Encontrarse con La vida es una insistencia, después de los holocaustos, la obra de Maria del Carmen Marini y Dorcas Bresssan es abrir las páginas de sus vidas. No en el sentido autobiográfico, sino en los recorridos del conocimiento, formación y reflexión de muchos conceptos finamente articulados e investigados por años. De sus defensas sin ambigüedades, clara toma de posición, ideales y esperanzas cimentados en teoría y en práctica.

Sé de lo que hablo, ya que algunos temas han venido a nuestras charlas de los jueves, tan valiosas y enriquecedoras y que siguen resonando en mí con la misma potencia que después de la lectura. Pero este libro además, compila el saber sostenido en una cantidad de literatura de autores prestigiosos que se han ocupado de facetas que se convocan en el texto. También está atravesado necesariamente de sus sólidas formaciones y experiencias como psicólogas, así que lo público y lo privado va y viene con soltura, hilando vertientes de pensamiento insospechadas.

Es un texto sorprendente, sensible, pensado y madurado en el fragor de una insistencia vital: la dignidad y sus vericuetos. Una ahí se da cuenta que ellas saben de qué hablan, cuál es su propuesta cada vez, en cada abordaje. Lejos del discurso melifluo tan ensordecedor de los ultimos años, acá nos encontramos con páginas de gran erudicción, de gran profundidad y al mismo tiempo, sin grandilocuencia. Casi como si se las estuviera escuchando hablar.

Ellas, con una envidiable libertad interior, exponen calmas o apasionadas pero felizmente sin dobleces, cómo piensan el mundo, los vínculos, las guerras, las pérdidas, el devenir de mujeres y hombres atravesados por los holocaustos de la humanidad, del país, de sus propias vidas cotidianas

Ahi estan el fascismo, la explotación, victimas, victimarios o cómplices, el sexismo, el racismo, el amor, cómo se impone el pensamiento dicotómico como único, el eurocentrismo como universal y tantas otras “verdades” desmitificadas, expuestas e interrelacionadas, cerrando la trama que axfixia. También nosotras, las mujeres, con nuestras resistencias, con nuestras ternuras, con nuestros dolores, con nuestros reclamos pendientes y nuestras humillaciones, con nuestras luchas privadas o públicas, ancestrales y recientes.

María del Carmen nos dice: “El escrito recorre tres ejes: La palabra y sus posibilidades en la construccion de la propia dignidad. La memoria como aquello que nos constituye y nos interpela. El respeto a la otredad, ….una aceptación activa de la diversidad como enriquecedora”.

Dorcas, a su vez: “Somos precarias, dada la necesidad de estar con otras personas, de ser alguien para eses otres, de pertenecer a instituciones, barrios, esto es lo que trasforma a nuestras vidas en precarias. Ahora, cuando las personas son privadas de su libertad, alejadas de sus afectos, torturadas, o invisibilizadas (ninguneo) ¿qué pasa con ellas?”

Interrogante con múltiples respuestas, que comprometen y cuestionan la organización piramidal de nuestros tiempo, la injusticia impuesta, entre otras tantas tramas develadas en aristas nuevas, estas dolorosas astillas del orden social contemporáneo tan banalizado, y que sin embargo son las que lastiman nuestra marcha, y a veces, matan.

 

 

 

Ellas sostienen matices que no pasan por coincidencias, sin embargo esgrimen un punto de inflexión donde las paralelas se encuentran y dan continuidad y a la vez frescura al texto: la incontenible dignidad de la esperanza que hace de la vida una insistencia.