Las devaluaciones son la consecuencia de la especulación practicada por el sector financiero y las presiones económicas del sector exportador que buscan ganancias fáciles que llevan inexorablemente a recesiones económicas que se acompañan de inflación, desempleo y pobreza. La historia económica argentina ilustra desde hace un siglo que las pulsiones especulativas provocaron devaluaciones, grandes crisis financieras y defaults y que fueron provocadas por gobiernos oligárquicos o radicales. Los grandes devaluadores del peso frente al dólar fueron, en este orden por su magnitud 1°) Sourrouille 21.080 por ciento, 2°) Grinspun 1.090 por ciento. Los dos ministros de Alfonsín, 3°) Martínez de Hoz 853 por ciento y debemos agregar nuestro drama contemporáneo, la devaluación de 566 por ciento de Macri.
Estas tragedias económicas fueron acompañadas de endeudamientos que ningún gobierno apoyado por los sectores exportadores quiso pagar. La junta que derrocó al General Perón en 1955 devaluó el peso del 21 por ciento, tomó un préstamo del FMI de 1100 millones de dólares, el primero que la Argentina pedía desde el tratado Roca Runcimam en 1935. Más tarde y hasta 1973 la deuda externa había llegado a 7 mil millones de dólares de aquella época y explotó con la dictadura cívico militar pasando a 40,7 mil millones de dólares, y luego a 88 mil millones en 2001, situación solucionada por Néstor Kirchner y, recientemente, el default macrista de 68.000 millones de dólares solucionado, transitoriamente, por Alberto Fernández y Martín Guzmán.
Estos desvaríos podrían ser considerados casualidades históricas pero como son demasiado reiterados aparecen como el resultado de políticas económicas impulsadas por gobernantes que favorecen al sector agrícola y financiero. Como los gobiernos que provocaron estos tormentos a la economía argentina son los representantes de la fracción social de los argentinos más adinerados se debe concluir que son los cómplices complacientes y los beneficiarios de la crisis. Pero inversamente se notará también que los gobiernos peronistas han resistido a los embates de aquellos que quieren utilizar a los argentinos como rehenes de sus negociados que el pueblo termina pagando.
La devaluación puede considerarse como un subsidio que se otorga al sector exportador que recibe más pesos por los mismos dólares exportados y es, a la vez, un impuesto a los importadores que pagan más pesos por dólar importado. Esto hace que los productos exportados, los productos agrícolas ya que la Argentina exporta lo que come, aumenten su precio interno en pesos. El pan, la carne y otros productos se encarecen. Al mismo tiempo el alza del dólar aumenta el costo de los insumos de bienes intermedios y bienes de capital importados necesarios a la producción de bienes y servicios producidos que deben incrementar el precio de sus productos. Estas evoluciones explican una parte del incremento general de los precios, la inflación, aunque una parte es los aumentos en la realidad respondan al arte del lápiz remarcador que agregan un “poco más por si acaso”.
El incremento de los precios ligado a la devaluación provoca un cambio en la relación entre cada uno de los precios pero también de los ingresos de cada actor económico. Cuando recibe más pesos, al terrateniente le cuesta “menos bolsas” comprar una camioneta. Cuando los precios tanto de los productos alimenticios como de los otros bienes son aumentados, los salarios pierden poder de compra ya que con los mismos sueldos compran menos productos. El General Perón había graficado esta situación explicando que los sueldos suben por la escalera y los precios por el ascensor. El cambio en los precios relativos donde los precios de los productos aumentan más rápidamente que los salarios provoca una baja del poder de compra de los salarios lo cual arrastra una disminución de la cantidad bienes que se pueden adquirir, lo cual disminuirá la demanda global y por lo tanto una recesión que va a llevar a su vez a despedir personal para adaptar la oferta a la caída de la demanda.
Esta disminución de la actividad va a disminuir los ingresos fiscales del Estado no solo nacional sino también provincial y municipal, e incrementar los costos de los bienes de los productos adquiridos por el Estado provocará un aumento del déficit presupuestario que deberá ser financiado ya sea por una toma de deuda externa o por un incremento de los adelantos del Banco Central. Los colegas neoliberales y ortodoxos que habían propiciado la devaluación para exportar mas y “traer más dólares” van a explicar entonces en los medios, a partir de ese momento, que la inflación se debe a los incrementos de la emisión monetaria y pedir que se disminuya el gasto del Estado y se reduzca así la emisión de pesos y por ende según ellos la inflación.
La economía argentina esta plagada de campañas de desestabilización políticas con el objetivo de provocar devaluaciones o políticas de austeridad que tienen una explicación sencilla: el sector oligárquico financiero impulsa estos exabruptos y desquicios económicos porque sacan un provecho financiero. En estas condiciones los perdedores de las crisis evocadas son los trabajadores, los hogares, los empresarios, la gran mayoría del país, que trabajan para el mercado interno y que representan el 94 por ciento del producto bruto.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de “La economía oligárquica de Macri” Ediciones. CICCUS. Buenos Aires Mayo 2019.