De acuerdo al monitor de precios de carnes, frutas y hortalizas que realiza el Observatorio de Precios del CEPA para analizar la evolución de algunos precios particularmente sensibles para los consumos de la población, los meses que tuvieron incrementos más pronunciados de cortes seleccionados de carne vacuna fueron sobre todo los meses previos y al inicio de la cuarentena: enero (7,6 por ciento), marzo (5,6 por ciento), abril (9,2 por ciento); y el de noviembre de 7,7 por ciento coincidente con la flexibilización de actividades y reactivación del consumo. El resto de los meses los aumentos fueron por debajo de 3 por ciento. 

El CEPA clasificó los cortes entre caros, intermedios y económicos para ver su evolución y el impacto real en el bolsillo de los y las argentinas. En noviembre, los cortes que más aumentaron fueron los más caros: 8,6 por ciento promedio (casi 1 punto porcentual por encima del promedio de aumentos de carne, y más de 5 por encima del IPC general). Los cortes intermedios se incrementaron 7,2 por ciento y los económicos 5,8 por ciento, por encima del IPC general pero por debajo del promedio de carnes. Finalmente, el pollo fresco entero se incrementó en 3,3%, en el nivel del IPC general, y muy por debajo de los aumentos de los cortes cárnicos.

En el análisis interanual durante noviembre 2020, los aumentos de todos los precios de cortes de carne vacuna seleccionados estuvieron por encima de la inflación. A la cabeza de los aumentos sobresalen cortes como el osobuco (66 por ciento), asado (61por ciento), vacío (59 por ciento), picada especial (59 por ciento) y bola de lomo (58 por ciento), con incrementos de más de veinte puntos porcentuales en relación a la inflación. El único corte de carne que aumentó menos que los precios generales es el pollo entero, que se incluye en el análisis por actuar en muchas ocasiones de producto sustituto de la carne. Su precio subió 30,5 por ciento, aproximadamente cinco puntos menos que el aumento general de precios. 

Durante 2020, a pesar de la crisis derivada de la pandemia, el consumo de carne per cápita se mantiene estable en 51 kg, anuales por habitante (kg/h), con un leve incremento del 0,21 por ciento respecto a 2019, Si el análisis se extiende a los últimos cinco años, se observa una tendencia decreciente desde 2016. En este sentido se destaca 2019, en el que los y las argentinas redujeron significativamente el consumo cárnico, en casi 10 por ciento, lo que provocó que el consumo promedio pase de 56,5 kg/h a 51 kg/h; es decir una reducción de 5 kg/h en tan solo un año.