Walter Sosa Escudero cuenta que en los últimos años más de una vez se sorprendió en sus clases en distintas universidades citando frases de cuentos o poemas de Jorge Luis Borges, o cuántas veces lo había hecho por los comentarios de sus estudiantes. Es que allí se aúnan dos de sus pasiones: es licenciado en Economía de la UBA y doctor por la Universidad de Illinois, especialista en Estadística y Econometría teórica aplicada a cuestiones sociales y fanático de la obra borgeana. Resultado de esa combinación es Borges, big data y yo (editorial Siglo XXI), un recorrido personal entre la matemática, la estadística, la big data y sus aplicaciones que se cruzan con la infinita memoria de Ireneo Funes, las circunstancias de Emma Zunz, la infinitud de la Biblioteca de Babel o el Golem praguense del siglo XVII, en infinitos jardines con senderos que se bifurcan. “Borges es un autor complejo, podés hacer diferentes lecturas de su trabajo, entonces el libro está pensado como una introducción a Borges”, confiesa el autor en diálogo con Página/12.
“Su obra admite múltiples lecturas”, propone Sosa Escudero, y asegura que algunas de ellas son directas y claras otras más profundas. “Por ejemplo, Emma Zunz podría ser una interpretación meramente policial”, o permitir la reflexión entre la relación que puede establecerse entre datos y teoría a través de la estadística inferencial. “Es como cuando vas a una ciudad compleja como Buenos Aires, o Nueva York, y lo que hago con Borges es un relato de viajero”, compara. “Cuando venís a Buenos Aires la podés conocer por su gastronomía, sus deportes, por su arquitectura. Unas son más fáciles que otras. Es más fácil ir a un museo o un café o es más fácil que ir a la cancha a ver un partido de fútbol. Entonces, lo que intento hacer con el libro es contar esas versiones que a mi juicio son buenas puertas de entrada, y las cuento desde la perspectiva de la ciencia”, se entusiasma.
-Cuando empezaste a pensar este libro, ¿imaginaste arrancar desde Borges e ir para el lado de la ciencia? ¿O partir de la ciencia y buscar ejemplos en Borges?
-Son preguntas que yo me he hecho y no me las he respondido claramente. Con los años siempre mantuve las lecturas de Borges, nunca en forma sistemática. Lo leía porque sí y de una manera anárquica. Y mi disciplina, la Estadística, la leí sistemáticamente, siguiendo un sendero. Me sale naturalmente cuando doy clase hacer referencias a sus textos. Es como que en algún momento me di cuenta de que había acumulado de las dos cosas, y lo único que hice para escribir el libro fue juntarlas. Nunca leí a Borges buscando dónde refiere a la estadística, ni leer la estadística pensando ejemplos borgeanos. Por eso digo que es una especie de diario de viaje. Más que una tarea de investigación de un sentido a otro, o al revés, fue una tarea de recopilación de historias y anécdotas.
-La estadística y la econometría trabajan mucho con la idea de representación de la realidad. Borges también, en varios de sus cuentos, usa esa idea. ¿Qué sentido tiene la representación en tus cuentos?
-Si me traés un mapa y me preguntás qué opino, te tengo que preguntar qué tenés ganas de hacer. Si es para mostrar el tamaño relativo de un país respecto de otro, un mapa muy simple sirve, pero si querés ir de mochilero a una montaña no. En definitiva, las representaciones de la realidad no son ni buenas ni malas, sino que son útiles o inútiles. Y Borges jode con eso muchas veces, en como en Funes el memorioso, en Del rigor en la ciencia. Las representaciones tienen entidad en la medida que tenga algún tipo de propósito. En esos dos cuentos aparece la inhabilidad de olvidar, y no terminan ganando nada. Entonces, la representación es buena pero inútil. Es una paradoja. ¿Qué es más real: la realidad o la representación que hago de ella? Borges tiende a jugar la segunda carta, se queda con aquello que puede contar de la realidad, que muchas veces tiene tanta entidad como la realidad misma.
La big data también es conocida como la ciencia de los datos, una disciplina (y nombre) que surgió con la posibilidad de la producción masiva de datos realizada por la interacción de dispositivos interconectados. “El aluvión de datos no implica una mejora por sí mismo”, advierte Sosa Escudero, y explica por qué: “El problema con la big data es que hay mucha gente se entusiasma y piensa que tenemos todos los datos. No tenemos todos los datos, no los vamos a tener nunca. La relevancia de los datos es entendible a la luz de la relevancia de las preguntas que les hagamos. Es lo que dice Borges en La Biblioteca de Babel. Es medio desilusionante saber que los datos están, pero como no tenés la pregunta adecuada no podés encontrar nada”, afirma. Sin embargo, no es pesimista: “Si todos los datos que podemos conseguir hoy permiten entender mejor la naturaleza de la conducta humana y ayudar a mejorar la vida de la gente, habrá sido una revolución. Si no, es puro ruido.”
-Sin embargo la ciencia tiende a intentar predecir fenómenos. Pero la pandemia no figuraba en ninguna predicción sobre el 2020. En esta incertidumbre de senderos que se bifurcan, parece tener más razón Borges que cierta rama de las ciencias...
-Es un tema muy difícil de entender por qué ciertas cosas son impredecibles. Cuando hablo de los límites de la big data, pregunto cuántos previeron el 31 de diciembre de 2019 que íbamos a estar metidos en este quilombo, a nivel mundial. Más mundano: la gracia de mirar fútbol es que andá a saber quién gana. Lo interesante es que, más allá de las estadísticas y los antecedentes, no está claro quién va a ganar. Hay ciertos eventos de enorme magnitud que son esencialmente impredecibles, y no se volvieron más predecibles porque tengamos más datos. Hay otros que sí, como el pronóstico del clima en el corto plazo, siempre sujeto a un error, pero ha mejorado sustancialmente. Ni hablar en los algoritmos que te recomiendan series o películas. Eso convive con preguntas muy toscas en donde no hemos mejorado en nada. Esto no se arregla con más datos, sino con otro tipo de razonamiento. El científico tiene que contarte escenarios y chances, no resultados. ¡Y está diciendo un montón!
-Si los datos responden a objetivos, y podemos plantear al libro como una serie de datos, ¿cuál es el objetivo del libro?
-Que le pierdan el miedo a
Borges. Me parece que lo leemos menos porque no sé quién ha inventado una
especie de cápsula de miedo, como que hay que saber un montón de cosas antes de
leerlo. Cuanto más sepas mejor, pero por otro lado está bueno y es divertido
hacerlo. Te puede cambiar la vida para mejor. Entonces, el objetivo es que
viendo la relevancia de su obra, se les vaya el miedo pero que el respeto quede
intacto. Muchos tienden a pensar que lo que está bueno con Borges es haberlo
leído. Y lo que está bueno es leerlo, hay algo que es disfrutable en el
proceso, no solo al final del camino. Querría francamente que pase lo que me
pasó hace unos días, que un colega me dijo que gracias al libro le pidió a la
esposa que le preste un libro de Borges. Misión cumplida.