El malestar en el sector de la cultura independiente porteña no para de agudizarse. Las dificultades generadas por la pandemia continúan, y ahora un grupo de organizaciones se unió para denunciar que la partida presupuestaria que el Ministerio de Cultura de la Ciudad prevé para 2021 “pone en riesgo la continuidad de espacios y miles de puestos de trabajo”. Además, reclama que de manera “urgente” se declare la “emergencia cultural” en el distrito.
"La situación es gravísima. Según los datos que manejamos cerraron 20 espacios en lo que va de la pandemia, entre centros culturales y salas teatrales", indica Andy Vertone, integrante del colectivo Espacios Escénicos Autónomos (Escena). Aquel número se desprende de un relevamiento de las tres organizaciones que agrupan a gestores de salas (Escena; la Asociación Argentina del Teatro Independiente, ARTEI; y Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos, MECA). "Es la punta del iceberg, porque no abarcamos a todos los espacios, hay otro montón por fuera de las organizaciones. Además, la situación es crítica para las salas que alquilan, que han acumulado deuda", resume Vertone.
Este lunes un amplio número de organizaciones abocadas a diferentes rubros brindó una conferencia de prensa para alertar de esta situación que va camino a agravarse. Ocurrió en la vereda del espacio Planta, en Parque Patricios. La convocatoria llevó el título "La cultura independiente no volvió". Cuenta la actriz a Página/12 que todavía no hubo una respuesta del gobierno porteño a este reclamo colectivo.
Entre otras cuestiones, las agrupaciones expusieron que la cultura representa en el presupuesto aprobado para 2021 nada más que el 1,8 por ciento del total. "Hace más de diez años que venimos reclamando una suba del porcentaje destinado al área. Dentro de la partida entran montones de organismos; toda la cultura independiente se maneja con ese presupuesto", señala Vertone. "Esto se votó el mismo día que la legalización del aborto. Fue a propósito. Este año fuimos a la legislatura a hablar con diputados, les mandamos cartas para que revean la situación", agrega. En relación con la inflación el presupuesto proyecta una baja del 16,7 por ciento en comparación con el vigente y es el menor de todas las carteras.
El presidente de la Unión Internacional de la Marioneta (UNIMA), Sergio Rower, profundiza en la batalla simbólica en la que está inmerso el sector, que ha conformado una "Multisectorial por la Emergencia Cultural". "Nos preocupa comunicar la idea de que el teatro independiente no volvió. Estamos súper felices por los grandes productores de la calle Corrientes, quienes muchas veces son ultrasolidarios; no es que hay dos grupos. Pero la lectura que dan los medios es que el teatro volvió. Y nosotros quedamos afuera y aislados. Nuestro arte está en terapia intensiva. Tendríamos que pensar cómo sería nuestro mundo sin música, teatro, títeres, metáfora y poesía. No es sólo una discusión de datos duros y de cómo el gobierno de la Ciudad nos maltrata en todo sentido", manifiesta.
Los nueve meses de casi nula actividad estuvieron signados por demoras en la asistencia del Ejecutivo porteño y porque los fondos que habitualmente se otorgan no llegaron en muchos casos a sus destinatarios. La situación fue especialmente compleja para aquellos espacios que no estaban registrados por no haber pedido subsidios con anterioridad a la pandemia.
Los espacios teatrales pueden recibir entre 80 y 200 mil pesos anuales, a los que se sumó un incentivo de 100 mil. "Son cifras que sirven para pagar servicios, por eso reclamamos una tarifa cultural. El Estado, tanto el nacional como el de la Ciudad, subvenciona a las empresas de luz y de gas, no a nosotros", cuestiona Vertone. "La situación de crisis fue evidente. (Las agrupaciones) tuvimos que hacer un trabajo que debería haber hecho el gobierno porteño, que tuvo que ver con contener la situación de los trabajadores: armamos fondos solidarios para salas que no tenían apoyo, repartimos bolsones de comida, asesoramos a la gente para que pudiera obtener subsidios", enumera.
Con todo, cuesta ver "la salida" al final del túnel. Los protocolos vigentes para la actividad conllevan un aforo reducido, lo cual torna "inviable" la apertura de la mayoría de los espacios. Los que abren terminan perdiendo dinero. Otros caminos, como el uso de veredas para espectáculos, no resultan abarcativos: "Se puede hacer siempre que entren en determinadas zonas de la ciudad. Eso deja a la mitad de los espacios afuera. Quisieron hacer unos corredores culturales, lo arreglaron con un par de salas; nos vienen bicicleteando con eso hace un montón", cuenta Vertone. "En la última reunión nos ofrecieron poner en marcha una plataforma digital, una capacitación para que las salas pudieran subir materiales, pero no es la solución. Tenemos compañeros a los que tenemos que llevarles comida", sentencia. De fondo, "la batalla es la regularización del trabajo en negro, que atraviesa por completo al sector". Según un censo de ARTEI, cerca del 74 por ciento de les trabajadores no cuenta con empleo registrado.
Aquello del riesgo de desaparición de espacios y puestos de trabajo no es exageración. En efecto, Rower cuenta que la cooperativa Libertablas, de 42 años de trayectoria, que suele realizar funciones en escuelas y para estudiantes en grandes teatros, además de recorrer hospitales, clubes y cárceles, está "en vías de extinción". "Los titiriteros trabajamos en escuelas o jardines, y los grupos más grandes, como el nuestro, en salas de 800, mil localidades. Nos costó mucho sostenernos en el macrismo. ¿Y ahora? ¿Qué aforo podríamos soportar si se trabaja al 30 por ciento? ¿Cuánto tenemos que cobrar una entrada para volver? ¿2 mil pesos? Preferimos que la cooperativa desaparezca", desliza.
De parte del gobierno de la Ciudad no hubo declaraciones. Fuentes oficiales tan sólo enumeraron, en diálogo con este medio, algunas de las medidas que se tomaron para el sector en estos meses, como "la condonación del ABL de junio y julio, créditos blandos del Banco Ciudad para capital de trabajo, refuerzo de un 35 por ciento sobre el presupuesto y desarrollo de protocolos para el regreso de la actividad".
"Estoy emocionadísimo de la unión que hemos hecho. Fueron horas, días y semanas escuchándonos entre nosotres. No sabíamos lo que les pasaba a nuestros hermanos, necesitamos una construcción en red", expresa Rower. El reclamo es compartido también por la Agrupación de Técnicos de Teatro Independiente de la Argentina, la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica Argentina, Profesores Independientes de Teatro, Grupos Estables de Teatro Independiente y Unión de Teatristas Independientes de Argentina, entre otras.