Estación Zombie 2: Península 5 Puntos
Train to Busan 2; Corea del Sur, 2020.
Dirección: Yeon Sang-ho.
Guion: Yeon Sang-ho y Ryu Yong-jae.
Duración: 116 minutos.
Intérpretes: Kang Dong-won, Lee Jung-hyun, Joon Yi, Kwon Hae-hyo.
Estreno: en el sitio web de Cinemark-Hoyts.
Bajo el poco inspirado título Invasión zombie, la exitosa Train to Busan (2016) se transformó, sin demasiado esfuerzo, en la película surcoreana más vista en la cartelera argentina, al menos hasta la llegada de Parasite. Por una vez, la popularidad era justa y justificable: la película de Yeon Sang-ho reutilizaba por enésima vez los usos y costumbres de los films de muertos vivos con originalidad, potencia y emoción. La secuela no llega siquiera a los talones de la original. Algo no necesariamente relacionado con la repetida frase “segunda partes nunca fueron buenas” sino, en esencia, con el concepto de que “más rápido, más espectacular, más fuerte” no necesariamente se transforma en “mejor”. El propio Yeon coescribió el guion de esta historia –absolutamente independiente de Invasión zombie, muy diferente en tono y resonancias– cuyas idas y venidas transcurren cuatro años después del inicio del cataclismo, a excepción de un prólogo que promete más de lo que ofrece.
En ese puntapié inicial, un joven militar atraviesa campo minado de zombis con miembros de su familia; la intención es llegar a un ferry que los trasladará a Japón. A bordo, las cosas no salen bien y un desvío a Hong Kong es acompañado por un brote de la enfermedad con resultados mortales. El montaje presenta una entrevista periodística en inglés con un detalle político sabroso: ningún enfermo ha cruzado la fuertemente militarizada frontera de los vecinos comunistas y Corea del Norte permanece libre de criaturas zombificadas. Corte a un presente en el cual un grupo de mercenarios ingresa a su país de origen ilegalmente, con la intención de hacerse de un camión cargado de fajos de dólares estadounidenses. El primer encuentro con un escuadrón de zombis anticipa el énfasis puesto en la acción y no tanto en el horror. Nada malo en sí mismo, aunque…
Uno de los sobrevivientes del grupo es rescatado por una adolescente (y magnífica conductora), momento en el cual Península muestra sus dientes excesivamente digitales: el automóvil, los edificios, los zombis son ostensiblemente una creación de los diseñadores de imágenes CGI y el resultado luce fatalmente irreal, falso. Lo peor no es eso, sino la falta de tensión genuina, lo caricaturesco de los personajes –los malvados parecen salidos de una producción de superhéroes animados– y una falta de ritmo general que las peleas y persecuciones no logran subsanar. El final a lo Mad Max, pero sin onda, y la imposición extrema del melodrama llorón tampoco ayudan, haciendo de esta “continuación” un producto menor y, en gran medida, frustrante. Al menos sigue dando vueltas una idea fuerte del film original, ya presente en el origen del mundo, La noche de los muertos vivos de George A.Romero: el peor enemigo no es el zombi, sino el otro ser humano.