El Banco Central subió ayer la tasa de interés de referencia a 26,25 por ciento, un incremento de 150 puntos básicos. La entidad a cargo de Federico Sturzenegger aseguró que fue en respuesta al incremento de los precios minoristas, que en marzo no sólo avanzaron en servicios regulados como las tarifas sino que se concentraron principalmente en rubros como alimentos, indumentaria y educación. La inflación del 2,4 por ciento del mes pasado, según el Indec, se suma a la del 2,5 por ciento registrada en febrero y del 1,3 por ciento de enero. En el primer trimestre ya se acumuló una suba de precios del 6,3 por ciento, una cifra que anualizada arroja un aumento de 27,7 por ciento para todo 2017. El Central, no obstante, insiste que logrará su meta de inflación de entre 12 y 17 por ciento y que fijará la tasa que sea necesaria para alcanzar ese objetivo.
“El Central preveía una cierta aceleración de la inflación tras el registro bajo de enero, principalmente por los aumentos de precios regulados del período. Se sumaron a ese factor esperado una incidencia importante de rubros volátiles como alimentos frescos y educación”, mencionó la autoridad monetaria. Planteó que en abril podrían continuar registrándose tensiones de precios. “Las estimaciones y los indicadores de alta frecuencia estatales y privadas monitoreados por el BCRA sugieren que en abril la inflación podría continuar en un nivel más alto que el compatible con el sendero establecido por la autoridad monetaria”.
El Central afirmó que ante este escenario retiró liquidez del mercado en las últimas semanas y ahora optó por elevar nuevamente las tasas de interés para recuperar el sendero inflacionario consistente con la meta propuesta para este año. Pocos creen que el objetivo del 12 al 17 por ciento se consiga y en la city ya no quedan consultoras que ubiquen los precios debajo del 20 por ciento este año. Las expectativas de inflación del mercado siguen aumentando y alcanzaron en marzo a 21,2 por ciento para el acumulado de 2017, cuando en febrero eran de 20,8 por ciento. Incluso los economistas optimistas con el rumbo del Gobierno, como Miguel Bein, proyectaron la inflación en 21 por ciento e insisten que el PBI crecerá más del 3 por ciento.
El directorio del Central hace un año y cuatro meses que gestiona las variables monetarias sin éxito para controlar el proceso inflacionario. No bien inició su gestión, Sturzenegger aseguró que las tensiones de precios de la primera mitad de 2016 eran resultado de la emisión excesiva de la administración anterior y que por seis meses iban a seguir afectando la inflación minorista. En la segunda parte de 2016 se entusiasmó afirmando que había alcanzado la inflación semestral más baja de los últimos ocho años, lo que ocurrió gracias a la anulación del aumento del gas por parte de la Corte Suprema, pero al inicio de 2017 los precios volvieron a rebotar. El elemento destacado es que esta aceleración no se debe solo al ajuste de las tarifas de los servicios públicos sino que se explica por la ropa, los alimentos y la educación, rubros que impactan principalmente en la calidad de vida de sectores vulnerables de la población.
La autoridad monetaria se encuentra obsesionada en que logrará bajar los precios e insiste que subirá las tasas lo que sea necesario para cumplir el objetivo para este año. “El nuevo nivel de 26,25 por ciento de la tasa es compatible con el retorno al sendero pautado para los precios en 2017. El Banco Central seguirá manteniendo un claro sesgo antiinflacionario para asegurar que el proceso de desinflación continúe”, afirmó. Por el momento, el único precio que baja es el dólar, que ayer retrocedió dos centavos, y sigue aumentando la rentabilidad de la bicicleta financiera, que ahora se potencia con el nuevo incremento de la tasa. En los últimos 6 meses los inversores extranjeros que apostaron al negocio de las Lebacs consiguieron un retorno cercano al 10 por ciento en moneda dura.