Otros años, en esta fecha, teníamos el recuerdo en el cuerpo de la fiesta de fin de año: la escuela tomada por los trabajos de les alumnes, la gente paseando sin apuro por las aulas -con calor, con alegría-, la escuela abierta hasta tardísimo, el tránsito cortado en la cuadra, la reunión en la calle con comida compartida, música, baile. Puro encuentro, del mejor.
Este año, en cambio, no hubo festejo. Hubiera sido hermoso abrazarnos, y reírnos, y bailar, pero aún no llega el momento. Fue un año muy difícil. El edificio de La Musto estuvo cerrado. Y perdimos al Flaco Lanaro, un docente muy querido en la escuela.
Pero somos optimistas de alma, y nos gusta mirar las cosas buenas que nos pasaron: descubrimos la posibilidad de dar clases a distancia, nos animamos a formatos impensados para nuestros talleres, experimentamos con nuevos contenidos y nuevas formas de abordarlos, aprendimos que hay otros modos de encuentro. En fin, mantuvimos a la escuela tan viva como siempre.
Brindamos por un 2021 con salud, belleza, alegría y presencia.
Escuela Musto