Estamos en el último tramo del año y se avecinan las Fiestas. Ante tanta incertidumbre que vivimos este año, Navidad y Año Nuevo son un respiro para juntarse con familia o amigues a despedir estos meses atravesados por la pandemia. Como se sabe, este año fue muy duro para les trabajadores y especialmente para les emprendedores. Por eso, a la hora de hacer regalos, es importante ayudar a los pequeños negocios (sobre todo a las compañeras autogestivas) y regalar productos hechos de manera cien por ciento artesanal, con amor y a precios populares: galletas o tortas para el postre, instrumentos hechos con calabazas, collares de macramé, cuadernos, piezas de arte recicladas...
Moro Pastelería es el emprendimiento de Olivia Tourn, una chica de San Telmo que vive con su madre y su gata Maruchan, y es amante del mundo gastronómico y las películas animadas de Studio Ghibli. Rolls de canela y chocolate, su famosa torta de chocolate Matilda, su bizcochuelo red velvet con queso crema y su enorme variedad de galletitas —de chocolate con menta, sandwich cookie relleno de mermelada casera de frutos rojos y sus tiernísimas masitas de vainilla con forma de My Melody, Totoro, Sailor Moon y muchos otros personajes de anime— son parte de la oferta. Olivia cuenta sobre los comienzos de su microemprendimiento: “Todo arrancó en cuarentena, este año iba a empezar la carrera de escenografía y me resultó muy difícil adaptarme a la cursada virtual. Después de dos meses de haber dejado la carrera, estaba muy triste y no sabía bien qué hacer así que decidí empezar a subir fotos de recetas que me gustaba cocinar a historias de Instagram y de a poco fui organizando y pensando la pastelería. Surgió casi como algo terapéutico”. Instruida desde chica por su padre chef, su madre, abuelas y tías en la cocina, Olivia encaró para el lado de la pastelería. La delicadeza y lo estético de sus presentaciones son lo que caracteriza a @moropasteleria —en Ig—: sabores internacionales que probó en viajes familiares, decoraciones extravagantes y tiernas, galletas de colores y mucho más se encuentra en la tienda online de la joven porteña.
Por su parte, del otro lado, de @Entre_hilos_y_calabazas está Myriam Pirsch de 53 años, una docente y crítica literaria que a partir de la cuarentena comenzó su emprendimiento de tejidos e instrumentos hechos con calabazas junto a su compañero. Posavasos, atrapasueños multicolores, tapices, mandalas e instrumentos construidos con insumos naturales, esto y mucho más se puede encontrar en su página de Instagram. Al igual que el pequeño negocio de Olivia, Entre hilos y calabazas es hijo del aislamiento: “Si bien tejo desde chica, toda mi vida dije que el día que me jubilara me iba a dedicar a tejer. Lo decía más como chiste que como otra cosa, pero este año a raíz de la pandemia justamente pasó eso: tengo tiempo. Además de la cuarentena, algo que ayudó a tomar esta decisión fue que el año pasado participé del proyecto Tejiendo feminismos de Pilar y eso me llevó a incursionar en el crochet, lo cual me abrió toda una zona distinta a las artes del ámbito doméstico como son el bordado y el tejido”. Aprovechando las Fiestas de fin de año, Myriam comenzó a tejer coronas navideñas de color verde y rojo con hermosas cintas decorativas, ideales para colgar puertas y ventanas.
La parte de calabazas es de la que se ocupa su pareja, que viene hace ya un tiempo haciendo artesanalmente instrumentos musicales y otros objetos decorativos con calabaza de mate: “A partir de este año, como no estaba la posibilidad de feriar, --Myrian cuenta-- le propuse organizar un espacio virtual que funciona a través de redes como Facebook, Instagram y WhatsApp, entre amigos y de boca en boca”. Relata que lentamente se están volviendo a hacer ferias y que planean participar de las de Pilar y Capilla del Señor, cerca de donde viven.
La experta tejedora explica que si bien el ámbito de emprendedoras aporta a la actividad en cuanto a consejos y técnica, además de la salida comercial, el tejer con y para otres la llena de felicidad porque “lo que hacés artesanalmente con tanta dedicación” va a casas desconocidas y alegra a otras personas. También resalta la solidaridad que hay entre las emprendedoras, “Vamos aprendiendo unas de otras y a mí me han ayudado muchísimo, se va tejiendo una cadena que va más allá de los negocios”, dice.
Bendita Cartera es el negocio de Morena Barberena que ya lleva cuatro años de funcionamiento. Morena cuenta que el 2016 le despertaron unas ganas locas de aprender a coser y por ello comenzó un curso de costura orientada a la ropa: “En un momento, se me ocurrió hacer una página para vender cartucheras, riñoneras y porta cosméticos que es lo que vendo actualmente”. Barbijos con estampados navideños y cuadrillé, riñoneras naranjas y rosas, almohadones y bolsos playeros, todo esto está disponible en la tienda virtual de @benditacarteraa en Instagram.
La autora de las carteras explica que disfruta mucho de coser cada producto que luego irá a un nuevo hogar y agrega que ella no tiene un stock fijo, le gusta que el proceso de creación de la pieza sea craneada en conjunto con le compradore. Por eso “todo es a elección, tanto el modelo como las telas las elige la persona que va a comprar”. El emprendimiento lo maneja ella sola, se encarga de la página, la confección, de ir a las ferias y de los envíos, algunxs amigxs la impulsaron a que abra el Instagram y desde ese momento no pudo parar de coser y vender.
La joven ilustradora de tan solo 19 años, Lou (@iloustrada) es la encargada de producir los cuadernos artesanales de @low.encuadernaciones. “Desde que soy muy chiquita me gusta dibujar un montón y siempre mi capricho máximo fueron los cuadernos, no podía entrar a una librería y no pedirle a mis viejos que me compraran uno. Ellos siempre me alentaron a que haga cosas con las manos, artesanías y por eso tengo facilidad para esas cosas. “Amaba los cuadernos, pero no sabía bien cómo funcionaba su construcción” dice.
Con el cierre de las librerías al principio de la cuarentena, la dibujante se quedó sin su pieza favorita de librería y tuvo que experimentar y arreglárselas para hacer uno ella misma. Buscó en YouTube videos sobre encuadernación y de a poco fue empezando a hacer sus propios cuadernos: primero eran libretas de 50 páginas con tapa blanda y luego escalaron a los cuadernos bordados que hoy en día fabrica. Lou trabaja la encuadernación cosida y como su madre es modista, su casa está llena de agujas y hermosos hilos de colores, por lo cual con el paso del tiempo comenzó a bordar retazos de tela de su madre, decorando así sus cuadernos.
“Un día le mostré una de mis primeras creaciones a un amigo y me dijo que me lo quería comprar, al principio los hacía con el cartoncito que te viene al final de las cartulinas y hojas de impresora. Empecé a hacerlos de dos medidas, A5 y A6, y los empecé a publicar en historias”. Sus contactos de Instagram la empezaron a compartir y de un momento a otro se llenó de pedidos, por eso hizo una cuenta aparte y de esta manera, ya dándole más entidad y forma al emprendimiento, las ideas comenzaron a surgir: por ejemplo, bordar los cuadernos con diseños sw honguitos, lunas, frases y flores.
Accesorios de todos los talles y colores: collares de macramé con piedras naturales, aritos y pulseras. Esto es lo que trabaja Luciana en @jin.accesorios, un emprendimiento de ciudad de Buenos Aires que confecciona bijouterie única e irrepetible. Al comienzo de la cuarentena, en la fase más estricta que vivimos en el AMBA, Luciana quien desde chica y practicando con sus amigas de la primaria comenzó a hacer cosas con macramé, decidió retomar esas actividades de artesanías que practicaba en su infancia: “Un día decidí comprarme unos rollos de hilo encerado, desempolvé la latita donde guardaba todas mis mostacillas y ahí empecé a hacer cosas de vuelta”, relata.
Sobre el significado de su emprendimiento, Lu cuenta: “Jin es mujer en curdo, quería que el feminismo, que es algo muy importante para mí y que está siempre presente en mi vida, tuviera huella en mi emprendimiento y decidí que fuera mediante el nombre del negocio y mediante el nombre de los productos” Cada pieza que la joven crea lleva un nombre de mujer (desde escritoras hasta familiares suyas)
En cuanto a los regalos navideños, la encargada de Jin Accesorios reflexiona sobre el consumismo en fiestas: “Está bueno pensar qué significado le queremos dar a los regalos que hacemos en Navidad porque a veces con toda la vorágine, el apuro y la desesperación por el consumo perdemos de vista el momento de seleccionar aquello que compramos y regalamos, que siempre es mejor cuando es autogestivo”.