“…Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra…” Simone de Beauvoir
Parecía increíble, pero venía del pasado y ya se conceptualizaba que el agua era un bien económico: en la Declaración de Dublín sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible dentro de la Conferencia Internacional del Agua y el Medio Ambiente de enero de 1992, en el punto 4 se la señalaba como recurso económico y en enero de 2008, actores del Foro Económico Mundial de Davos, también conceptualizaban que al agua se la debía privatizar y que era una mercancía más. Así, increíblemente el biomercantilismo dio el salto y se empezó a cotizar el agua en el mercado financiero de Wall Street.
El agua un derecho humano universal, un bien común público, es decir, la vida para el mercado ahora tiene precio. Un escándalo. La forma que tiene Estados Unidos para dar respuesta a su crisis de agua en la cuenca ubicada en California y en menor medida, la crisis en la frontera del estado de Nuevo México (EEUU) y el estado de Chihuahua (México) recurre a entregar este bien común de vida que es el agua, en el mercado financiero a futuro.
Estados Unidos y China son los dos países que más consumen agua en el planeta. Son los dos países que más generan gases efecto invernadero, inciden en el cambio climático, produciendo desertizaciones y polarizaciones climáticas. Un gran desequilibrio del agua. Deberían ser Estados que rindieran cuenta ambiental ante la comunidad Universal a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Los que están a favor de ponerle precio al derecho humano al agua, sostienen que las transacciones financieras del agua son a los meros efectos económicos sin movimientos físicos del vital elemento, y también alegan que ponerle precio va a permitir valorarla y controlar el consumo. Asimismo plantean que va a habilitar un desarrollo inversional para cubrir las necesidades hídricas. Esta línea argumental es una falacia.
Científicamente, las intervenciones principales de las empresas privadas en materia de agua no fueron saludables, aptas, eficientes ni eficaces. Se concentraron en realizar negocios financieros y no de servicios, violando sistemáticamente el derecho humano al agua y dejando a muchísimas personas sin ella. Los tres ejes planteados en los años 90 y a principios del siglo XXI para la defensa de las privatizadoras del agua fueron:
1) Que iban a realizar inmensas inversiones para la expansión del agua y lograr que llegue el servicio de este derecho humano a todas las personas.
2) Que iban a lograr eficiencia y eficacia en dicho servicio.
3) Que las tarifas iban a ser razonables.
Nada de esto sucedió. Las empresas multinacionales del agua aumentaron un promedio de más del 50% las tarifas en Argentina y Bolivia. No realizaron las inversiones prometidas. Dejaron sin cobertura del vital elemento a cientos de miles de personas, ya sea por estar afuera de la cobertura de distribución o bien por cortes del suministro por falta de pago de las personas pobres.
Generaron violencia e inestabilidad institucional. Las guerras del agua en Cochabamba, La Paz y el Alto en Bolivia.
Hubo marchas y movilizaciones en Argentina para que respetaran el derecho humano al agua. Continuamente violado por las multinacionales como el grupo Suez.
En Santa Fe, en los años 90', se constituyó la Asamblea por los Derechos Sociales y en el año 2002, la Asamblea Provincial por el Derecho al Agua. Realizaron junto a otras entidades un plebiscito ciudadano donde 200 mil personas cuestionaron y rechazaron la privatización del agua, concesionada al grupo Suez Lyonnaise de Eau a través de la llamada Aguas Provinciales de Santa Fe S.A. y hubo también duros cuestionamientos a la empresa Aguas Argentinas S.A., que daba servicios en Buenos Aires y ciudades de la provincia.
En París, las empresas privadas del agua fracasaron. Hubo un proceso de republicización del servicio y pasó a ser estatal en 2010.
Las empresas multinacionales del agua, con la apertura del mercado de aguas en Wall Street, logran mercantilizar el agua y fundamentalmente generar un espacio negocial, tanto en infraestructura como de comercialización del vital elemento.
Ello va incidir en un proceso de suba de los precios en la construcción de infraestructura para la captación, potabilización y distribución del agua. Ello afectará todo proceso expansivo vinculado directa e indirectamente con el vital elemento. Las personas pobres de agua serán más y mucho más pobres.
La biomercantilización del sistema busca incesantemente espacios de fagocitación de la vida para convertirla en plusvalización negocial.
Hay que detener la barbarie anticientífica de los especuladores financieros, denunciando todos los sofismas que esconden bajo supuestos argumentos técnicos. En ese sentido, es prioritario lograr que los Estados de la Tierra declaren personas no humanas sujeto de derechos a los ríos y a toda fuente importante de agua dulce y también que se establezca que pertenecen al Patrimonio de la Humanidad por la ONU, como ejemplo sería oportuno para el río Paraná y los Humedales. Todo ello se convertiría en importantes dispositivos para ponerle un profundo límite a este iniciario proceso de privatización de un bien común público como es el agua.
Los que minimizan la cotización del agua en Wall Street desconocen la historia económica de las corporaciones, desconocen que el agua es un derecho humano y un bien común púbico. Desconocen en definitiva que el agua habita y construye vida. Y que no hubo ninguna iniciativa privada que diera respuestas a las 2.100 millones de personas que en el mundo no acceden al agua integralmente.
El agua en manos del mercado se seca. Necesitamos sensibilización, conocimientos y audacia para pensar distinto. A la barbarie se la detiene con justicia social y ambiental. El próximo paso de la financiarización de la existencia, sino se la detiene, va hacer el aire.
Rousseau decía a fines del siglo XVIII que todos están acostumbrados a todo.
Rompamos con el acostumbramiento de todos con todo. No todo es igual. No todo se debe comprar y vender.
(*) Director Cátedra del Agua y del Centro Interdisciplinario del Agua Fcpolit UNR. Docente UNR. Magíster y Especialista en Ambiente y Desarrollo Sustentable