Desde Barcelona
UNO La orden partió desde los partidos Altos Mandos en horas bajas: "¡Hay que salvar la Navidad". Como si se tratase --Rodríguez firme y, en seguida, descanso y cansado cuerpo a tierra-- de salvar al soldado Ryan. Prioridad económica y social y anímica luego de que la misión previa --salvar el Verano-- acabase un tanto parecida a la de Bahía de Cochinos. En buena parte de Europa, en cambio, se ha optado por cerrar chimeneas a cal y canto de villancico para Cauta Nadadad y no ir a dar a Infeliz Covidad. Pero España es diferente, se sabe... Y lo que hacia julio/agosto funcionaría en teoría no funcionó en la práctica. Y, se supone, de los fracasos se aprende. El problema es que --para que estos resulten en algún tipo de enseñanza-- hay que primero asumirlos como fracasos. Lo que no es el caso. En la gestión de la pandemia todo es ensayo y error con hincapié en ensayo. Todo lo que se estipula como obligación acaba en borrador o un "nada es definitivo y todo puede cambiar". Toda certeza resulta contradictoria con la anterior y la próxima. Y así la gente que se acostumbró a que le dieran órdenes y contraórdenes también se fue acostumbrando a desobedecerlas sin importarles lo que vaya a pensar Santa Claus de su mal comportamiento. "El virus no piensa, tú sí", asegura una campaña de concientización para inconscientes. Pero Rodríguez no está seguro de que esto sea cierto.
Y allá van todos rumbo a Bahía de Pavos.
DOS Así, a finales/principios de noviembre/diciembre, se inició "relajamiento de medidas" para invocar ánimo alegre y olvidarse de tanta ánima triste. ¿Por qué? Sencillo y ya visto: porque habían "disminuido las cifras luego de endurecer las medidas". Acción y reacción se llama eso. Y de ahí, Black Friday y constitucional Puente de la Purísima y aglomeraciones y resurrección de las terrazas. YEl Mundo Today titulando y riendo que "Miles de ciudadanos se agolparon en las calles para hacerse con el coronavirus a mitad de precio" y detallando que "Hay gente que hasta ahora no se había contagiado porque estaba esperando las rebajas o regalar el coronavirus a familiares y amigos". Y--en serio, pero de risa-- las confusas mentes de (dis)funcionarios poseídas por el espíritu navideño. Unos rogando un "si nos gusta tanto la Navidad procuremos que todos estemos por aquí para las próximas Navidades". Y otros --olvidando eso vivido en Pascuas conocido como "confinamiento"-- que "prefiero que la gente esté en las calles antes que en casa, donde hay más riesgo". Y lo más importante/irritante de todo: la búsqueda de un consenso entre autonomías y comunidades en cuanto a cómo deberían ser las limitadas reuniones sólo permitidas con familiares de sangre (o allegados del alma) y niños contando o no. Todos alrededor de arbolito listo para caer y ser deshecho en leña y reparto de (ir)responsabilidades a diestra y siniestra y a Izquierda y Derecha. La metodología fue la habitual: se invocó de nuevo a fantasmagórico comité de expertos en busca de consenso y reglamento común para que, enseguida, saliendo de reunión, todos declarasen ante cámaras y micrófonos que tienen "sensibilidades distintas" y que hay que "flexibilizar" porque "si no, no sería Navidad". Y con lo de "serán unas Navidades diferentes" pero guiñando un vive la indifférence. Toda esta discusión matizada por gasto innecesario en aparato lumínico en las calles porque aseguran que alegra la vida y mejora el humor o empeora el delirio de rebaño no inmune sino vulnerable a las sombras. Lo cierto es que este fin de 2020 todos van por ahí --encandilados, entrecerrados-- en plan George Bailey. No en Que bello es vivir sino en actualización a caerse en Google cualquier noche no de paz sino de apenas tregua: Qué bello es sobrevivir o, mejor aún, Qué bello es resilienciar.
Feliz Lo Que Sea y Próspero Quién Sabe Qué.
TRES Y, ah, los Tres Regentes más Ilusionistas que Magos... El cada vez más parecido a un juguetón elfo juguetero Fernando Simón sonriendo un "a ver cómo nos portamos". Pedro Sánchez repitiendo lo de "regalemos seguridad a nuestros seres queridos" y lo del castrense "moral de victoria" (acaso entendiendo a la población como carne más de trinchera que de trinchar) y advirtiendo de "situación crítica" bajo el nuevo slogan (y van...) de "Nadie se queda atrás" (pero sin entrar en demasiados detalles de a qué se refiere exactamente y haciendo pensar en que tal vez eso de estar en primera línea no sea lo mejor). Y el enfático y repetidor Salvador Illa --más Mr. Cheap que Mr. Chips-- quien sigue moviendo muchos sus brazos cuando educa acerca de algo que él parece haber aprendido hace cinco minutos. Y los tres asustando con "tomar medidas más duras" y leer la cartilla más que leer las cartitas por ayudas que no llegan (sus vociferantes contrapartes en la oposición --tan indignas como indignantes-- ni siquiera merecen ser mencionadas). Y los tertulianos televisivos soltando ingeniosidades del tipo "las blancas navidades están cada vez más oscuras". Mientras, epidemiólogos avisan de "inevitable tercera ola" y de que "la experiencia internacional muestra que los países (buena parte de los de Europa) que optan por una estrategia de máxima supresión desarrollan respuesta epidemiológica y comunitaria más eficaz y con menos consecuencias económicas y psicosociales negativas que aquellos (como España) que apuestan a estrategia de mitigación". Y secretario de Estado para la Unión Europea tranquilizando con que, más allá del cierre de fronteras, ha dado "instrucciones a las embajadas que cubren la ruta de los Reyes Magos hacia España" para que "les franqueen el paso" y que "en el caso de Papá Noel, propondrá a la presidencia alemana de la UE que deje claro que su movilidad está garantizada". No se informó si --siendo los cuatro "población de riesgo" aunque trayendo saco y alforjas llenas de vacunas-- se les pedirá test PCR antes de volar y montar.
CUATRO Y hasta ahora cabía entender a las fiestas de fin/inicio de año como par de semanas en las que la realidad jugaba a ser irreal. Ahora la realidad ya no es lo que era. La realidad ya no es real y la normalidad no es normal. Ahora vale todo y nada vale y --según dogma del anoticiado-- eterna primicia o fake new de siempre en las que, después de tanta ciencia inexacta, lo que acaba imponiéndose es lo certero de la superstición o del tener fe. Como --Rodríguez sin ánimo alguno de cuestionar creencias de otros-- eso de que hace 2020 años, en un pesebre de Belén, una desprotegida virgen acosada y violada por una entidad superior dio a luz navideña a ese salvador de la humanidad que cada vez brilla más por su ausencia en estas fechas que, si se lo piensa un poco, siempre fueron familiar y emocionalmente complejas y peligrosas.
Sólo que ahora lo son mucho más.
Así que como recomiendan los "expertos" (o como, para evitar contagio de su emérita y poco meritoria cepa padre, aludirá en su discurso Felipe VI) sálvese quien pueda. Y God Save the Queen y libre y guarde de esa nueva y tan veloz mutación for export con flema británica. Y que cada cual atienda su juego --ya sea eléctrico controller perdedor en Cyberpunk 2077 o unplugged dado en triunfal McCartney III-- pidiendo de regalo el que no salga su número en la lotería del virus, y le prenda, y acabar siendo atendido.
Feliz Sanidad.
He He He.