El vino como protagonista
Pertenecer siempre ha tenido sus privilegios. Overo está pensado como un club, un espacio de pertenencia para juntarse con amigos, beber vinos, escuchar vinilos e incluso ver una película mientras se come algo rico. Por suerte, no es necesario ser socio de para disfrutar de las instalaciones (si bien aquellos que cuentan con membresía tendrán beneficios extra). Ubicado frente a la plaza Armenia en lo que antes era un petit hotel, Overo tiene en sus distintos pisos un abanico de propuestas con un denominador común: la buena gastronomía que certifica el sello de uno de sus dueños, Pol Lykan, chef propietario de Freud&Fahler, uno de los clásicos porteños que se llevó el viento de la pandemia. Para este nuevo espacio, diseñó una carta de raciones como las empanadas de res y de queso (desde$380 x 2) preparadas en el horno de barro construido por un artesano cordobés; pinchos de panceta o de mollejas (desde $480 x 2) o un sándwich de bife ($480). También hay una selección de quesos argentinos y embutidos.
Una fuerte apuesta del lugar es que el vino está a precio vinoteca. La carta cuenta con más de 100 etiquetas de distintas bodegas, terroirs y cepas y toda botella a la vista está para ser abierta, aunque solo sea para pedir una copa. Lo mejor en tiempos de pandemia: en el último piso hay una terraza preciosa para ver el atardecer. Un piso más abajo está la sala de degustación con una gran mesa para cenas o festejos privado. Y se suma una sala de proyección con grandes butacones individuales que también se puede reservar para ver una película, un partido o un concierto mientras se come y se bebe a gusto. La sala de vinilos, para juntarse a charlar con amigos, es un poco más íntima y relajada.
Todo está abierto al público general y se suman dos membresías mensuales: con la primera se reciben en casa tres vinos seleccionados que cambian mes a mes ($2400) y con la segunda llega una caja de seis botellas ($3900). Además, los socios obtienen 10% de descuento en Overo y prioridad para reservar espacios. Un nuevo club, con el vino como protagonista.
Overo Bar queda en Nicaragua 4583. Reservas por Instagram: @overo.bar. Horario de atención: martes a domingos de 19 a 1 (pronto desde las 12).
Sofisticación barrial
Los vecinos de Chacarita vieron avanzar la obra durante gran parte del año, un frente colorido que pocos imaginaron se iba a convertir en un restaurante. Ahí, a metros de la estación Dorrego del subte B, abrió hace una semana Picarón, la nueva aventura gastronómica de Maximiliano Rossi, ex chef de Sacro, entre otros laureles. Con un salón amplio que respeta la distancia social, algunas mesas en la vereda y otras altas para compartir, Picarón es una propuesta que le faltaba al barrio: un menú de restaurante de alta gastronomía pero a precios muy amigables y acordes con los tiempos que corren. La carta es corta, concisa y de estación. Hay pescado, carnes y opciones veganas y, por ahora, la propuesta se extiende desde el desayuno hasta las 7 de la tarde. A medida que avance el verano, jueves, viernes y sábado también estará abierto por la noche.
Para arrancar, un café de buena calidad (desde $110) para acompañar las cookies, el pain au chocolat o las croissants (desde $80). De lunes a viernes hay un menú del día, versión omnívora ($650) o vegetariana ($480) acompañado de agua. La carta está dividida entre “fríos”, como el aguachile de bambú o de pescado blanco (desde $300) y “calientes” como el brócoli a la plancha con crema de bagna cauda y pangrattato ($325); los clásicos picarones de la casa son unos buñuelos de boniato con nduja (un embutido picante) y miel especiada de mascabo ($270) o el tamal de lengua estofada con masa de maíz, frijoles negros y salsa macha ($310). La idea es pedir varios platos y compartirlos para probar un poco de todo. Entre los postres, las peras en almíbar con helado de canela y financier ($290) y la pavlova con cremoso de maracuyá, durazno fresco y albahaca ($270) merecen dejar lugar para probarlos.
Todo es rico y auténtico, no hay grandes artificios, pero aún así cada receta es un pequeño universo de sabores y texturas muy bien combinadas, presentada en un bello plato diseñado por Valeria Pesqueira (que también armó el resto del lugar). Para acompañar, cervezas de Bierhaus, jugos y algunos vinos elegidos.
Picarón queda en Dorrego 886. Horario de atención: lunes a sábados de 9 a 19. Instagram: @picaron.ba
Bodegón de San Isidro
El Chef y la Bacha es de esos lugares que, para aquellos que viven lejos de San Isidro, justifica el viaje hasta allá, incluso en transporte público. La propuesta es auténtica, sencilla y basada en la calidad de los productos utilizados. A principio de la pandemia, Martín Gómez Maciel, curtido como su socio en las cocinas del gran restaurante Alo´s, decidió con su amigo Francisco de Diego tirarse a la pileta y abrir un lugar propio, “sin banderines, sin vender humo, con una propuesta gastronómica tradicional, casera y con algunos platos donde metemos nuestra creatividad pero siempre manteniendo la simpleza. Menos es más”, afirma Martín, convencido del camino rumbeado. Durante el año sobrevivieron con el take away y el delivery y ahora aquellos que le tomaron el gusto a la buena cocina le reservan las mesas diariamente. Atendido por sus propios dueños, El Chef y la Bacha no tiene carta ya que el menú se arma cada jornada con los productos frescos que consiguen en el mercado. Hay una selección de tapas (alrededor de $100), entradas (desde $250) y principales (entre $450/$750), entre los cuales suele haber pollo de campo, ojo de bife, milanesa de ternera y tortilla.
El lugar también funciona como mercado de productores: “Intentamos impulsar amigos y colegas que están haciendo buenos productos”, agrega Martín. “Hay chimichurri, miel, picantes, quesos, granolas y blends florales” Para beber, vinos por ejemplo de Trouble Makers y algunas otras etiquetas de productores chicos, así como una cerveza artesanal o un fresco y tradicional sodeado con limón y hielo.
El Chef y la Bacha nació con espíritu de bodegón cooperativista, un espacio de resistencia para los que quieren comer bien sin gastar fortunas, los que disfrutan de la comida sencilla como una milanesa con puré pero bien hecha, platos con reminiscencia familiar, como se deben hacer (y no siempre pasa), sin firuletes ni excentricidades. Bienvenido sea.
El Chef y la Bacha queda en Don Bosco 361, San Isidro. Reservas: 4743-0141. Horario de atención: martes y miércoles de 10 a 18; jueves, viernes y sábados de 10 a 23.