (la pobreza, la desocupación, la deuda externa, la violencia) y que por lo tanto Argentina se halla “en pleno crecimiento”. Un poema lúcido, amargo y duramente opositor.
-Con ese recitado cierro mi película. Federico sintetiza allí todo el dolor de lo que está ocurriendo, y lo hace con humor, la más difícil de todas las artes. Conmueve sin llevarnos al nihilismo. Si podemos reír es porque tenemos capacidad de seguir luchando, de salir adelante. Todo eso es Federico.
-En uno de esos skteches aparece con el clásico pañuelo anudado en la cabeza, que sólo usaban los “cabecitas negras”. Esto hace pensar también en el hecho de que el 25 de mayo de 1973 fue a Plaza de Mayo, para “ver qué pasaba”
-Sí, los "negros" que osan, siguen osando, poner sus patas en la fuente. El hijo patricio realiza así, dulcemente, su homenaje al país profundo. "No uso más la bicicleta porque no me entra en el taxi", dice, mirando al cielo. Describe así, irónicamente, a la clase media despistada, que no sabe qué hacer con sus propios descubrimientos.
-¿Pensás que todas estas intervenciones son artísticas, además de políticas?
-Hice este film porque Federico aún no ha sido comprendido. Se pretendió escindir su obra para minimizarla. Si es el niño bien ocurrente, vaya y pase, pero el poeta que pulsó su época, ese no, porque entonces ya no sería "nuestro", sería de "ellos". Federico hizo arte de todo lo que le ocurría. Como lo de la beca Guggenheim. Si hubiese dado esos dólares para los "pobres", a los norteamericanos no les hubiese parecido mal. Hubiese sido beneficencia. Pero los patinó en placer, en alguna forma de belleza compulsiva. Y allí los descolocó. Los derrotó. Y obligó a la beca artística más importante del mundo a cambiar su reglamento, dejando de obligar a los artistas a realizar una rendición de cuentas. Federico ejerció, con su cuerpo, la síntesis definitiva: toda libertad en arte. Solo el artista es quien decide, aceptando las consecuencias. Conozco sólo otro caso, que también admiro, de ese nivel de convencimiento. Es el de Sartre, que rechazó el premio Nobel. De esa madera fue nuestro Federico.