Argentina es el cuadragésimo sexto país más desarrollado del mundo y el segundo de la región entre los 189 incluídos en el último índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas que clasifica la prosperidad de los países priorizando las condiciones de vida de la población, el acceso a la educación y la salud; más allá de su crecimiento monetario que calcula el PBI. Pero si se tiene en cuenta el impacto ambiental, la nueva dimensión que incorporó el IDH este año, sube 20 escalones y se convierte en pionero en la región.
Lo que podría ser una particularidad del país se vuelve regla al momento de analizar el cuadro comparativo entre el IDH tradicional y aquel que incorpora la huella por emisión de dióxido de carbono y su consumo para todos los países: en lineas generales, los habitantes de los países más ricos tienen una mayor calidad de vida pero también son los que más contaminación ambiental generan, en tanto que los países más pobres en desarrollo humano casi no tienen impacto en el medio ambiente, aunque sus habitantes son quienes más sufren las catástrofes climáticas.
Por ejemplo, Noruega ocupa el primer puesto y es efectivamente reconocido mundialmente por la calidad de vida de sus habitantes. Pero en la ecuación que incluye la presión que ejerce sobre el planeta cae quince posiciones en la lista. Australia, que ocupa el puesto 8 en el IDH, desciende 72 puestos y Estados Unidos, 45. Los mayores impactos los producen Singapur (-92) y Luxemburgo (-131).
El IDH ajustado por las presiones planetarias (IDHP) tiene en consideración las principales presiones planetarias y su incorporación propone redefinir el desarrollo, como otrora lo hizo Naciones Unidas en diferentes momentos históricos: "Es importante disponer de más recursos materiales, siempre que se distribuyan de forma justa y respeten los límites del planeta, puesto que dichos recursos amplían las oportunidades de las personas de una generación a la siguiente", asegura el informe 2020 (que calcula los datos 2019) reforzando una idea disruptiva que mantiene desde su creación en 1990 cuando el PBI e indicadores de crecimiento meramente económicos eran la regla. Desde ese momento, incorporó también dimensiones de desigualdad y de brecha de género. “En el desarrollo no se trata de elegir entre personas o árboles; sino que tenemos que repensar de qué modo progresamos”, remarcó Achim Steiner, administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Argentina
El país ocupa el puesto número 46, por debajo de Chile (43) y encima de Uruguay (55) en América Latina. En el ranking mundial, que abarca 189 puestos pero más países porque algunos comparten puesto, se encuentra dentro del grupo de "muy alto desarrollo humano" (por debajo hay países que integran el grupo de alto, medio o bajo desarrollo).
Entre 2018 y 2019, el valor mejoró muy poco, a pesar de que el Ingreso Nacional Bruto per cápita se redujo de 21.918 a 21.190 dólares según el organismo. Al ajustar el índice por desigualdad en el desarrollo, el país retrocedería cuatro puntos, con una reducción del índice del 13,7 por ciento.
El Índice de Desarrollo Humano ajustado por Desigualdad de Género refleja las desigualdades en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y actividad económica. La Argentina, que tal como se mencionó anteriormente ocupaba el puesto 46, pasa a ocupar el número 75 al incorporar esas dimensiones. En la Argentina, el 39,9 por ciento de las bancas del congreso estaban ocupadas por mujeres en 2019 y el 59,2 por ciento de las mujeres adultas han alcanzado un nivel secundario o superior de educación en comparación con el 54,8 por ciento de los varones pero la tasa de participación en el mundo laboral es mucho menor: 50,7 por ciento las mujeres y 72,7 por ciento para los hombres.
El IDH versus la pandemia
Si bien la evolución del IDH se calcula en general con un año de demora, desde el PNUD estimaron el impacto de la pandemia de Covid-19 en el IDH. "El desarrollo humano puede haber sufrido un duro golpe en 2020 . Puede haber sumido a unos cien millones de personas en la pobreza extrema, el mayor retroceso registrado en una generación", explica el informe.