Salvaje Federal, la librería virtual de la escritora entrerriana Selva Almada junto a cuatro amigas -Maricel Cioce, Natalia Peroni, Carla Golero y Raquel Tejerina-, no es una tienda online más. Desde el nombre elegido, la autora de El viento que arrasa propone “una invitación a leer de una manera más libre, menos canónica, más intuitiva, literatura federal”. La nueva librería virtual quiere contribuir a la circulación de la literatura escrita y editada en las provincias y acercarla a los lectores de todo el país. Basta con entrar a la página web para percibir la diferencia; hay libros de dos escritoras entrerrianas poco conocidas y leídas en Buenos Aires como Emma Barrandéguy (1914-2006) y Ana Teresa Fabani (1922-1949), ambas publicadas por Eduner -la editorial universitaria de Entre Ríos-; se puede conseguir de Daniel Moyano (1930-1992), un porteño que pasó su infancia en Córdoba y vivió en La Rioja hasta que se exilió en España, Un sudaca en la corte, editado por el sello cordobés Caballo negro; y Mar de Mármara, de esa gran poeta surrealista cordobesa, María Meleck Vivanco (1921-2010), de Ediciones la mariposa y la iguana.
“Cuando era chica, la fantasía era ser bibliotecaria porque en mi pueblo no había librerías, así que el paraíso de la lectura era la biblioteca popular”, recuerda Almada, que nació en Villa Elisa (Entre Ríos), en 1973. “Cuando me mudé a Buenos Aires, sí lo pensé como una opción laboral. No ser dueña de una librería pero sí trabajar en una. Una amiga me contactó con el gerente de una cadena y no me dieron trabajo porque no tenía experiencia. Mi experiencia lectora no contaba si no había trabajado nunca en ‘algún comercio’. Después me olvidé del tema hasta que el año pasado en una charla con estas amigas que ahora son además socias, una de las chicas, Maricel Cioce, dijo que quería poner una librería. Las otras nos entusiasmamos: resultó que a todas nos encantaba la idea de ser libreras”, cuenta la escritora a Página/12.
De la idea de ser libreras a la concreción de la librería propia pasó un año. “La primera idea fue libros y vinos, porque Raquel (Tejerina) además tiene un restorán. También pensamos en una librería ambulante, un book truck que pudiera derivar por distintos sitios de la ciudad. Pero la pregunta seguía siendo: qué libros, qué recorte vamos a hacer, qué va a distinguir esta librería de las otras tantas que hay en la ciudad. Entonces pensamos por qué no una librería dedicada a las literaturas de las provincias que tienen poca circulación no sólo en Buenos Aires sino en el resto del país, que apenas trascienden sus zonas de influencia, por qué no conectar a une autore de Neuquén con une lectore de Salta? Y al mismo tiempo por qué no acercar también a las provincias editoriales pequeñas de Buenos Aires que también editan a escritores de las provincias. Así empezamos a trabajar sobre esa idea –explica Almada-. El plan seguía siendo una librería física, pero por la pandemia fue mutando a la virtualidad. También nos dimos cuenta de que una librería online llega a lectores de todas partes y que si el proyecto es una librería federal también tenía sentido que Salvaje Federal fuera virtual”.
Salvaje Federal -que también tiene página en redes sociales como Instagram y Facebook- está organizada por “regiones” literarias: Literatura fluvial (Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Corrientes), Literatura montaraz (Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Salta), Literatura andina (Jujuy, La Rioja, Catamarca, Mendoza y San Juan), Literatura pampeana (Buenos Aires, La Pampa, San Luis, Córdoba y Tucumán) y Literatura patagónica (Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego). “Sabemos que mucha de esa literatura no se conoce y que la librería también tiene que funcionar como promotora de esa literatura. Desde las redes planeamos hacer una serie de actividades: libros recomendados del mes, entrevistas en vivo con autoras y autores, que les autores puedan conectarse con les lectores a través no sólo de sus obras sino también mostrando los sitios donde viven, donde escriben; hay playlist de cada una de las regiones en que dividimos nuestras estanterías; una sección que se llama Lenguaraz que rescata palabras o giros característicos de una obra y arma una especie de diccionario salvaje”, cuenta Almada, que este año publicó No es un río, el cierre de su trilogía de varones que empezó con El viento que arrasa y continuó con Ladrilleros.
A la librería le va “muy bien”, confirma la escritora. “Ocurrió algo curioso: recibimos pedidos de libros publicados por Eduner (la editorial de la universidad de Entre Ríos que tiene un catálogo hermoso) desde ciudades de Entre Ríos. Las vueltas que dio el libro: vino a Buenos Aires para volver a Entre Ríos. También hubo muchos pedidos aquí mismo, en Capital Federal. Los más vendidos fueron El andamio, de Barrandéguy; Cuentos completos, de Juan José Manauta; la sorpresa fue Dos palabras, de Cynthia Cordi, una escritora patagónica: el libro es precioso pero es su primera novela, es decir que no es una autora conocida, y sin embargo su libro voló”, subraya Almada y agrega que también se vendió la poesía de Niní Bernardello (1940-2020), Rosario Bléfari (1965-2020) y Fernando Callero (1971-2020).
¿Qué títulos recomienda Almada? “Tenemos un libro que me encanta: Mi hogar de niebla, de Ana Teresa Fabani, una poeta entrerriana que murió muy joven, de tuberculosis. Publicó un solo libro de poemas en vida (murió a los 28) y al año siguiente de su muerte salió esta novelita autobiográfica de su estancia en una residencia para tuberculosos en Córdoba; tenemos los libros de Diego Angelino que es un tremendo escritor radicado en la Patagonia: Con otro sol, es su primer libro de cuentos, era muy joven cuando lo escribió y es un librazo –lo define la escritora y librera-. También Para que la ternura, de Fabián Yausaz, un poeta que vive en Corrientes y es una maravilla; o La orilla más lejana, una crónica de la poeta rosarina Sonia Scarabelli”.