Melancolía, prolijidad y melodías amables. Gracias por nada (Laptra), el disco nuevo de Bestia Bebé, deja en segundo plano la impronta garagera, de guitarras rápidas, algo punk, y va cada vez más en busca de la canción, con el acento puesto tanto en la musicalidad como en la poética. “Para Bestia Bebé lo más importante siempre fue la canción, en todos los discos. Pero en este la diferencia es que las canciones nacieron de ahí: desde la melodía de la voz y la armonía de la base, no de un riff o un arpegio de guitarra", precisa Tom Quintans, compositor, guitarrista y cantante de la banda de Boedo. “A mí en cada disco me gusta cambiar en el sonido, en la composición y en el arte gráfico, porque si no me aburro. Me gusta que cada disco tenga una identidad”, sostiene Quintans sobre este álbum que tendrá presentación con público: hoy, mañana y el sábado en The Roxy (Niceto Vega 5542), a las 20.30 y con capacidad limitada.
El cuarto disco de Bestia Bebé fue grabado en 2019, pero salió en octubre, en contexto de aislamiento social. “Iba a salir en mayo, pero con la pandemia no sabíamos bien qué hacer. No se sabíamos si iba a durar dos semanas o toda la vida. De lo único que se hablaba era del coronavirus, lo único que importaba era eso. Entonces, considerábamos que no era un momento oportuno para la banda sacar un disco en mayo, ni en términos estratégicos ni emocionales”, explica Quintans. “No poder tocar ni poder viajar era algo en contra muy fuerte. Y más para una banda independiente como la nuestra, que necesita salir a tocar para hacerse conocer. Por eso salió en octubre. Ya está todo un poco más tranquilo y la gente está medio harta de hablar del coronavirus”, entiende.
Antes de publicar el disco completo, lanzaron sencillos como “Un documental sobre mí” –que adelantaba el tono autobiográfico del álbum—o “¿Qué clase de ciudad de esta?”, una de esas canciones lentas destinadas a quedarse en el cancionero de la ciudad. Allí contaron con la participación de Santiago Motorizado y Mora Sánchez Viamonte (de 107 Faunos). “Santiago y Mora son amigos desde hace muchos años, y sus bandas también son influencias grande para nosotros”, resalta Quintans. “En este disco la idea fue probar en el estudio todo lo que se nos ocurriera y lo que nos pedía la canción. Por eso hay más teclados, efectos, y guitarras acústicas y criollas. Y de ese modo también aparecieron los invitados. Y ése tema (‘¿Qué clase de ciudad es esta?’) me hacía a acordar a la melodía de voz de canciones de Santiago, y lo mismo con Morita”. Además, en “Eucalipto”, canta de invitada María Zamtlejfer, de Tigre Ulli. “Es una canción muy linda, de amor, y está dedicada a ella”, cuenta.
Con la producción de Felipe Quintans, el disco también tuvo lanzamientos simultáneos en España (Sonido Muchacho) y México (El Brillante). “En España se editó en vinilo, y en México en CD y cassette. Y el año próximo haremos una gira por México con Los Puncetes, una banda de España”, destaca el músico. En este contexto, grabaron un par de sesiones en vivo: una para México en el Festival Catharsis y otra que saldrá en el marco del Festival Capital (10 y 11 de diciembre), grabada en La República de los Niños, en La Plata. “En las letras hay cosas que me pasaron a mí, pensamientos o cosas de mi entorno. Pero también hay fantasía y cosas inventadas”, explica sobre el tono autobiográfico que predomina en las canciones. “Muchas veces llevás una canción para un lado para que cuadre con una historia y tenga una belleza que exceda lo literal”, completa.
-Participan en el disco artistas de 107 Faunos y El Mató A Un Policía Motorizado, bandas clave de una escena musical que irrumpió con fuerza hace 15 años. ¿Cómo ves esta escena rock en la actualidad?
-Yo empecé en 2006 a tocar con Go-Neko!, la banda anterior con la que entré a Laptra. Y en ésa época había dos lugares para tocar en Buenos Aires y después podías ir a tocar con suerte a Villa María o a Rosario. Había dos pibes productores que nos llevaban a todos y no había un mango. Era todo muy complicado. No había tantos medios independientes y nadie te daba bola. Ahora por la pandemia estamos en el horno, pero hasta el año pasado las bandas que empezaban hacían giras por todo el país, de norte a sur. Y también empezaron a aparecer muchas bandas de Córdoba y Mendoza en estos años. Se empezó a armar un circuito fuerte en todo el país, con gente organizando fechas y festivales, y eso es muy loco. Creció mucho la escena. Había dos sellos cuando arrancamos nosotros, ahora hay un montón. También los festivales grandes le dan bola a las bandas independientes. En ese sentido, pasaron un montón de cosas buenas. Pero también lo que veo es que hay muchas bandas que se preocupan demasiado por el look, por la ropita, y por salir bien en la fotito y en el Instagram. Me molesta que ahora hay como una idea de "aguante todo", "todo está bueno", "todos somos amigos", "todas las bandas son buenísimas". Y eso no me cabe. No te puede gustar todo, no todo está bueno. No me veo identificado en ese mundo. Cuando la imagen va adelante de las canciones que hacés ya hay algo raro.