Amazon es la empresa de los récords. El más reciente es lograr que más de cuatrocientos legisladores de todo el mundo se reúnan bajo el lema "Hagamos que Amazon pague" (Make Amazon Pay) y la acusen de evasión fiscal, explotación de trabajadores, daño ambiental, entre otras lindezas. Mientras para la gran mayoría de las empresas la pandemia ha sido sinónimo de crisis, para Amazon (y para un puñado de empresas del mundo digital) parece una fuente inagotable de oportunidades. En primer lugar, multiplicó su demanda a velocidades imposibles en tiempos normales. El último reporte trimestral de ganancias es un manantial de números positivos: primero por una facturación que llegó a los 96.150 millones de dólares, un 37 por ciento más que el mismo período del año anterior; segundo por unos ingresos operativos que casi se duplicaron para llegar a los 6.200 millones.
Uno de los problemas que enfrentó Amazon en pandemia fue, justamente, responder rápidamente a la demanda de millones de personas encerradas en sus casas. Para lograrlo aceleró su plan de contar con un sistema de distribución propio. Mientras las empresas de aviación paraban sus actividades, Amazon tenía el dinero para sumar aeronaves a precio de saldo a una flota que ya suma más de ochenta. La integración vertical le permite dejar de depender de otras empresas como FedEx o UPS a las que considera muy caras. Al mismo tiempo se expande horizontalmente comprando empresas para acelerar su maduración inyectando capital, datos y algoritmos, hasta hacerlas generar ganancias significativas por sí solas: estos emprendimientos van desde los ya maduros servicios de alojamiento en la nube (AWS) o servicios de streaming como Amazon Prime a la venta de verduras orgánicas.
Un número sin precedentes en la historia mundial fue la contratación masiva de 427.300 empleados entre enero y octubre para llegar así a 1,2 millones a nivel global, sin contar los cerca de 100.000 trabajadores temporarios que se sumaron para las ventas de fin de año, ni los cerca de 500.000 conductores que hacen la entrega de productos y a los que considera como "socios", según los flexibles parámetros del "gig work" o "trabajo de plataformas". Estos trabajadores son vitales para una de las claves del éxito de la empresa: la entrega de los productos en un plazo máximo a un día. Amazon incorpora los tramos más rentables del negocio y descarga costos al tercerizar los menos interesantes.
La mayoría de los nuevos empleados se sumó a los depósitos que la empresa tiene en todo el mundo, pero también incorporó informáticos especializados en la nube, programación, streaming o hardware. Según algunos especialistas, no existen antecedentes en la historia de los EE.UU. de una empresa que contratara empleados a esta velocidad, un desafío logístico por los números que se manejan. Lo más parecido ocurrió, por ejemplo, con los astilleros durante la II Guerra Mundial.
La mayoría de las contrataciones se hace en forma totalmente virtual. Los nuevos empleados de los depósitos casi no necesitan entrenamiento gracias a unos escáner que los guían por los pasillos, les indican las tareas y les toman el tiempo. Los trabajadores cobran un mínimo de 15 dólares por hora, más que los 13,19 en promedio que cobran los empleados de comercio, pero menos que el salario habitual de los trabajadores de depósitos, quienes deben caminar varios kilómetros por día entre pasillos interminables y unas condiciones y horarios de trabajo cambiantes. En 2018 se supo que muchos empleados de Amazon necesitan los cupones de comida que reparte el Estado para sobrevivir con sus magros salarios.
La empresa también es reacia a la organización de los trabajadores y ha llegado a espiar a los líderes de una huelga en octubre de 2019, como se supo en España recientemente o infiltrar organizaciones laborales en una planta en Polonia ese mismo año, entre varios antecedentes similares. Extrañamente, en simultáneo, fue votado como el segundo mejor lugar para trabajar según el ranking de la revista Forbes.
El crecimiento arrasador de Amazon se da junto con el avance de una investigación por prácticas monopólica, sobre todo porque al mismo tiempo compite con productos de terceros en su plataforma y maneja las reglas de juego en su favor. Mientras tanto acumula más y más datos sobre clientes y "socios" que usa para seguir manipulando a todos por igual.
Para el próximo trimestre Amazon espera seguir creciendo a todo ritmo y facturar entre 112 y 121 mil millones de dólares, otro salto impactante respecto del año anterior en un período fogoneado por las compras navideñas. Por supuesto, este crecimiento explota el vacío dejado por compañías sin espalda para resistir a la pandemia y dejan en el camino infraestructura, clientes y trabajadores disponibles. Gracias a este raid económico, el dueño y creador de Amazon, Jeff Bezos, se ha transformado en el hombre más rico del mundo con una fortuna personal de más de 200.000 millones de dólares.
¿Todavía será posible hacer pagar a Amazon?