Los jerarcas de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) macrista, encabezados por Gustavo Arribas, siguen sumando malas noticias. La Cámara Federal de La Plata confirmó el procesamiento que había dictado el juez de Lomas de Zamora Juan Pablo Augé en la causa por el espionaje a Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria y en su departamento de Juncal y Uruguay. El único que tuvo una leve mejora en su situación procesal es Martín Coste, el exdirector operacional de Contrainteligencia, a quien los camaristas coincidieron que no se lo debe acusar por haber violado la ley de inteligencia, pero sí por haber abusado de su autoridad y haber falsificado documentos -- que se usaron para darle una apariencia de legalidad a la vigilancia sobre la entonces senadora.
El episodio en el Instituto Patria quedará probablemente en los anales de la AFI. No sólo descubrieron el 7 de agosto de 2018 a los agentes que montaban guardia sobre la calle Rodríguez Peña y quedaron registrados por las cámaras mientras huían presos del terror, dando vuelta con el auto en “U”, sino que por estos hechos debieron afrontar su primer procesamiento el exdirector general Gustavo Arribas y su número dos, Silvia Majdalani. En esa línea trágica para los mandamases de la AFI se inscribe la confirmación del procesamiento que dictó la Cámara de La Plata con las firmas de los jueces Roberto Lemos Arias y César Álvarez.
El espionaje a CFK está directamente vinculado con la llegada de Alan Ruiz a la AFI, quien, a principios de 2018, dejó el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich para sumarse a la exSIDE. Los camaristas entendieron --en línea con lo que sostiene Augé-- que Ruiz dio las órdenes para que la AFI estableciera una guardia fija fuera de los domicilios de la expresidenta y, una vez que sus hombres fueron descubiertos, participó de las tareas para encubrir esos hechos. La AFI macrista ensayó distintas hipótesis, pero en la que anclaron todos era que se trataba de tareas de vigilancia ante posibles ataques de grupos antisistema antes de la cumbre del G-20. La curiosidad es que nadie le había avisado a la supuesta víctima.
Para la Cámara está claro que Ruiz no actuaba solo y que cumplía con las órdenes de quienes ocupaban la cima de la AFI. En caso contrario, sostienen los camaristas, esa actividad delictiva no se podría haber sostenido en el tiempo. Aunque ellos no lo dicen textualmente, es importante entender en qué contexto se dio el espionaje sobre CFK: el Volkswagen Voyage NNV 682 de la AFI fue descubierto el 7 de agosto de 2018, menos de una semana después de que se iniciara la investigación de los cuadernos, que estaba en manos del juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli.
De hecho, agentes de Contrainteligencia de la AFI que estuvieron asignados a la vigilancia en los domicilios de CFK declararon en la causa como testigos de identidad reservada, algo que fue validado también por la Cámara pese a las protestas de las defensas de los acusados. Los agentes dijeron que los habían mandado al Instituto Patria para ver quiénes entraban y quiénes salían y si, además, lo hacían con bolsos.
“No resulta verosímil el hecho de llevar adelante actividades de inteligencia en relación con una ex presidenta, en un contexto en que se discutía hasta públicamente la posibilidad de realizar allanamientos en los domicilios que a ella estaban vinculados, y en la que intervinieron un número considerable de agentes y durante un tiempo prolongado, fuera un suceso que pasara desapercibido para las dos máximas autoridades de la Agencia Federal de Inteligencia”, escribieron Lemos Arias y Álvarez.
La cadena de mandos rota
El caso de Coste es distinto. Pese a que, en los papeles, era el superior de Ruiz, en la causa estaría probado que el exfuncionario de Bullrich no seguía justamente la cadena de mandos. Incluso en la causa figura un audio en el que Ruiz se jactaba de pasar por encima del director operacional y decir que se asustaba con las acciones que ejecutaban Ruiz y su grupo, los tristemente célebres Súper Mario Bros. Coste, además, había asumido como director operacional de Contrainteligencia después de que llegara Ruiz y, según declaró, se fue de vacaciones y volvió un par de días antes del episodio del Instituto Patria. La Cámara entendió que Coste sí participó en la falsificación de documentos para justificar el espionaje y no denunció lo que sabía, pero que no hay elementos para sospechar de que efectivamente estuviera al tanto del operativo que había montado Ruiz vinculado a CFK.
Coste al igual que una abogada que trabajaba bajo su mando, Jimena Honor, detallaron las maniobras en las que habrían participado los jefes de la dirección administrativa de Asuntos Jurídicos de la AFI, con la que Contrainteligencia mantenía una visible rivalidad. Lo hicieron ante la Bicameral de Inteligencia y ante la Justicia federal de Lomas. Honor se presentó este jueves para brindar declaración indagatoria por este tema. Su testimonio, rico en detalles, quedó bajo reserva, mientras la fiscalía analiza qué procesamientos pedirá por el espionaje durante el macrismo.